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sábado, 17 de junio de 2017

Nerón: estigmatizado con el 666, el Número de la Bestia del Apocalipsis

Nerón también es demonizado en el judaísmo, y de forma bastante torticera, por cierto. Según la tradición judía registrada en el Talmud (Gitin 56 a-b), a finales del año 66 estalló un conflicto entre los griegos y los judíos de Jerusalén y Cesarea. Nerón se presentó en Jerusalén al frente de sus tropas —cosa que nunca ocurrió, fueron Vespasiano y Tito los generales al mando de las operaciones militares para aplastar la rebelión—, y ordenó a sus soldados que lanzaran flechas a los cuatro vientos. Todas las flechas cayeron sobre la ciudad santa. A continuación, pidió a un niño que pasaba por allí (¿?) que recitara un verso que había aprendido ese día: «Me vengaré de Edom mediante mi pueblo de Israel» (Ez 25, 14). Nerón quedó aterrorizado, comprendiendo que el dios hebreo quería que el Templo de Jerusalén fuera destruido, pero que luego lo castigaría por ello. El emperador dijo entonces: «quiere [Yahvé] sembrar la destrucción en su Casa, pero echarme a mí la culpa». Nerón regresó a Roma y se convirtió al judaísmo para evitar este castigo. Esto es absurdo. Según el Talmud, uno de los líderes religiosos de la rebelión judía de los años 132-135 contra los romanos acaudillada por Simón bar Kojba, el Hijo de la Estrella, era descendiente del mismo Nerón. Esto es completamente falso. Es posible, no obstante, que Nerón fuese visto con buenos ojos por los judíos, al menos al principio, por haber iniciado la persecución de los cristianos que eran tenidos por herejes y apóstatas por los demás judíos. Desde luego, las cosas cambiaron a partir del año 66 cuando Nerón envió sus legiones a Judea para sofocar la rebelión de los zelotes. A Nerón, como a cualquier romano de la época, las perogrulladas de los rabinos judíos y de su iracundo dios, le traían al pairo. En la tradición cristiana, sin embargo, Nerón es tildado de anticristo por haber ordenado la primera persecución contra los cristianos, y por ser el asesino de los apóstoles Pedro y Pablo. El segundo sí que estuvo en Roma y sus actividades están bien documentadas. Pero Simón-Pedro jamás puso los pies en la capital del Imperio. Fue ejecutado en Jerusalén por orden del rey Herodes Agripa en el año 47, después de la celebración del que se considera primer sínodo de la Iglesia, y de haberse enfrentado a Pablo en una agria discusión que versó sobre la conveniencia de aceptar o no a los gentiles no circuncidados en el seno del judaísmo. El historiador Tácito describe con todo lujo de detalles las torturas y ejecuciones de fieles cristianos llevadas a cabo por Nerón tras el incendio de Roma del año 64. Suetonio también habla de las persecuciones, aunque de manera elogiosa, pues fueron muchos los romanos que culparon del incendio a los judíos, ya fuesen éstos cristianos u ortodoxos, y no relaciona a Nerón con la catástrofe ni dice que él la provocase. Es más, Nerón abandonó su casa de veraneo en Anzio para presentarse en la ciudad y socorrer a las víctimas. Fue la propaganda cristiana la que acusó al emperador de ser el instigador del incendio. Nerón fue responsable de muchas fechorías, pero no del gran incendio de Roma del año 64.

El escritor cristiano Tertuliano (155-230) es el primer autor conocido en llamar a Nerón «perseguidor de los cristianos». En una de sus obras dice lo siguiente: «Examinad vuestros recuerdos, y veréis que fue el primero en perseguirnos». Lactancio (240-320) y Sulpicio Severo (363-425) también relatan las cruentas persecuciones ordenadas por Nerón, pero ambos vivieron varios siglos después de ocurridos los hechos, por lo que hablan de oídas sobre una tradición oral totalmente deformada y adulterada. Otras fuentes, mejor informadas, hablan de una primera expulsión de judíos de Italia en tiempos de Claudio, y de otra anterior en tiempos de Tiberio por negarse los judíos a servir en el ejército romano. Hay que destacar que en esa época lo judío y lo cristiano todavía no estaba bien delimitado, ya que el cristianismo primitivo es una corriente dentro del judaísmo. El obispo Eusebio de Cesarea (275-339) escribió que Pablo fue decapitado en Roma en tiempos de Nerón. Afirma además que las persecuciones del emperador también llevaron al asesinato de Pedro, aunque no dice que Nerón diese órdenes precisas de ejecutarlos. Varios escritos contradicen a Eusebio y sostienen que Pablo sobrevivió a su estadía en Roma y que, incluso, viajó a España. El texto apócrifo Hechos de Pedro (200), es el primer relato que habla de la crucifixión invertida de Pedro, cabeza abajo; pena capital reservada a los sediciosos. El relato finaliza con Pablo huyendo de Roma y con la promesa de Nerón de no volver a perseguir a los cristianos. Otros escritos cristianos, redactados en el siglo IV, aseguran que Pedro y Pablo fueron ejecutados en Roma siguiendo las órdenes del emperador.

Nerón el Anticristo

El apócrifo La Ascensión de Isaías es el primer texto que sugiere que Nerón es el Anticristo. Las similitudes entre los dos son claras, ya que «un rey sin ley, asesino de su madre, llegará a este mundo con todo el poder y la pompa, y el mundo entero acatará sus deseos». Los Oráculos Sibilinos, Libros V y VIII, reescritos en el siglo II, profetizan que Nerón volverá y traerá consigo la destrucción. En el seno de las comunidades cristianas, éstos y otros escritos fomentaron la creencia de que Nerón regresaría como el Anticristo. En el año 310, Lactancio escribió que Nerón había resucitado de entre los muertos al poco tiempo de ser inhumado, y que desde entonces permanecía oculto en una cueva remota, al acecho, y que volvería para dar cumplimiento a las profecías sibilinas. En 422, Agustín de Hipona escribió que Pablo también mencionó la Venida del Anticristo. Aunque el propio San Agustín rechazaba la hipótesis de que Nerón fuera el Anticristo y de que fuese a regresar coincidiendo con el fin de los tiempos, sí mencionaba la creencia cristiana sobre este particular muy arraigada en la época. Todavía en las décadas que precedieron al año 1000 se creía en la Venida del Anticristo; y el año 1666, en plena ebullición de las guerras de Religión en Europa, se identificó con el Año de la Bestia. Incluso en fechas tan recientes como 1966, también se habló de la Venida del Anticristo, y algunos creían que ya estaba en la Tierra. Todas estas profecías no son más absurdas que la del calendario maya que predecía el fin del mundo en 2012, una supuesta profecía cuyos autores nada sabían de un mundo más allá de los confines de sus propias tierras. Algunos eruditos sostienen que la cifra 666 es en realidad un código relativo al emperador Nerón. Algunos escritos apócrifos avalan esta teoría porque cuando se suman las letras hebreas del nombre de Nerón el resultado es 666. Por otra parte, el concepto de Nerón como Anticristo es la creencia central sobre la que gira la escatología del preterismo, una variación de la escatología cristiana primitiva que mantiene que las profecías bíblicas, y especialmente las del Apocalipsis relativas a los Últimos Días, se refieren a eventos que tuvieron lugar en el siglo I, en el Periodo de los Testigos, que arranca con el inicio de la vida pública de Jesús hacia el año 29-30, y culmina en el año 70 con la destrucción del Tempo de Jerusalén que el propio Jesús había vaticinado. Este es el lapso de tiempo en el que vienen a coincidir los que conocieron personalmente a Jesús. Aunque Juan de Éfeso, posible autor del Apocalipsis o Libro de la Revelación, además de su Evangelio, aún vivía en tiempos del emperador Domiciano (81-96), que también decretó violentas persecuciones contra los cristianos y fue estigmatizado como Anticristo y Nerón redivivo.

El término preterismo proviene del adjetivo «pretérito», que indica que algo ya pasó o sucedió. Los partidarios del preterismo se conocen como preteristas y cada día son más en América y Europa. Conviene recordar que el término «parusía», (literalmente presencia o advenimiento), se refería a la Segunda Venida de Cristo, y se menciona en diversas ocasiones en los cuatro evangelios canónicos. La manifestación inicial de esta presencia divina sería mostrada con la destrucción del Templo (consumada en el año 70) que marcaría el fin del pacto sellado entre Yahvé, el dios hebreo, y su pueblo en el Antiguo Testamento. Pero esto no tenía por qué afectar al resto de las naciones. El término parusía fue reinterpretado a finales del siglo XIX con el desarrollo del preterismo y la publicación de la obra de James Stuart Russell La Parusía, Doctrina de la Segunda Venida del Señor. La primera parusía o Segunda Venida de Cristo tenía que producirse en el año 135, es decir, a los cien años justos desde la Crucifixión. Evidentemente, no ocurrió nada salvo la definitiva derrota de los zelotes ese mismo año y el inicio de la diáspora de los judíos decretada por el emperador Adriano. Dando un buen salto en el tiempo, nos situaremos en el año 1843, para el que también se profetizó la parusía, tras la reinterpretación de la profecía de Daniel (8:14) y Daniel (9:24-27) donde se aseguraba que «el Santuario sería purificado». William Miller interpretó que el Santuario del que se hablaba en dicho versículo, era la Tierra y que ésta «sería purificada con el fuego de la gloria de Cristo». Al no cumplirse la Segunda Venida de Cristo anunciada por Miller, dicho evento pasó a ser conocido como el Gran Fiasco, lo que dio origen a varios grupos religiosos como los Adventistas del Séptimo Día y los Testigos de Jehová. Estos últimos aseguran que Cristo fue entronizado en los Cielos en 1914 para gobernar en la Tierra después del Armagedón, o Fin de los Tiempos. Charles Taze Russell enfatizó mucho en su enseñanza sobre la parusía y fue de los que más insistieron en su momento en la inminencia del fin del mundo y el Día del Juicio. Algo que, una vez más, no se ha producido, pero en lo que vienen insistiendo diferentes iglesias evangélicas y movimientos fundamentalistas, amén de otras sectas del cristianismo protestante anglosajón, que tan buena acogida está teniendo en Iberoamérica, pero que los católicos europeos descartaron hace cientos de años, hartos de errar en todas sus profecías desde el siglo II, cuando estaba prevista una Segunda Venida de Cristo, que jamás se produjo.

Nerón, en la arena del anfiteatro, contempla a una de sus víctimas


2 comentarios:

  1. BUENAS, QUISIERA SABER QUIEN ES EL AUTOR DE ESTE CUADRO.GRACIAS

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  2. La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas, y tenía en la mano una copa de oro llena de abominaciones y de las inmundicias de su inmoralidad(Apoc 17.4) ¿Quien se viste asi para sus misas? Exacto las misas catolicas romanas. Y él proferirá palabras contra el Altísimo y afligirá a los santos del Altísimo, e intentará cambiar los tiempos y la ley; y le serán entregados en sus manos por un tiempo, por tiempos y por medio tiempo. (Daniel 7.25) La iglesia catolica romana saco el mandamiento de adorar estatuas o imagenes y tambien saco el sabado. Es tan simple entender que la bestia es la roma papal, usen el metodo historicista, nunca falla porque la historia es una sola. Esta teoria Jesuita del futuro o del pasado, busca sacarlos del medio, sabemos que la bestia es y sera el sistema catolico romano.

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