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miércoles, 10 de mayo de 2017

La obra de Alejandro Magno

Grecia no constituyó un solo Estado hasta que los reyes de Macedonia, país situado al norte de la Península, impusieron su autoridad por la fuerza de las armas. El rey macedonio Filipo II se presentó como libertador de las ciudades helenas respecto al yugo impuesto por Tebas, y utilizó el dinero para comprar a sus adversarios y atraérselos a su bando. Sin embargo, el ateniense Demóstenes, el más ilustre orador griego, no se dejó engañar por las apariencias y exhortó a sus conciudadanos a oponerse a los planes del monarca. Pero los atenienses y los tebanos fueron derrotados por las poderosas falanges del rey Filipo y éste fue aceptado como señor por todas las ciudades griegas ilusionadas con un gran proyecto del rey macedonio: la conquista del Imperio Persa. La muerte impidió a Filipo II la realización de sus sueños, pero su hijo y sucesor, Alejandro, pudo llevarlos a cabo. Era Alejandro un muchacho dotado de las cualidades necesarias para ser un gran soldado y emprender la conquista de Oriente. Su preceptor, Aristóteles, uno de los intelectuales más destacados de la época, le había inculcado el ideal de la superioridad de los griegos sobre los persas. Al frente de un poderoso ejército griego, Alejandro desembarcó en Asia Menor y, después de derrotar rápidamente a los persas, consiguió en el corto espacio de diez años, adueñarse de un inmenso imperio que comprendía Siria, Palestina, Egipto, Mesopotamia e Irán, entre otras provincias, llegando hasta el río Indo. La conquista del Imperio Persa elevó a Alejandro a la categoría de héroe y dio a Grecia la supremacía en el Próximo Oriente. Sin embargo, en contacto con la realidad, el joven rey macedonio intentó reconciliar Persia y Grecia. Para ello, utilizó funcionarios persas y procuró que sus generales contrajesen matrimonio con damas persas. Por otra parte, fundó numerosas ciudades de tipo helenístico en Persia, a fin de difundir la cultura griega. Su muerte truncó la interesante política que había emprendido y no la dejó fructificar, de modo que continuó como antes el antagonismo entre griegos y persas. No obstante, dos hechos permanecieron firmes en la obra alejandrina: 1) el Mediterráneo oriental fue, desde Alejandro, un mar rodeado por estados griegos; 2) el helenismo se impuso en casi todo el mundo conocido como ideal de cultura superior. Muerto Alejandro, sus generales (diadocos) no supieron mantener la unidad del imperio. Muy pronto se enzarzaron en guerras intestinas, cuyo resultado fue la división del mundo helenístico en varios estados: Egipto, Siria, Macedonia, Tracia...


1 comentario:

  1. La conquista del Imperio Persa elevó a Alejandro a la categoría de héroe y dio a Grecia la supremacía en el Próximo Oriente.

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