Con el término hicsos se designa a un grupo humano, posiblemente semita, procedente del Próximo Oriente que se hizo con el control del Bajo Egipto a mediados de siglo XVII a.C., y que pudo coincidir en el tiempo con el asentamiento de Jacob (Israel) y sus hijos en las tierras del norte de Egipto, especialmente en On-Heliópolis, mencionada en la Biblia. El nombre de Heliópolis es de origen griego y significa «Ciudad del Sol», ya que la ciudad era la sede principal del culto al dios solar Ra. Fue una de las tres ciudades más importantes del antiguo Egipto junto con Tebas y Menfis. Los coptos (cristianos) la conocieron como On. Flavio Josefo, el gran historiador del siglo I nos describe a los hicsos como sigue:
«Durante el reinado de Tutimeos, por una causa que ignoro, la ira de Dios se abatió sobre nosotros; y de repente, de las regiones del Oriente una oscura raza de invasores se puso en marcha contra nuestro país, seguro de la victoria. Habiendo derrotado a los regidores del país, quemaron despiadadamente nuestras ciudades. Finalmente eligieron como rey a uno de ellos, de nombre Salitas, el cual situó su capital en Menfis, exigiendo tributos al Alto y Bajo Egipto».
Hicsos es el término helenizado de la denominación egipcia: «heqa-jasut» que significa «extranjeros». El equivalente romano sería «bárbaro». El origen de los hicsos constituye un misterio, pero parece ser que su invasión de Egipto coincidió con una época de grandes migraciones de pueblos semíticos procedentes de Canaán (Palestina) y Siria, y en la que, además, Egipto se hallaba sumido en graves crisis internas. Los hicsos conquistaron la ciudad de Avaris y posteriormente tomaron Menfis y fundaron las dinastías XV y XVI. Introdujeron en Egipto el caballo y el carro de guerra, por lo que algunos especialistas les han asociado con los belicosos hititas, cuyo poderío se desarrolló algunos siglos después.
Desde mucho antes de esta época (siglo XVII a.C.) ya había una considerable presencia semita en el delta del Nilo, originada por graduales oleadas migratorias. Los egiptólogos calculan que la duración de su dominio sobre Egipto fue de unos cien años. La capital del reino estuvo situada en la ciudad de Avaris en el delta del Nilo, y jamás controlaron todo el territorio egipcio, pues varios nomos (provincias) del sur no llegaron a estar totalmente bajo su control, entre ellas la de Tebas. El más conocido de sus reyes, y con el que el reino de los hicsos llegó a su apogeo, fue Apofis I, que gobernó en el siglo XVI a.C., y del que se ha encontrado una hermosa jarra de alabastro con su nombre en Almuñécar (Granada), al sur de España. Este Apofis I podría haber sido el faraón bíblico cuyo famoso sueño de «Las siete vacas gordas y las siete vacas flacas» es interpretado por José, hijo de Jacob, y a quien el faraón nombra virrey por su preclara inteligencia y honradez.
La aparición de los hicsos en Egipto plantea uno de los mayores interrogantes de la historia. Su origen étnico, cultura y duración de su permanencia en Egipto todavía son objeto de estudio e investigación. Si todo comenzó como una migración espontánea, que se transformó con el tiempo en una conquista militar y en la consiguiente ocupación del territorio egipcio, sigue siendo una incógnita. Según parece, los hicsos contaron con algunas ventajas tácticas que resultaron decisivas: la introducción del arco compuesto, la armadura de escamas metálicas, las dagas y espadas de bronce, la utilización del caballo y los carros de guerra (al final de su reinado), desconocidos por los egipcios hasta entonces, y el uso intensivo del bronce para confeccionar también las puntas de lanza y de flecha capaces de perforar los rudimentarios escudos de los infantes enemigos.
El ejército egipcio estaba compuesto esencialmente por lanceros y tropas de infantería ligera, y los soldados iban semidesnudos al combate, armados con hachas, mazas, lanzas y escudos de cuero. No utilizaban yelmo ni coraza. El pueblo egipcio se dedicaba esencialmente a la agricultura; los ejércitos se convocaban para fines determinados durante lapsos de tiempo muy cortos. Si los hombres se alistaban en el ejército, nadie cuidaba los campos, se perdían las cosechas y el hambre atenazaba a la población. Lo que a menudo planteaba un serio problema a los faraones del Imperio Medio.
No existía hasta ese momento un cuerpo armado regular y permanente, y el ejército egipcio se nutría básicamente de mercenarios, negros del sur y sardos del norte. Sólo los oficiales de mayor rango eran egipcios. No hay un origen étnico único en los hicsos: la población se formó con inmigrantes de las regiones de Canaán y Siria. Durante este período los nuevos soberanos no interrumpieron las costumbres egipcias, y en muchos casos las tomaron como propias, copiándose en papiros textos que recogían sus antiguas tradiciones.
Para algunos historiadores modernos, los hicsos fueron un conglomerado de pueblos semitas, nómadas y urbanos, que en algún momento iniciaron su migración al oeste debido a una hambruna o al desplome de los mercados de grano y ganado de Biblos y Megido. Para estos expertos, la gran expansión territorial de los hicsos, en los que algunos ven a los inmediatos antepasados de los hebreos, no se debió a una conquista militar, sino a razones comerciales y demográficas, y su presencia en puntos tan alejados como Cnosos, Bogazkoi, Bagdad, Canaán, Kush y el sur de la península Ibérica, tuvo su origen en motivos económicos y humanitarios, no en su poderío militar.
En cualquier caso, invadieron Egipto y se establecieron en el norte del país, ya fuese pacíficamente o por la fuerza de las armas. Al comienzo del siglo XVI a.C., la XVII dinastía gobernaba en Tebas. Los príncipes tebanos llevaron a cabo una guerra de reconquista que acabó con la expulsión de los hicsos de todo el territorio egipcio que habían ocupado.
La guerra fue larga y muy difícil, y varios de estos reyes tebanos murieron a consecuencia de las heridas sufridas en combate. Finalmente, el príncipe Ahmosé consiguió tomar la capital de los hicsos, Avaris, y expulsarlos definitivamente de Egipto hacia el año 1550 a.C. (la cronología es dudosa). Ahmosé prosiguió la lucha entrando en Siria y se convirtió en el fundador del Imperio Nuevo y en el iniciador de la XVIII dinastía, la más brillante de la historia egipcia, aunque no hubo una ruptura sucesoria con el linaje tebano de la XVII dinastía.
Es posible que tras la desintegración de aquella vasta confederación de pueblos semitas, las diferentes tribus emigrasen hacia los puntos de partida que habían abandonado sus antepasados, por lo que creemos factible que unos se instalasen en Canaán y otros se dirigiesen hacia el norte, más allá de Kadesh, hacia las montañas de Anatolia, para refundar allí el país de los hititas y el poderoso imperio que en tiempos del faraón Akenatón llegó a amenazar la supremacía de Egipto y Babilonia, las dos grandes potencias de la época en la región.
Carro de guerra hitita. Los oficiales hititas condujeron a los invasores hicsos y semitas |
es evidente que sn los hebreos no solo flavio josefo si no escritores e historiadores judios y cristianos maneton es el que 1° señala esa historia pero es evidente que la hace confusa y distorcionada y es logico la idea de que un pueblo que derrotaba a los egipcios no por fuerza militar si no por su Dios es humillante es evidente que los egipcios en su tradicion el relato quisieron borrar de su memoria el hecho o si no distorcionarlo.por ej por que a amhosis no le sucede un hijo si no una hija como atsepsup es evidente que su primogenito habia muerto¿sera considencia? no creo
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