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martes, 13 de junio de 2017

Artemisa: diosa de la caza y protectora de las mujeres

Artemisa era, sobre todo, una deidad femenina protectora de las mujeres. Sin embargo, los belicosos y viriles espartanos solían dedicarle sacrificios como a una de sus patronas favoritas antes de emprender una campaña militar. Las niñas y muchachas atenienses que se acercaban a la edad del matrimonio eran enviadas al santuario de Artemisa en Braurón para servir a la diosa, época en la que eran llamadas arktoi (oseznas). Según una leyenda arcaica, un oso había adoptado la costumbre de visitar la ciudad de Braurón, cuyas gentes lo alimentaban, de forma que con el tiempo el oso fue domesticado. Pero una niña provocó la ira del oso y éste la mató y le sacó los ojos. Después, un hermano de la niña mató al oso y Artemisa se enfureció, exigiendo que «las niñas actuaran como osas» en su templo como expiación por la muerte del plantígrado. Otra leyenda establece que el oso muerió a causa de una epidemia de peste que se declaró en Atenas, y que el Oráculo de Delfos había predicho que la pandemia sólo cesaría si las muchachas atenienses expiaban la muerte del animal.

El las obras de Homero, Artemisa fue representada como partidaria de Troya porque su hermano Apolo era el protector de la ciudad, y ella misma era muy venerada en la península de Anatolia (actual Turquía), donde se levantaba la legendaria ciudad de Ilión o Troya. En la Ilíada Artemisa se enfrentó a Hera cuando los dioses, aliados con los dos bandos, se involucraron en el conflicto armado que pudo haber tenido lugar en el siglo XIII a.C. Hera golpeó a Artemisa en los oídos con su propia aljaba, haciendo que ésta perdiese las flechas. Artemisa huyó llorando al lado de Zeus, y Leto recogió el arco y las flechas de la diosa, que acabó desempeñando un importante papel en la legendaria guerra de Troya.

Además de calmar los vientos para impedir el viaje por mar de los griegos hasta que Agamenón accedió a sacrificar a Ifigenia, ella y Apolo ayudaron a Eneas, mítico fundador de Roma. Cuando Apolo lo encontró malherido por Diomedes, lo llevó al cielo, donde los dos hermanos lo curaron en secreto, ayudados por Leto. En la mitología griega, Artemisa fue una de las deidades más veneradas y una de las últimas que se resistieron al avance del cristianismo en Asia Menor y Grecia entre los siglos IV y V. Algunos investigadores opinan que la diosa y su culto datan de la época arcaica. Homero se refiere a ella en sus obras como «Artemisa la del Terreno Inculto» y también como la «Señora de las Bestias» En el periodo clásico de la mitología griega (ss. VI al IV a.C.), Artemisa fue a menudo descrita como la hija de Zeus y Leto, y hermana melliza de Apolo. Fue la diosa de la caza en la antigua Hélade; patrona de los alumbramientos, protectora de la virginidad de las doncellas, la solícita aliviadora de los dolores menstruales y protectora de las mujeres contra las enfermedades venéreas. A menudo se la representaba como una cazadora portando el arco y un carcaj con flechas. El ciervo y el ciprés le estaban consagrados. En la época helenística tardía, asumió incluso el papel de Ilitía como ayudante en los partos difíciles, y acabó siendo identificada con Selene, una Titánide que era la diosa lunar griega; razón por la que en ocasiones Artemisa aparece representada con la Luna creciente sobre la cabeza, como la Isis egipcia. Artemisa también fue identificada con la diosa romana Diana, con la etrusca Artime y con la griega Hécate, mucho más antigua. 

Artemisa-Diana con el arco y las flechas

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