A principios de marzo de 2006, el ex
presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, de 64 años, fallecía en extrañas
circunstancias en la prisión del Tribunal Penal Internacional para la Antigua
Yugoslavia (TPIY) que le juzgaba por genocidio y crímenes de guerra en los tres
conflictos de los Balcanes en los años noventa y que causaron más de 200.000
muertos: Croacia (1991-1995), Bosnia (1992-1995) y Kosovo (1998-1999). El TPIY
de La Haya (Holanda) ordenó una investigación que culminó con una somera
autopsia y un examen toxicológico rutinario. En su informe final, el TPIY
declinaba cualquier responsabilidad en la misteriosa muerte de Milosevic. El juicio al ex presidente yugoslavo
comenzó en febrero de 2002 en La Haya y Milosevic, que se defendió a sí mismo,
rechazó la asistencia de abogados al considerar al tribunal ilegal y había
pedido reiteradamente ir a Moscú para ser tratado allí de su hipertensión
crónica. Esta solicitud le fue denegada. El ministro de Asuntos Exteriores
holandés, Ben Bot, aseguró poco después a la agencia de noticias ANP que la
muerte de Slobodan Milosevic se debió a causas naturales. Asimismo, el titular
francés de AAEE, Philippe Douste-Blazy, abundó desde Salzburgo en la misma
tesis reforzando la coartada del TPIY y acusó a Milosevic de ser el principal
responsable de las guerras de los Balcanes que desintegraron la antigua
Yugoslavia. Sin embargo, la pretensión de
Milosevic fue siempre la de mantener la unidad territorial de Yugoslavia y
dirigió al país con mano firme desde 1989 hasta el 6 de octubre de 2000, cuando
fue derrocado tras el asalto al Parlamento de miles de personas. Un golpe de
Estado orquestado por la CIA y muy parecido, por no decir que idéntico, al que
apartó a Edward Shevardnadze de la presidencia de la República de Georgia el 23
de noviembre de 2003, después de haberla presidido desde 1995 tras el colapso
de la URSS. Shevardnadze, al contrario que el actual Gobierno georgiano pro
norteamericano, apostaba por mantener unas buenas relaciones diplomáticas y una
estrecha colaboración comercial con Rusia. Curiosamente, la extraña muerte de
Milosevic se produjo cinco días después del suicidio en la misma cárcel del
TPIY de La Haya de Milán Bábic, ex líder de los paramilitares serbios de
Croacia. Bábic cumplía una pena de 13 años por crímenes cometidos contra
civiles no serbios en la República Serbia de Krajina situada al este de Croacia. Por otra parte, varios políticos
europeos que se han mostrado reacios a ceder amplias parcelas de soberanía
nacional a Bruselas han desaparecido de forma violenta: el holandés Pym Fortuyn
en 2002, Jörg Haider en Austria en 2008 y Kaczynski, el presidente polaco, en
abril de 2010.
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