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lunes, 29 de mayo de 2017

La Peste Negra de 1348

Hasta la irrupción de la Gripe Española en 1918, la Peste Negra del siglo XIV, también conocida como «peste bubónica», fue la pandemia más devastadora en la historia de Europa y se calcula que mató a un tercio de la población continental entre 1347 y 1361. Se cree que la epidemia comenzó en alguna zona al norte de la India, probablemente en las estepas de Asia Central, desde donde fue llevada hacia el oeste por las tropas del kanato de la Horda de Oro. En 1347, la ciudad de Kaffa en Crimea, era sitiada por los ejércitos tártaros. Como muchos de los atacantes habían muerto ya a causa de la peste, sus compañeros de armas catapultaron los cadáveres al interior de la ciudad para infectar a los defensores y minar su resistencia. Y, aunque la enfermedad no se contrae por estar en contacto con los muertos, según cuentan las crónicas de entonces, la Peste llegó a Europa a través de la ruta marítima que une el mar Negro con el Mediterráneo. Algunos comerciantes de la colonia genovesa de Kaffa lograron burlar el asedio y escapar por barco a Sicilia; desde allí la peste se extendió a la península Itálica y después al resto de Europa. Los refugiados de Kaffa llevaron la peste a Mesina, Génova y Venecia entre los años 1347 y 1348. En algunos barcos no quedaba nadie vivo a bordo cuando arribaban a puerto.
Para empeorar aún más las cosas, en 1347 se desató una guerra entre los reinos de Hungría y Nápoles porque el rey húngaro, Luis I, reclamó el trono napolitano tras el asesinato de su hermano Andrés a manos de su esposa, la reina Juana. El de Nápoles no era un reino soberano, sino vasallo de la Corona de Aragón. El caso fue que las tropas húngaros entraron en tierras italianas cuando la epidemia estaba en su momento de mayor virulencia. Hubo tantos muertos entre los eslavos que tuvieron que retirarse, pero muchos de ellos ya habían contraído la enfermedad. Entre las primeras víctimas se contó a la esposa del rey húngaro. La Peste Negra pasó entonces de Italia a Francia, de allí a España, y llegó a Inglaterra en junio de 1348. Las tropas infectadas la transmitieron por Hungría, Alemania, Escandinavia y, finalmente, llegó al noroeste de Rusia. Otra víctima ilustre de la peste fue el rey Alfonso XI de Castilla, que contrajo la enfermedad y falleció a causa de ella durante el asedio a la plaza de Gibraltar de 1350.
Las consecuencias sociales de la Peste Negra llegaron muy lejos; rápidamente se acusó a los judíos de ser los causantes de la epidemia por medio de la intoxicación y el envenenamiento de pozos. En consecuencia, en muchos lugares de Europa se iniciaron pogromos contra los judíos porque se creyó que éstos, mediante encantamientos y malas artes, habían provocado la pandemia del mismo modo que Moisés, en el Antiguo Testamento, hirió a los egipcios con la ayuda de Yahvé, envenenando sus pozos y arruinando sus cosechas con terribles plagas, además de dar muerte a todos los  primogénitos de Egipto. También se recurrió al episodio bíblico en el que el dios de los hebreos envía una plaga de ratones que propagan la peste entre los asirios que han invadido Israel, exterminándolos a todos en el transcurso de una sola noche. Sea como fuere, lo cierto es que la Peste Negra acabó con un tercio de la población europea y reapareció varias veces a lo largo del siglo XV, aunque con menor intensidad que la epidemia de 1348, de la que se calcula que mató a unos 25 millones de personas en toda Europa.
Un esqueleto o una calavera solían representar a la Peste Negra de 1348

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