El conde
de Saint Germain fue un misterioso personaje que vivió en el siglo XVIII, ha sido descrito como cortesano, aventurero, inventor, alquimista, pianista, violinista
y compositor aficionado, y es conocido, sobre todo, por ser una figura recurrente en varias
historias de temática ocultista. Algunas
fuentes citan que, en realidad, el famoso sobrenombre francés proviene del
latín «Sanctus Germanus», es decir, Santo Hermano y, aunque no se sabe dónde nació, lo más probable es que fuera en un castillo
de los Cárpatos, siendo hijo del último príncipe de Transilvania, Francisco Rákóczi II, y
su primera esposa Teleky. A pesar de ello, su muerte está registrada el 27 de
febrero de 1784 en Eckernförde (Schleswig). Saint-Germain, fuera quien fuese, formó parte de la francmasonería, aunque trabajó para la Monarquía francesa en las décadas previas a la Revolución. La primera
aparición documentada del conde de Saint-Germain en la sociedad europea tuvo
lugar en Inglaterra en el año 1743, dos años antes de la invasión de Escocia
por los jacobitas. Durante los dos años previos a la invasión, Saint-Germain
residió en Londres. También se dice de
Saint-Germain que estaba particularmente dotado para la música y que algunas de
sus composiciones fueron interpretadas públicamente en el Teatro Haymarket en febrero
de 1745. Pero todo esto parece la tapadera de un espía o doble agente. Varias de
sus composiciones musicales fueron publicadas por los editores Walsh de
Londres. No obstante, las autoridades británicas no creían que Saint-Germain estuviera
en Londres sólo para desarrollar una carrera musical. En diciembre
de 1745, con la invasión de los jacobitas en marcha, Saint-Germain fue
arrestado por los británicos bajo la acusación de ser un agente jacobita. Más
tarde fue liberado a cambio de entregar a los británicos unas cartas del pretendiente Carlos Eduardo,
dirigidas al propio conde de Saint-Germain y a otros simpatizantes de la causa jacobita que lideraban la invasión. Horatio Wallpole escribió lo siguiente acerca del
arresto: «El otro día arrestaron a un extraño hombre, que llevaba por nombre el de conde de Saint-Germain. Éste individuo residía en Inglaterra desde hace dos
años, poco más o menos. Aunque no está claro quién es realmente, de dónde procede o qué se dedica, parece disponer de los recursos necesarios para llevar una vida ampulosa y desahogada.
Presume de ser célibe y abstemio, cuenta cosas maravillosas acerca de sus experimentos alquímicos, así como de otras investigaciones que parecen cosas propias de magos y nigromantes. Sin embargo, es muy cierto que toca el violín como
un auténtico virtuoso, pues he tenido ocasión de escucharle interpretando algunas partituras de las que el Conde se dice autor».
Cuando
Saint-Germain fue puesto en libertad por los británicos, decidió no seguir tentando a la suerte y
puso tierra de por medio. Abandonó Inglaterra y se dirigió a Austria, donde parece ser que fue huésped de
honor del príncipe Fernando von Lobkowitz, primer ministro del emperador austriaco.
En esos momentos se estaba librando la guerra de Sucesión austriaca en la que Inglaterra y Austria eran aliadas frente a Prusia y Francia. Durante
su estadía en Austria, Saint-Germain fue presentado al ministro de la Guerra
francés mariscal de Belle-Isle. Esto no deja de ser curioso dado que Francia estaba en guerra con Austria, país que había acogido al Conde. Entonces, ¿para quién trabajaba Saint-Germain en aquellos momentos? Llegados a este punto, se produce una extraña secuencia de acontecimientos. Tenemos a un extranjero
arrestado en suelo inglés como sospechoso de realizar actos de espionaje en
tiempo de guerra, lo que en aquella época y otras más recientes conllevaba un
juicio sumarísimo y una condena a muerte. Pero no sabemos con certeza para qué potencia contendiente estaba trabajando el evanescente conde de Saint-Germain. Y lo que es aún más sorprendente; después de una breve
estancia en prisión, suponemos que en confortables condiciones, este conde extranjero, sospechoso, nada menos, que de espionaje, es
puesto en libertad, sin más, y abandona Inglaterra para reunirse con el primer
ministro de Austria, a la sazón aliada de Inglaterra en la guerra que ambas naciones sostenían con Francia y Prusia. Durante su permanencia en Austria, el Conde entabla amistad con el ministro de la Guerra de Francia. Desde luego, los contactos políticos de Saint-Germain en ambos bandos
eran verdaderamente notables. Lo que hizo Saint-Germain en los tres años
siguientes, después de haber abandonado Austria, no se sabe con certeza. ¿Es posible que
fuera un agente doble trabajando al mismo tiempo para varias potencias? No es
improbable.
Saint-Germain
abandona Austria misteriosamente y reaparece en sociedad en 1749, en esta ocasión
como huésped del rey Luis XV de Francia, que apoyaba activamente la causa de los católicos jacobitas que aún pretendían recuperar el trono de Inglaterra para los Estuardo. Una causa perdida, pues la derrota sufrida en batalla de Culloden el 16 de abril de 1746, supuso el fin para la causa jacobita que jamás se recuperó de la debacle. Este choque final entre jacobitas católicos y hannoverianos protestantes, fue la última batalla librada en suelo británico hasta la fecha. Jacobitas era el nombre dado en Inglaterra después de 1688 a los partidarios
de Jacobo II y de la casa Estuardo. Jacobo II,
hijo de Carlos I, nació en 1633 y se convirtió en rey de Inglaterra en 1685.
Príncipe autoritario y violento, se granjeó las iras de sus súbditos tras su
conversión al catolicismo y su alianza con Luis XIV de Francia; destronado por
Guillermo de Nassau, príncipe de Orange, murió en Francia en 1701. Su hijo,
Jacobo Estuardo (†1766), también llamado el Joven Pretendiente o el Caballero de San
Jorge, protagonizó varias tentativas infructuosas para recuperar el trono inglés. Francia apoyaba su causa a cambio de obtener contrapartidas territoriales en el Nuevo Mundo.
De acuerdo
con una dama de la corte francesa que posteriormente escribió sobre Saint-Germain
en sus memorias «desde 1749, el rey Luis XV empleó a Saint-Germain en diversas misiones
diplomáticas y éste se defendió muy bien y honorablemente en ello». El rey
francés había ganado fama como uno de los grandes arquitectos de la diplomacia
secreta europea en el siglo XVIII. La aceptación de Saint-Germain en la corte
francesa y su trabajo para el rey de Francia como diplomático en la sombra es
significativo, por lo que no puede descartarse que fuese un espía o doble
agente. Como monarca
católico, el rey Luis XV de Francia se adhirió a los decretos del Papa que era manifiestamente
hostil a la masonería. En 1737, Luis XV promulgó un edicto prohibiendo a todos sus
súbditos relacionarse con los francmasones. Durante las siguientes décadas, el
Gobierno francés reprimió a la francmasonería francesa con juicios sumarísimos
y encarcelamientos. Al edicto del monarca Luis XV le siguió la bula IN EMINENTI del papa Clemente XII publicada un año después (1738) que prohibía a todos los católicos formar parte
de la masonería, bajo pena de excomunión. Las
actividades del enigmático Conde en esa época, si las hubo, se desconocen.
Reapareció en 1755 en la India en compañía del comandante británico sir Robert
Clive, que combatía a los franceses por la posesión del subcontinente. ¿Se había pasado el Conde al bando británico, o siempre trabajó para ellos? Este
militar británico se convertiría a la postre en uno de los contactos políticos
más importantes de Saint-Germain. No obstante, algunos biógrafos del Conde han
sugerido que éste podría haber estado trabajando como doble agente al servicio
de Luis XV de Francia que, a pesar de todo, acabaría perdiendo la guerra con
los ingleses. De todos
modos, cuando el conde de Saint-Germain regresó a Francia en 1758, fue premiado con un lujoso
apartamento en las dependencias del palacio de Chambord. También se le
facilitó un laboratorio completamente equipado para que pudiese llevar a cabo
sus extraños experimentos alquímicos. En esa época, Saint-Germain
se granjeó fama de charlatán extravagante a pesar del mecenazgo del monarca.
Presumía en público de unos profundos conocimientos de alquimia y mezclaba su
pedantería con un misticismo deliberadamente alambicado que posiblemente había
usurpado a los rosacruces, otra secta hermética que había estado muy en boga un
siglo antes en Alemania durante la guerra de los Treinta Años (1618-1648), y que lo mismo se metían en política, que cultivaban una oscura fama como ocultistas. Saint-Germain
se convirtió en objeto de todos los chismorreos y habladurías de la corte cuando declaró
que estaba en posesión del secreto para destilar el legendario Elixir de Larga
Vida con el que se podía recuperar la juventud perdida e, incluso, obtener la
inmortalidad.
Esta
panacea ya la habían buscado denodadamente los hechiceros y taumaturgos
medievales, incluido el célebre Nicolás Flamel. En 1760, Saint-Germain abandonó Francia y se trasladó a La
Haya donde se celebraban las negociaciones de paz para poner fin a la guerra de los Siete
Años (1756-1763). No se sabe
a ciencia cierta a qué actividad se dedicó el Conde en Holanda después de
haberse presentado oficialmente como delegado del rey Luis XV de Francia. El
caso fue que intentó ser recibido por los representantes diplomáticos de
Inglaterra para negociar con ellos en nombre del Rey. Sin
embargo, el ministro francés de Asuntos Exteriores, el duque de Choiseul, y el embajador
francés en Holanda, conde de Affry, no habían sido notificados por Luis XV acerca
del nombramiento de Saint-Germain ni del propósito de su misión. En
consecuencia, el duque de Choiseul tildó de charlatán a Saint-Germain y ordenó
su detención inmediata. Para evitar su arresto por las autoridades holandesas, Saint-Germain
huyó a Londres con la ayuda de un destacado político holandés, el conde de
Bentinck. Lo que de nuevo despertó las sospechas de que el Conde fuese un doble
agente actuando al servicio de los británicos tras ser desenmascarado
por el duque de Choiseul. Parece ser que a cuenta de este escándalo, el rey Luis XV
le retiró su confianza y Saint-Germain no pudo regresar a Francia hasta 1770,
cuando su encarnizado enemigo, el duque de Choiseul cayó en desgracia y fue destituido.
Retrocedamos diez años. En 1760 el conde de Saint-Germain tenía otras razones para viajar a Holanda. En una carta escrita
de puño y letra por el príncipe de Galitzia fechada el 25 de marzo de ese mismo
año, a la sazón embajador ruso en Londres, el diplomático hablaba de las
actividades del conde de Saint-Germain en Holanda con estas elogiosas palabras: «Yo
conozco personalmente a este singular conde de Saint-Germain, que durante algún tiempo ha
residido en este país [Holanda]. Hay alguien aquí con quien parece que está en muy buenas relaciones y que me ha asegurado que el propósito del viaje del Conde es
atender a sus propios asuntos». El negocio
financiero mencionado por el príncipe de Galitzia era muy secreto. Este noble
ruso parecía conocer el verdadero propósito de la visita de Saint-Germain.
Estaba en Holanda para concertar el matrimonio de la princesa Carolina con el
príncipe alemán de Nassau-Dillenburg, a fin de establecer un fondo crediticio
para Francia, endeudada después de la guerra de los Siete Años. Saint-Germain
deseaba negociar las condiciones del crédito con los poderosos banqueros
holandeses. Según las palabras del embajador francés D’Affrey «su objetivo es asegurar la concesión del crédito al Reino de Francia
convenciendo a los principales banqueros holandeses». Probablemente,
la concesión del crédito fue la razón por la que las negociaciones se
llevaron en el más estricto secreto. No
obstante, el rey Luis XV tenía ya contratados importantes créditos y
servicios financieros con los hermanos Duverney, que habían salvado el
prestigio financiero de Francia después del episodio desastroso del Banco de
Francia, involucrado en el escándalo del papel-moneda inflacionario emitido por John Law, un economista
escocés que fue el creador del papel-moneda en Europa. El principio de Law era
harto sencillo; consideraba que el dinero era sólo un medio de intercambio y no
una fuente de riqueza en sí mismo. Según Law,
la riqueza de las naciones dependía del comercio, y no de las reservas de oro
acumuladas. Law,
aunque poco conocido, es uno de los padres de la economía moderna, sus postulados,
que eran los mismos de los hermanos Duverney, sin embargo, no convencían a
Saint-Germain, y tampoco el monarca francés estaba dispuesto a conceder el
control del Banco de Francia a los hermanos Duverney. Saint-Germain
intentó contrarrestar la influencia de los Duverney en las oscilantes finanzas
de Francia y sus maniobras en La Haya estuvieron encaminadas en este sentido:
arrebatar el control a los Duverney para que lo recuperasen los mismos truhanes
que habían llevado a Francia a la bancarrota tras el escándalo del papel-moneda
inflacionario. A consecuencia de su precipitada huida de Holanda, el Conde no
pudo llevar a término su plan. A su
llegada a Londres, después de su periplo en La Haya, Saint-Germain fue una vez
más arrestado y liberado. Durante su corta estancia en Inglaterra, publicó
siete partituras de solos de violín. Saint-Germain continuó sus actividades
políticas secretas después de su partida de Londres. En 1760 regresó secretamente a París y se alojó durante un
tiempo en la casa de su viejo amigo el príncipe de Anhalt-Zerbst, que arrendaba
mercenarios alemanes a Inglaterra para emplearlos en sus guerras de ultramar, aunque nunca llegó a acumular tanta riqueza
como algunos de los príncipes alemanes vecinos. El príncipe de Anhalt-Zerbst
tenía una hermana llamada Catalina que se casó con el zarévich Pedro de
Rusia. Este matrimonio había sido arreglado por Federico el Grande de Prusia,
que era amigo de la familia Anhalt-Zerbst y al menos por un tiempo, del propio Saint-Germain. En 1762,
dos años después de que Saint-Germain regresara a París, Pedro asumió el trono
de Rusia convirtiéndose en el zar Pedro III y Saint-Germain viajó inmediatamente a la capital rusa, San Petersburgo,
donde ayudó a Catalina a derrocar a su esposo, el zar Pedro III, y proclamarse emperatriz de
Rusia.
Colaborando
con el golpe de Estado estaba la familia rusa Orloff. De los Orloff se decía
que habían asesinado al zar Pedro en una falsa reyerta. Por esta ayuda en el
golpe de Estado perpetrado por la zarina, Saint-Germain fue nombrado general del Ejército Ruso y fue un íntimo
amigo de la familia Orloff durante muchos años. Catalina, que
pasaría a la Historia como Catalina la Grande, gobernó Rusia con mano de hierro
durante veintinueve años. Con este audaz golpe de Estado, Saint-Germain contribuyó
a colocar a Rusia bajo la influencia de una élite de familias reales alemanas en
cuya órbita ya estaban varias monarquías europeas. Saint-Germain
siguió utilizando el mismo y exitoso modus operandi: arreglar el matrimonio de la princesa
de un länder o estado alemán insignificante, con el heredero de una monarquía europea importante. Al matrimonio le seguía, al poco tiempo, una revolución o un golpe
de Estado que ponía fin a la dinastía reinante. El último
de estos golpes de Estado precocinados se ejecutó muchos años después de haber muerto el conde de Saint-Germain:
fue la Revolución rusa de febrero de 1917 que puso fin a la monarquía de los
Romanov en Rusia. Casualmente, la esposa del zar Nicolás II, la zarina
Alejandra, era también de origen alemán.
Algunos
años antes de la irrupción del conde de Saint-Germain en la escena política europea, la casa de Hanover se convirtió en la
dinastía alemana reinante en Gran Bretaña desde 1714 hasta la fundación del
Reino Unido en 1801, y desde entonces hasta 1901, fecha en la que murió
Victoria I y ascendió al trono su hijo Eduardo VII, perteneciente a la también dinastía alemana de Sajonia-Coburgo-Gotha (reinante en la actualidad bajo el nombre de Windsor adoptado en 1917). Esta dinastía tiene su origen en una casa nobiliaria establecida en Suabia y Baviera
en el siglo IX. Algunas veces se le conoce como la casa de Brunswick-Luneburgo, una línea colateral de la casa Hanóver. En estas maniobras políticas que afectaron a varias monarquías reinantes, puede rastrearse la evidencia de una intervención directa de la cada vez más poderosa e influyente francmasonería europea, de la que, casi con toda seguridad, formaba parte el conde de Saint-Germain, y que como principal objetivo se había propuesto la abolición de todas las monarquías europeas, salvo la británica. Ciertamente, los monarcas ingleses fueron los únicos que llegaron a pactar con la masonería y el trono de Inglaterra no se vio inmerso en las revoluciones de 1789, 1836, 1848, 1871 y 1917, que hicieron tambalear a casi todas las monarquías europeas. Aún hoy es curioso escuchar a los masones británicos defender el concepto de una Monarquía Universal presidida por un soberano inglés, cuyos orígenes, desde la publicación de libros como El enigma sagrado o El código Da Vinci, se pretende entroncar con la descendencia misma de Cristo. Este monarca universal sería al mismo tiempo rey-sacerdote, es decir, jefe del Estado y de la Iglesia, algo que, de hecho, sólo se da en Inglaterra desde el siglo XVI.
Lo que hizo Saint-Germain entre los años 1763 1769
después de abandonar Rusia, es un misterio. Se sabe que pasó un año
aproximadamente en Berlín y que, por poco tiempo, fue huésped de Federico
Augusto de Brunswick. Desde Brunswick, Saint-Germain continuó su viaje a través de toda
Europa. Regresó a Francia en 1770. En 1772, Saint-Germain actuó como agente de Luis
XV, esta vez durante las negociaciones celebradas en Viena acerca de la partición de Polonia. Desafortunadamente para Saint-Germain, Luis XV murió el 10 de Mayo de 1774 y su
nieto de diecinueve años, ahora convertido en Luis XVI, accedió al trono.
El nuevo rey trajo de regreso a la corte a Choiseul y éste no dudó en demostrarle su desprecio a Saint-Germain, y éste se vio forzado a abandonar la corte francesa para siempre. El conde de Saint-Germain
partió inmediatamente hacia Alemania donde fue muy bien recibido como
huésped del margrave de Brandemburgo y por otros príncipes alemanes.
En 1779 Saint-Germain fue contratado por el príncipe Karl von Hesse,
con quien pasó los últimos años de su vida dedicado a actividades filantrópicas y a sus experimentos de alquimia. Se dice que también se aficionó a la práctica de la quiromancia y que pudo haber inspirado el personaje principal de la celebérrima novela Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Wollstonecraft. En conde de Saint-Germain falleció en 1784 y en el registro civil de la
iglesia de Eckernförde figura la siguiente reseña del óbito: «Muerto el 27 de
febrero, enterrado el 2 de marzo de 1784. Aquí yace el llamado conde de Saint-Germain».
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