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miércoles, 16 de agosto de 2017

El enigmático conde de Saint-Germain

El conde de Saint Germain fue un misterioso personaje que vivió en el siglo XVIII, ha sido descrito como cortesano, aventurero, inventor, alquimista, pianista, violinista y compositor aficionado, y es conocido, sobre todo, por ser una figura recurrente en varias historias de temática ocultista. Algunas fuentes citan que, en realidad, el famoso sobrenombre francés proviene del latín «Sanctus Germanus», es decir, Santo Hermano y, aunque no se sabe dónde nació, lo más probable es que fuera en un castillo de los Cárpatos, siendo hijo del último príncipe de Transilvania, Francisco Rákóczi II, y su primera esposa Teleky. A pesar de ello, su muerte está registrada el 27 de febrero de 1784 en Eckernförde (Schleswig). Saint-Germain, fuera quien fuese, formó parte de la francmasonería, aunque trabajó para la Monarquía francesa en las décadas previas a la Revolución. La primera aparición documentada del conde de Saint-Germain en la sociedad europea tuvo lugar en Inglaterra en el año 1743, dos años antes de la invasión de Escocia por los jacobitas. Durante los dos años previos a la invasión, Saint-Germain residió en Londres. También se dice de Saint-Germain que estaba particularmente dotado para la música y que algunas de sus composiciones fueron interpretadas públicamente en el Teatro Haymarket en febrero de 1745. Pero todo esto parece la tapadera de un espía o doble agente. Varias de sus composiciones musicales fueron publicadas por los editores Walsh de Londres. No obstante, las autoridades británicas no creían que Saint-Germain estuviera en Londres sólo para desarrollar una carrera musical. En diciembre de 1745, con la invasión de los jacobitas en marcha, Saint-Germain fue arrestado por los británicos bajo la acusación de ser un agente jacobita. Más tarde fue liberado a cambio de entregar a los británicos unas cartas del pretendiente Carlos Eduardo, dirigidas al propio conde de Saint-Germain y a otros simpatizantes de la causa jacobita que lideraban la invasión. Horatio Wallpole escribió lo siguiente acerca del arresto: «El otro día arrestaron a un extraño hombre, que llevaba por nombre el de conde de Saint-Germain. Éste individuo residía en Inglaterra desde hace dos años, poco más o menos. Aunque no está claro quién es realmente, de dónde procede o qué se dedica, parece disponer de los recursos necesarios para llevar una vida ampulosa y desahogada. Presume de ser célibe y abstemio, cuenta cosas maravillosas acerca de sus experimentos alquímicos, así como de otras investigaciones que parecen cosas propias de magos y nigromantes. Sin embargo, es muy cierto que toca el violín como un auténtico virtuoso, pues he tenido ocasión de escucharle interpretando algunas partituras de las que el Conde se dice autor».
Cuando Saint-Germain fue puesto en libertad por los británicos, decidió no seguir tentando a la suerte y puso tierra de por medio. Abandonó Inglaterra y se dirigió a Austria, donde parece ser que fue huésped de honor del príncipe Fernando von Lobkowitz, primer ministro del emperador austriaco. En esos momentos se estaba librando la guerra de Sucesión austriaca en la que Inglaterra y Austria eran aliadas frente a Prusia y Francia. Durante su estadía en Austria, Saint-Germain fue presentado al ministro de la Guerra francés mariscal de Belle-Isle. Esto no deja de ser curioso dado que Francia estaba en guerra con Austria, país que había acogido al Conde. Entonces, ¿para quién trabajaba Saint-Germain en aquellos momentos? Llegados a este punto, se produce una extraña secuencia de acontecimientos. Tenemos a un extranjero arrestado en suelo inglés como sospechoso de realizar actos de espionaje en tiempo de guerra, lo que en aquella época y otras más recientes conllevaba un juicio sumarísimo y una condena a muerte. Pero no sabemos con certeza para qué potencia contendiente estaba trabajando el evanescente conde de Saint-Germain. Y lo que es aún más sorprendente; después de una breve estancia en prisión, suponemos que en confortables condiciones, este conde extranjero, sospechoso, nada menos, que de espionaje, es puesto en libertad, sin más, y abandona Inglaterra para reunirse con el primer ministro de Austria, a la sazón aliada de Inglaterra en la guerra que ambas naciones sostenían con Francia y Prusia. Durante su permanencia en Austria, el Conde entabla amistad con el ministro de la Guerra de Francia. Desde luego, los contactos políticos de Saint-Germain en ambos bandos eran verdaderamente notables. Lo que hizo Saint-Germain en los tres años siguientes, después de haber abandonado Austria, no se sabe con certeza. ¿Es posible que fuera un agente doble trabajando al mismo tiempo para varias potencias? No es improbable.
Saint-Germain abandona Austria misteriosamente y reaparece en sociedad en 1749, en esta ocasión como huésped del rey Luis XV de Francia, que apoyaba activamente la causa de los católicos jacobitas que aún pretendían recuperar el trono de Inglaterra para los Estuardo. Una causa perdida, pues la derrota sufrida en batalla de Culloden el 16 de abril de 1746, supuso el fin para la causa jacobita que jamás se recuperó de la debacle. Este choque final entre jacobitas católicos y hannoverianos protestantes, fue la última batalla librada en suelo británico hasta la fecha. Jacobitas era el nombre dado en Inglaterra después de 1688 a los partidarios de Jacobo II y de la casa Estuardo. Jacobo II, hijo de Carlos I, nació en 1633 y se convirtió en rey de Inglaterra en 1685. Príncipe autoritario y violento, se granjeó las iras de sus súbditos tras su conversión al catolicismo y su alianza con Luis XIV de Francia; destronado por Guillermo de Nassau, príncipe de Orange, murió en Francia en 1701. Su hijo, Jacobo Estuardo (1766), también llamado el Joven Pretendiente o el Caballero de San Jorge, protagonizó varias tentativas infructuosas para recuperar el trono inglés. Francia apoyaba su causa a cambio de obtener contrapartidas territoriales en el Nuevo Mundo. 
De acuerdo con una dama de la corte francesa que posteriormente escribió sobre Saint-Germain en sus memorias «desde 1749, el rey Luis XV empleó a Saint-Germain en diversas misiones diplomáticas y éste se defendió muy bien y honorablemente en ello». El rey francés había ganado fama como uno de los grandes arquitectos de la diplomacia secreta europea en el siglo XVIII. La aceptación de Saint-Germain en la corte francesa y su trabajo para el rey de Francia como diplomático en la sombra es significativo, por lo que no puede descartarse que fuese un espía o doble agente. Como monarca católico, el rey Luis XV de Francia se adhirió a los decretos del Papa que era manifiestamente hostil a la masonería. En 1737, Luis XV promulgó un edicto prohibiendo a todos sus súbditos relacionarse con los francmasones. Durante las siguientes décadas, el Gobierno francés reprimió a la francmasonería francesa con juicios sumarísimos y encarcelamientos. Al edicto del monarca Luis XV le siguió la bula IN EMINENTI del papa Clemente XII publicada un año después (1738) que prohibía a todos los católicos formar parte de la masonería, bajo pena de excomunión. Las actividades del enigmático Conde en esa época, si las hubo, se desconocen. Reapareció en 1755 en la India en compañía del comandante británico sir Robert Clive, que combatía a los franceses por la posesión del subcontinente. ¿Se había pasado el Conde al bando británico, o siempre trabajó para ellos? Este militar británico se convertiría a la postre en uno de los contactos políticos más importantes de Saint-Germain. No obstante, algunos biógrafos del Conde han sugerido que éste podría haber estado trabajando como doble agente al servicio de Luis XV de Francia que, a pesar de todo, acabaría perdiendo la guerra con los ingleses. De todos modos, cuando el conde de Saint-Germain regresó a Francia en 1758, fue premiado con un lujoso apartamento en las dependencias del palacio de Chambord. También se le facilitó un laboratorio completamente equipado para que pudiese llevar a cabo sus extraños experimentos alquímicos. En esa época, Saint-Germain se granjeó fama de charlatán extravagante a pesar del mecenazgo del monarca. Presumía en público de unos profundos conocimientos de alquimia y mezclaba su pedantería con un misticismo deliberadamente alambicado que posiblemente había usurpado a los rosacruces, otra secta hermética que había estado muy en boga un siglo antes en Alemania durante la guerra de los Treinta Años (1618-1648), y que lo mismo se metían en política, que cultivaban una oscura fama como ocultistas. Saint-Germain se convirtió en objeto de todos los chismorreos y habladurías de la corte cuando declaró que estaba en posesión del secreto para destilar el legendario Elixir de Larga Vida con el que se podía recuperar la juventud perdida e, incluso, obtener la inmortalidad. 
Esta panacea ya la habían buscado denodadamente los hechiceros y taumaturgos medievales, incluido el célebre Nicolás Flamel. En 1760, Saint-Germain abandonó Francia y se trasladó a La Haya donde se celebraban las negociaciones de paz para poner fin a la guerra de los Siete Años (1756-1763). No se sabe a ciencia cierta a qué actividad se dedicó el Conde en Holanda después de haberse presentado oficialmente como delegado del rey Luis XV de Francia. El caso fue que intentó ser recibido por los representantes diplomáticos de Inglaterra para negociar con ellos en nombre del Rey. Sin embargo, el ministro francés de Asuntos Exteriores, el duque de Choiseul, y el embajador francés en Holanda, conde de Affry, no habían sido notificados por Luis XV acerca del nombramiento de Saint-Germain ni del propósito de su misión. En consecuencia, el duque de Choiseul tildó de charlatán a Saint-Germain y ordenó su detención inmediata. Para evitar su arresto por las autoridades holandesas, Saint-Germain huyó a Londres con la ayuda de un destacado político holandés, el conde de Bentinck. Lo que de nuevo despertó las sospechas de que el Conde fuese un doble agente actuando al servicio de los británicos tras ser desenmascarado por el duque de Choiseul. Parece ser que a cuenta de este escándalo, el rey Luis XV le retiró su confianza y Saint-Germain no pudo regresar a Francia hasta 1770, cuando su encarnizado enemigo, el duque de Choiseul cayó en desgracia y fue destituido.
Retrocedamos diez años. En 1760 el conde de Saint-Germain tenía otras razones para viajar a Holanda. En una carta escrita de puño y letra por el príncipe de Galitzia fechada el 25 de marzo de ese mismo año, a la sazón embajador ruso en Londres, el diplomático hablaba de las actividades del conde de Saint-Germain en Holanda con estas elogiosas palabras: «Yo conozco personalmente a este singular conde de Saint-Germain, que durante algún tiempo ha residido en este país [Holanda]. Hay alguien aquí con quien parece que está en muy buenas relaciones y que me ha asegurado que el propósito del viaje del Conde es atender a sus propios asuntos». El negocio financiero mencionado por el príncipe de Galitzia era muy secreto. Este noble ruso parecía conocer el verdadero propósito de la visita de Saint-Germain. Estaba en Holanda para concertar el matrimonio de la princesa Carolina con el príncipe alemán de Nassau-Dillenburg, a fin de establecer un fondo crediticio para Francia, endeudada después de la guerra de los Siete Años. Saint-Germain deseaba negociar las condiciones del crédito con los poderosos banqueros holandeses. Según las palabras del embajador francés D’Affrey «su objetivo es asegurar la concesión del crédito al Reino de Francia convenciendo a los principales banqueros holandeses». Probablemente, la concesión del crédito fue la razón por la que las negociaciones se llevaron en el más estricto secreto. No obstante, el rey Luis XV tenía ya contratados importantes créditos y servicios financieros con los hermanos Duverney, que habían salvado el prestigio financiero de Francia después del episodio desastroso del Banco de Francia, involucrado en el escándalo del papel-moneda inflacionario emitido por John Law, un economista escocés que fue el creador del papel-moneda en Europa. El principio de Law era harto sencillo; consideraba que el dinero era sólo un medio de intercambio y no una fuente de riqueza en sí mismo. Según Law, la riqueza de las naciones dependía del comercio, y no de las reservas de oro acumuladas. Law, aunque poco conocido, es uno de los padres de la economía moderna, sus postulados, que eran los mismos de los hermanos Duverney, sin embargo, no convencían a Saint-Germain, y tampoco el monarca francés estaba dispuesto a conceder el control del Banco de Francia a los hermanos Duverney. Saint-Germain intentó contrarrestar la influencia de los Duverney en las oscilantes finanzas de Francia y sus maniobras en La Haya estuvieron encaminadas en este sentido: arrebatar el control a los Duverney para que lo recuperasen los mismos truhanes que habían llevado a Francia a la bancarrota tras el escándalo del papel-moneda inflacionario. A consecuencia de su precipitada huida de Holanda, el Conde no pudo llevar a término su plan. A su llegada a Londres, después de su periplo en La Haya, Saint-Germain fue una vez más arrestado y liberado. Durante su corta estancia en Inglaterra, publicó siete partituras de solos de violín. Saint-Germain continuó sus actividades políticas secretas después de su partida de Londres. En 1760 regresó secretamente a París y se alojó durante un tiempo en la casa de su viejo amigo el príncipe de Anhalt-Zerbst, que arrendaba mercenarios alemanes a Inglaterra para emplearlos en sus guerras de ultramar, aunque nunca llegó a acumular tanta riqueza como algunos de los príncipes alemanes vecinos. El príncipe de Anhalt-Zerbst tenía una hermana llamada Catalina que se casó con el zarévich Pedro de Rusia. Este matrimonio había sido arreglado por Federico el Grande de Prusia, que era amigo de la familia Anhalt-Zerbst y al menos por un tiempo, del propio Saint-Germain. En 1762, dos años después de que Saint-Germain regresara a París, Pedro asumió el trono de Rusia convirtiéndose en el zar Pedro III y Saint-Germain viajó inmediatamente a la capital rusa, San Petersburgo, donde ayudó a Catalina a derrocar a su esposo, el zar Pedro III, y proclamarse emperatriz de Rusia.
Colaborando con el golpe de Estado estaba la familia rusa Orloff. De los Orloff se decía que habían asesinado al zar Pedro en una falsa reyerta. Por esta ayuda en el golpe de Estado perpetrado por la zarina, Saint-Germain fue nombrado general del Ejército Ruso y fue un íntimo amigo de la familia Orloff durante muchos años. Catalina, que pasaría a la Historia como Catalina la Grande, gobernó Rusia con mano de hierro durante veintinueve años. Con este audaz golpe de Estado, Saint-Germain contribuyó a colocar a Rusia bajo la influencia de una élite de familias reales alemanas en cuya órbita ya estaban varias monarquías europeas. Saint-Germain siguió utilizando el mismo y exitoso modus operandi: arreglar el matrimonio de la princesa de un länder o estado alemán insignificante, con el heredero de una monarquía europea importante. Al matrimonio le seguía, al poco tiempo, una revolución o un golpe de Estado que ponía fin a la dinastía reinante. El último de estos golpes de Estado precocinados se ejecutó muchos años después de haber muerto el conde de Saint-Germain: fue la Revolución rusa de febrero de 1917 que puso fin a la monarquía de los Romanov en Rusia. Casualmente, la esposa del zar Nicolás II, la zarina Alejandra, era también de origen alemán.
Algunos años antes de la irrupción del conde de Saint-Germain en la escena política europea, la casa de Hanover se convirtió en la dinastía alemana reinante en Gran Bretaña desde 1714 hasta la fundación del Reino Unido en 1801, y desde entonces hasta 1901, fecha en la que murió Victoria I y ascendió al trono su hijo Eduardo VII, perteneciente a la también dinastía alemana de Sajonia-Coburgo-Gotha (reinante en la actualidad bajo el nombre de Windsor adoptado en 1917). Esta dinastía tiene su origen en una casa nobiliaria establecida en Suabia y Baviera en el siglo IX. Algunas veces se le conoce como la casa de Brunswick-Luneburgo, una línea colateral de la casa Hanóver. En estas maniobras políticas que afectaron a varias monarquías reinantes, puede rastrearse la evidencia de una intervención directa de la cada vez más poderosa e influyente francmasonería europea, de la que, casi con toda seguridad, formaba parte el conde de Saint-Germain, y que como principal objetivo se había propuesto la abolición de todas las monarquías europeas, salvo la británica. Ciertamente, los monarcas ingleses fueron los únicos que llegaron a pactar con la masonería y el trono de Inglaterra no se vio inmerso en las revoluciones de 1789, 1836, 1848, 1871 y 1917, que hicieron tambalear a casi todas las monarquías europeas. Aún hoy es curioso escuchar a los masones británicos defender el concepto de una Monarquía Universal presidida por un soberano inglés, cuyos orígenes, desde la publicación de libros como El enigma sagrado o El código Da Vinci, se pretende entroncar con la descendencia misma de Cristo. Este monarca universal sería al mismo tiempo rey-sacerdote, es decir, jefe del Estado y de la Iglesia, algo que, de hecho, sólo se da en Inglaterra desde el siglo XVI.
Lo que hizo Saint-Germain entre los años 1763 1769 después de abandonar Rusia, es un misterio. Se sabe que pasó un año aproximadamente en Berlín y que, por poco tiempo, fue huésped de Federico Augusto de Brunswick. Desde Brunswick, Saint-Germain continuó su viaje a través de toda Europa. Regresó a Francia en 1770. En 1772, Saint-Germain actuó como agente de Luis XV, esta vez durante las negociaciones celebradas en Viena acerca de la partición de Polonia. Desafortunadamente para Saint-Germain, Luis XV murió el 10 de Mayo de 1774 y su nieto de diecinueve años, ahora convertido en Luis XVI, accedió al trono. El nuevo rey trajo de regreso a la corte a Choiseul y éste no dudó en demostrarle su desprecio a Saint-Germain, y éste se vio forzado a abandonar la corte francesa para siempre. El conde de Saint-Germain partió inmediatamente hacia Alemania donde fue muy bien recibido como huésped del margrave de Brandemburgo y por otros príncipes alemanes. En 1779 Saint-Germain fue contratado por el príncipe Karl von Hesse, con quien pasó los últimos años de su vida dedicado a actividades filantrópicas y a sus experimentos de alquimia. Se dice que también se aficionó a la práctica de la quiromancia y que pudo haber inspirado el personaje principal de la celebérrima novela Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Wollstonecraft. En conde de Saint-Germain falleció en 1784 y en el registro civil de la iglesia de Eckernförde figura la siguiente reseña del óbito: «Muerto el 27 de febrero, enterrado el 2 de marzo de 1784. Aquí yace el llamado conde de Saint-Germain». 


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