Artículos

miércoles, 17 de enero de 2018

Segunda Guerra Carlista (1846-1849)

Ésta se desarrolló fundamentalmente en Cataluña entre septiembre de 1846 y mayo de 1849 debido, al menos teóricamente, al fracaso de los intentos de casar a Isabel II con el pretendiente carlista, don Carlos Luis de Borbón, que había sido animado por distintos sectores moderados próximos a Isabel II, singularmente Jaime Balmes y Juan Donoso Cortés, y del carlismo. Sin embargo, Isabel II terminó casándose con su primo don Francisco de Asís de Borbón. El conflicto, cuestionado por muchos historiadores como tal guerra, fue fundamentalmente un levantamiento popular en distintos puntos de Cataluña. Las partidas de matiners combatieron conjuntamente con partidas de ideología republicana, en lo que vino en llamarse coalición carlista-progresista. En Cataluña habían persistido bandas carlistas que no se habían rendido tras el fin de la Primera Guerra Carlista, aunque actuaban más como bandoleros (trabucaires) que como guerrilleros, a lo que unió la crisis agraria e industrial de 1846, especialmente importante en Cataluña y algunas reformas impopulares de los gobiernos moderados de Ramón María Narváez como las quintas, el impuesto de consumos y la introducción de un sistema de propiedad liberal que entraba en contradicción con los usos comunales de la tierra. La crisis de 1846 había sido importante en Cataluña. Por una parte las comarcas más pobres y dependientes de la agricultura en las zonas de montaña tenían serias dificultades de suministro de alimentos desde 1840, lo que obligó a los distintos gobiernos a enviar ayudas económicas, siempre insuficientes, para paliar el hambre. En segundo lugar, la crisis que se estaba gestando en Europa en las actividades industriales incidió especialmente en la incipiente revolución industrial catalana a partir de 1840 y hasta 1846 con una disminución de la demanda exterior y la competencia desleal que suponía el contrabando. En tercer y último lugar, la introducción del sistema de reclutamiento de quintas privaba a las familias de manos útiles en momentos especialmente difíciles. La rebelión comenzó a finales de 1846 en Solsona, cuando se formaron diversas partidas guerrilleras, que no sobrepasaban los 500 hombres a comienzos de 1847, y que atacaban fundamentalmente a funcionarios públicos y a unidades militares. Estas partidas actuaban al modo de las guerrillas y estaban integradas por grupos poco numerosos de hombres con un cabecilla. Operaban en la zona donde tenían su residencia y eran buenos conocedores del terreno. Los cabecillas, o bien provenían de los carlistas no depurados de la primera guerra y que se habían mantenido en el terreno; o bien de aquellos que se habían visto obligados a huir a Francia y que regresaban aprovechando el descontento social, o bien de nuevos elementos pertenecientes a un carlismo menos absolutista. El líder más importante de este primer momento fue el sacerdote Benet Tristany, que en febrero de 1847 protagonizó una entrada en Cervera para hacerse con fondos y munición. Tristany fue capturado y lo fusilaron en Solsona en mayo de 1847, pero el número de partidas carlistas aumentó en toda Cataluña llegando a unos 4.000 hombres armados a fines de ese año frente a un ejército regular formado por 40.000 soldados que dirigía don Manuel Pavía y que intentó mediante medidas de gracia apaciguar a los sublevados, lo que no consiguió, aumentando las fuerzas carlistas gracias al apoyo de partidas progresistas y republicanas. A mediados de 1848 surgieron partidas en Extremadura y en Castilla, aunque no consiguieron éxitos significativos.
El frustrado alzamiento de 1848
Ramón Cabrera se hallaba en Lyon cuando comenzó la guerra, en su opinión la nueva lucha no tenía ninguna posibilidad de éxito, y cuando se le insistió para que diese su opinión contestó: «Mi deber de súbdito y de soldado me impone el de obedecer las órdenes del Rey; mas creo francamente que la causa de éste está interesada en que no se agiten de nuevo todos los recursos con que se cuenta en España; yo opinaré siempre por que en las fragosidades de Cataluña se sostenga la guerra de guerrillas, a fin de atraer las fuerzas y perpetuar, si es posible, la inquietud y los recelos del gobierno de Madrid; mas de esto a una guerra en que se equilibren nuestras fuerzas con las del enemigo, creo que hay una distancia inmensa». El 23 de junio de 1848 atravesó la frontera francesa e intentó organizar lo que él denominó «el Ejército Real de Cataluña» sin mucho éxito, y tampoco pudo entrar en el Maestrazgo. A finales de 1848 el nuevo capitán general de Cataluña, don Manuel Gutiérrez de la Concha, que sustituyó a don Fernando Fernández de Córdoba consiguió debilitar la resistencia de las partidas carlistas. Esto, unido a los fracasos de sublevaciones carlistas en Guipúzcoa, Navarra, Burgos, Maestrazgo y Aragón, dificultó la continuación del conflicto. En abril de 1849 se detuvo al pretendiente don Carlos Luis cuando pretendía entrar por la frontera francesa en España y el 26 de abril Cabrera tuvo que cruzar la frontera francesa ante la persecución del ejército gubernamental. El resto de las partidas hizo lo mismo y el 14 de mayo cruzó la frontera la última partida, que dirigían los hermanos Tristany, poniendo fin a la guerra. En junio de 1849 el gobierno publicó un decreto amnistiando a los carlistas. Más de 1.400 regresaron a España, mientras otros decidieron quedarse en Francia. Muchos de los veteranos carlistas catalanes que regresaron combatieron más tarde en la guerra de África de 1859-1860.

Veteranos carlistas

No hay comentarios:

Publicar un comentario