Hacia
el 370 los ostrogodos estaban gobernados por el rey Hermanarico, que cinco años
después se enfrentó a los hunos dirigidos por Balamber. Hermanarico, ya
anciano, fue gravemente herido en un atentado y se suicidó ante una inminente
derrota, sucediéndole Vitimiro, cuyo intento de resistir a los hunos no tuvo
éxito, y él mismo resultó muerto también, de modo que los ostrogodos fueron
sometidos por los hunos. No
obstante, los visigodos al mando de Alavivo y Fritigerno, que eran unos
doscientos mil, se reunieron en la orilla norte del Danubio y pidieron al
Imperio, contra el que habían combatido unos años antes, que les aceptara en
sus territorios y se les otorgaran tierras donde asentarse. A este grupo se le
permitió asentarse en la orilla sur del Danubio y los Balcanes (Tracia y Moesia).
Pero la explotación a que fueron sometidos por los funcionarios y por los jefes
militares romanos, les creó una situación insostenible para su orgullo.
Fritigerno y los grandes terratenientes visigodos presentarían quejas y el
general romano Lucipino intentó asesinar a Fritigerno durante un banquete; el
intento fracasó y Lucipino resultó muerto. Fritigerno y los visigodos se
rebelaron (377) en Marcianópolis (Moesia Inferior), venciendo a las fuerzas romanas
en la decisiva batalla de Adrianópolis (9 de agosto de 378) en la que murió el
emperador Valente. Su sucesor, Teodosio, tras combatirles algún tiempo, acordó
con ellos la paz (381), pero hubo de asentarlos firmemente en el Imperio de
Oriente y darles un papel importante en el Ejército.
Los
visigodos tuvieron una participación destacada en las guerras civiles que
enfrentaron a Teodosio con Magno Clemente Máximo (388), y con el hereje Eugenio
(394). Cuando murió Teodosio (395) el Imperio se dividió: la parte Oriental fue
para su hijo Arcadio, y Occidente se asignó a su segundo hijo, Honorio, que
solo tenía 11 años, por lo que Teodosio le había designado como regente al
general Estilicón, jefe del Ejército. En ese momento crucial, los visigodos estaban
gobernados por Alarico I, el primero que reinó sobre todos los visigodos, y al
que Jordanes, para incrementar su prestigio como monarca, sugirió que
pertenecía al linaje de los Baltos. Alarico atacó Constantinopla y asoló Grecia
(395–396). Finalmente,
después de una larga campaña, el general Estilicón logró expulsar a los godos de
Grecia, pero el joven y pusilánime emperador, temeroso del poder del general,
designó a Alarico gobernador de Iliria, logrando con ello cinco años de paz
(396—401). Cuando los visigodos conducidos por Alarico penetraron en el norte
de Italia en el 401, Estilicón fue ejecutado por orden del emperador. Alarico
dirigió sus ejércitos a Roma e impuso como emperador a un patricio, Prisco Átalo. Alarico
no logró someter a Honorio, aunque en agosto de 410 pudo entrar son sus tropas en
Roma. Los godos saquearon la antigua capital del Imperio llevándose el tesoro que se
guardaba en el templo de Júpiter Capitolino. Además de ello, los hombres de
Alarico obtuvieron a Gala Placidia como rehén para asegurar la paz. Acto
seguido, los godos se dirigieron al sur de la Península para pasar a Sicilia y
ocuparla antes de invadir África, principal bastión de aprovisionamiento
romano. Sin embargo, Alarico falleció a poco de intentar cruzar el mar y su
sucesor, Ataúlfo, desestimó este intento y regresó al norte para buscar un
acuerdo con Honorio. El emperador pactó con Ataúlfo la salida de los godos de
Italia a cambio de la concesión del gobierno de la Galia. Para sellar la paz,
Ataúlfo se casó con Gala Placidia en Narbona, en el año 414. En
401, Alarico marchó contra Roma pero fue vencido cerca de Polenta (402) y
después en Verona. Probablemente Estilicón negoció con Alarico su ayuda contra
otros bárbaros como Radagaiso, y se cree que le fue ofrecida la confirmación
como «Magister Militum» y gobernador de Iliria, con unos límites que entraban
en contradicción con las reivindicaciones territoriales del Imperio de Oriente.
Un grupo de patricios romanos, tal vez instigados por Constantinopla, acusó a
Estilicón de preparar la entrega del Imperio de Occidente a Alarico y urdió una
conjura. Entonces se produjo un amotinamiento de las tropas imperiales que
obligó a Estilicón a refugiarse en una iglesia, siendo asesinado en el momento
de salir, tras prometérsele que salvaría la vida si lo hacía. El asesinato fue
ordenado por el propio emperador (408).
Alarico
regresó a Italia y obtuvo nuevas concesiones de Honorio, que había establecido la
corte en Rávena. Sin embargo, una vez se hubieron retirado los visigodos,
Honorio no mantuvo sus promesas. Alarico y sus tropas regresaron y marcharon
hacia Roma apoyando la proclamación del usurpador Prisco Atalo (409), que era
de origen jonio y probablemente arriano. Como contrapartida por su apoyo,
Prisco concedió a Alarico el título de «Magister Militum». Pero
Prisco no quiso, o no pudo, cumplir sus promesas, y el rey visigodo regresó a
Roma poniéndole sitio. Por primera vez en su historia desde la invasión gala
del siglo III a.C., Roma caía ante un rey extranjero. Después de ser tomada por
Alarico, éste depuso al usurpador Prisco (410) y sus hombres saquearon la ciudad
durante tres días, tras lo cual la abandonaron, llevándose con ellos a Prisco y
a Gala Placidia, hermana de Honorio. De Roma pasaron al sur, devastando
Campania, Apulia y Calabria. Alarico
murió en el sitio de Cosenza (410) y le sucedió su cuñado Ataúlfo. Éste pactó
con Honorio la salida de sus tropas de Italia a cambio de la concesión de
tierras y del gobierno de la Galia Narbonense. El emperador aceptó.
Saqueo de Roma por los godos de Alarico |
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