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sábado, 23 de diciembre de 2017

Cuando España ocupó Tánger en 1940

En los primeros años del conflicto mundial, el general Franco quiso congraciarse con Hitler (Hendaya, 23 octubre 1940) y con Mussolini (Bordighera, 12 febrero 1941), sus aliados durante la Guerra Civil. El trasfondo de estas reuniones era sacar a España del aislamiento internacional acercando posiciones con los que en entonces se pensaba que serían los vencedores de la guerra mundial. Se han cumplido más de 75 años de la ocupación militar española de la ciudad marroquí de Tánger, en junio de 1940. Era en esa época lo que se conocía como una «ciudad internacional», administrada por un estatuto fruto de las numerosas negociaciones y acuerdos entre las potencias europeas con intereses coloniales en el norte de Marruecos: Francia, Reino Unido y España los países que configuraron entre 1912 y 1923 el primer carácter de «ciudad neutral» de Tánger. Debía estar desmilitarizada y sus servicios administrativos, incluida la Policía, se gestionaban entre Francia, España, Inglaterra e Italia; esta última se había unido al reparto de influencias en Marruecos al ver perdidas todas sus opciones en Túnez, ocupado por los franceses desde 1881.
Hasta principios de la década de 1930 el estatuto internacional de Tánger tenía un evidente predominio francés, que era la potencia mejor posicionada en Marruecos tras conseguir que el sultán firmara el pacto para establecer el Protectorado en 1912. Sin embargo, en 1935, la presión conjunta de España e Italia, consiguió un nuevo acuerdo entre los gestores internacionales de la ciudad autónoma haciendo de España la principal potencia encargada de la administración del estatuto de Tánger. Era un viejo anhelo de la política exterior española, tras obtener (también en 1912) la «subrogación» de la zona septentrional del Protectorado francés de Marruecos, pues lo natural (geográfica e históricamente) era que esa ciudad, tan importante, formase parte del Protectorado del Rif o Marruecos español. En mayo-junio de 1940 los ejércitos de Hitler habían tomado París y arrojado al Canal de la Mancha al Cuerpo Expedicionario británico tras humillarle en Dunkerque, pero permitirle fatalmente que reembarcara rumbo a las costas de Inglaterra. Francia estaba derrotada y más débil que nunca en el concierto europeo, evidencia que no pasó desapercibida para el Gobierno de Franco. El anhelo español de controlar Tánger en exclusiva, basado en la diplomacia de los acuerdos internacionales, podía ser hecho realidad por la fuerza. Entre los mandos del Ejército español de África existían muchos germanófilos, admiradores de los espectaculares triunfos militares de la Wehrmacht, y más de uno pensó que la toma de Tánger sólo sería el inicio de la expansión imperial española por toda África como aliados de Alemania e Italia. En ese preciso instante, la posibilidad de que España entrase en la Segunda Guerra Mundial del lado de las llamadas potencias del Eje, fue real. No obstante, alemanes e italianos frenarían las pretensiones expansionistas españolas por temor a abrir un segundo frente en el Norte de África.
El 14 de junio de 1940, el mismo día que se conoce en todo el mundo la ocupación de París por la Wehrmacht, tropas hispano-marroquíes, compuestas por unos 4.000 efectivos pertenecientes a la Mehal-la Jalifiana (el ejército del Jalifa o gobernador), dentro del encuadre militar del nuevo Gobierno español, el Nº 1 de Tetuán, al mando del general Germán Yuste, toman la ciudad internacional de Tánger «con carácter provisional», para asegurar la «neutralidad» del enclave. Curiosamente, al mismo tiempo que tenía lugar la ocupación española de Tánger, en Madrid se producía una sonada protesta falangista reivindicando un Gibraltar español. Sin embargo, tanto Hitler como Mussolini disuadieron a Franco para que España no entrase en la guerra y pudiera aspirar a un nuevo reparto colonial. Ambos líderes consideraban que España era un país arruinado y agotado, con un ejército válido para ganar una contienda civil, pero no para aportar esos «dos millones de soldados» que Franco había prometido a las potencias del Eje. La toma de Tánger en 1940 también sirvió para desbaratar la resistencia republicana que se había exiliado allí tras su derrota en abril de 1939. Pocos días antes de acabar la guerra en Europa, en mayo de 1945, una Francia ya liberada exigía que Tánger volviese al estatus de los años 1920, con preponderancia francesa en su condición de «Ciudad Internacional»; condición que recuperó en 1946. De todos modos, la presencia española y francesa en Marruecos fue efímera porque en 1956 el rey Mohamed V consiguió el reconocimiento de la independencia de su país por parte de Francia, y el 7 de abril de 1956 el Gobierno español hizo lo propio reconociendo también la independencia marroquí. Finalizaban así los protectorados ejercidos por Francia y España en Marruecos. La zona sur (Cabo Juby o Tarfaya) no pasó a soberanía marroquí hasta 1958, en tanto que Ifni, que se había convertido en provincia española ese mismo año, hizo lo propio once años más tarde, siguiendo las resoluciones de Naciones Unidas.

Tropas españolas en el monte Gurugú (por Ferrer-Dalmau)

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