Las conspiraciones gubernamentales, a través del amparo que les brindan
conceptos tan difusos y discutibles como los de «seguridad nacional» o «secreto
de Estado» hacen prácticamente imposible una investigación judicial,
periodística o de cualquier otra índole. Normalmente, cuando los documentos son
desclasificados por los distintos gobiernos, treinta, cincuenta o setenta años
después de haberse producido los hechos a investigar, no suelen interesar ya al
gran público, salvo a unos cuantos historiadores e investigadores
especializados. A muy pocas personas interesa ya saber si hubo o no una
conspiración gubernamental detrás del asesinato del presidente Kennedy en 1963.
Lo mismo sucede en España con los atentados yihadistas del 11 de marzo de 2004,
o con el asesinato del almirante Carrero Blanco en diciembre de 1973. Por supuesto, el primer objetivo de cualquier conspiración es convencer
al resto de la sociedad de que no existe tal conspiración. En 1990, unas inusuales
declaraciones del primer ministro italiano Giulio Andreotti, desataron un gran
escándalo político al confirmar éste que durante dos décadas una organización
terrorista conocida como Gladio había
actuado impunemente en Italia y otros países europeos auspiciada por la OTAN y
la CIA. El objetivo de esta organización paramilitar habría sido el de
desestabilizar a diversos gobiernos europeos a través de brutales actos
terroristas para crear un estado de tensión permanente que les hiciese más vulnerables
con vistas a facilitar una mayor influencia política de los Estados Unidos y
Reino Unido en Europa. Precisamente, ése fue el objetivo que inspiró la
creación de la OTAN en 1949, apenas cuatro años después de haber concluido la
II Guerra Mundial.
Wayne Madsen, en cuyas investigaciones se basa el presente artículo, es
periodista de investigación, autor y columnista asociado en varios periódicos
de prestigio. Tiene a sus espaldas más de veinte años de experiencia en temas
de seguridad y política internacional. Fue empleado de la NSA (Agencia Nacional
de Seguridad de EEUU). Como oficial naval de Estados Unidos, diseñó uno de los
primeros programas de seguridad informática para la US Navy. Es un habitual
comentarista político y de seguridad nacional en cadenas como Fox News y
también ha aparecido en Russia Today, ABC, NBC, CBS, PBS, CNN, BBC, Al-Yazeera
y MS-NBC. También ha sido invitado a declarar como testigo ante la Cámara de
Representantes de EEUU, el Tribunal Penal de las Naciones Unidas para Ruanda y
como miembro de un equipo de investigación sobre terrorismo islamista convocada
por el presidente francés Sarkozy. Desde que estallaron las «primaveras árabes» en 2010, la oleada de inmigrantes
subsaharianos y asiáticos, así como de refugiados procedentes, principalmente,
de Siria, han sido empujados
calculadamente hacia Europa por EEUU y sus aliados del Golfo, Israel y Turquía,
lo que está deparando otras lecturas interesantes que ya denunciaron en su día Thierry
Messian, en el Voltaire, y la
información publicada por Infodirekt,
revista vinculada a las FFAA de Austria en la que acusaba a EEUU de ser el
principal promotor de la llegada masiva de refugiados. El investigador Wayne
Madsen aporta más luz sobre este nuevo salto hacia delante del imperialismo en
contra de sus aliados europeos, al incluir a personajes como un clásico de la injerencia
político-económico global: el conocido multimillonario y especulador financiero
norteamericano, de origen húngaro, George Soros. Dice Madsen que del mismo modo
que la Agencia Central de Inteligencia, George Soros y «las redes oscuras del
dólar estadounidense» (que manejan miles de millones de dólares a través de
organizaciones no gubernamentales u ONG’s) han conspirado para desestabilizar
Oriente Medio y el Norte de África con el fin de llevar a cabo las denominadas
«primaveras árabes», estas mismas fuerzas han abierto un nuevo capítulo en su
libro de desestabilización mundial al facilitar el movimiento de masas de
refugiados e inmigrantes procedentes de Oriente Medio, Asia y África hacia
Europa.
Paradójicamente, George Soros es demonizado y visto por el sector más
ultraconservador de la derecha norteamericana como una especie de filántropo «comunista»,
un agresivo multimillonario «izquierdista» convertido en padrino de la progresía internacional que financia a grupos o
entidades antisistema dentro y fuera de EEUU. Lo dicen de un judío húngaro que huyó
de su país en 1956 cuando los carros de combate soviéticos ocuparon las calles
de Budapest. George Soros se posicionó claramente frente al comunismo soviético
durante la Guerra Fría. A pesar de sus antecedentes anticomunistas, Soros ha
sido señalado por sus detractores de la ultraderecha conservadora como uno de
los promotores o financiadores de tinglados sociales de distracción masiva
(similar al movimiento 15-M en España) llamado Occupy Wall Street, la realidad es que el viejo magnate húngaro se
ha situado en el polo ideológico opuesto y siempre al servicio de los intereses
globales de EEUU en el mundo. Todo lo que rodea al presunto izquierdismo de Soros es una coartada
para ingenuos que recuerda vagamente aquellas acusaciones antisemitas que se
hacían contra los judíos en Rusia y Alemania a principios del siglo pasado,
acusándoles al mismo tiempo de ser comunistas
y capitalistas. Que el distribuidor de fondos de Soros (la Open Society Foundation) haya donado sumas de dinero importantes a
entidades de apariencia progresista no
es indicativo de nada ya que forma parte de su negocio para enriquecerse
—todavía más—, comprar voluntades y manipular a las masas para ponerlas al
servicio de los dictados de Washington. También parecía que las Brigadas Rojas,
en la Italia de la Gladio, eran la ultraizquierda comunista por excelencia y
resulta que sus cabecillas eran todos agentes de la CIA. Así que más que
benefactor de causas presuntamente progres
habría que considerar a este sujeto como un agente de la CIA al servicio de los
intereses hegemonistas de EEUU y de sus propios intereses, por descontado. Los métodos
desestabilizadores de las economías nacionales que utiliza Soros están
coordinados estratégicamente con las de la CIA y su modus operandi recuerda
mucho a los que en otras épocas emplearon destacados especuladores
internacionales como los Rothschild y los Rockefeller.
Las «primaveras árabes» vendidas por la prensa hegemónica biempensante
a la progresía europea, fueron
generosamente impulsadas por Soros y la CIA, junto a políticos tan
reaccionarios como el senador republicano estadounidense John McCain derrotado
por Obama en las presidenciales de 2008. McCain, por otra parte, es un enemigo declarado
de España, como dejó patente en uno de los debates televisados de aquella
campaña. Se sabe que Soros fue el impulsor de las revueltas antirrusas en
Ucrania, apoyando económicamente a los grupos más violentos en las calles y más
tarde a los golpistas. Soros también ha financiado a una organización
extremista de derechas ucraniana, de corte neonazi, llamada Spilna Sprava (Causa Común), a través de su Open Society Foundation. La Spilna
Sprava fue uno de los grupos más
activos a la hora de implementar el terrorismo callejero que dio lugar al golpe
de Estado contra Yanukovich.
George Soros —junto con el Gobierno de Estados Unidos y altos funcionarios
de la Unión Europea— planearon un esquema para Ucrania que, de tener éxito, les
haría ganar miles de millones de dólares con el saqueo de los activos del país
y promoviendo, auspiciado por la OTAN, un peligroso enfrentamiento armado con
Rusia de consecuencias imprevisibles. Soros y sus empresas también estuvieron profundamente involucrados en
la Revolución Naranja de 2004 que llevó a los corruptos Víctor Yuschenko y
Yulia Timoshenko al poder, para dar así vía libre al despliegue de la OTAN en
suelo ucraniano. Desde 1989, este oscuro magnate estadounidense ha proporcionado a
diversos grupos opositores ucranianos más de 100 millones de dólares, en su
mayoría a través de la IRF (Ukrainian
International Renaissance Foundation) y el Open Society Institute.
Macedonia es la penúltima escalada involutiva de Soros, la CIA y la
OTAN para tumbar a un gobierno incómodo para los intereses geoestratégicos de
EEUU. Los medios utilizados han sido los habituales: la USAID (la ONG de la CIA), la Open
Society de Soros y también otra franquicia del multimillonario: el Forum Group. El objetivo es respaldar a
la oposición macedonia con manifestaciones, utilizando, si es preciso, la
violencia en las calles para derrocar al Gobierno. No lo han conseguido, de
momento. Asimismo, Soros ha repartido subvenciones a activistas de ONG’s en
Centroeuropa con el objetivo de intentar socavar a la Federación Rusa.
Yihadistas, migrantes y refugiados
En el año 370, empujados por los hunos, los visigodos cruzaron el
Danubio y entraron como refugiados en
el Imperio Romano. Apenas ocho años después, derrotaron y dieron muerte al
emperador Valente en la batalla de Adrianópolis. Aquella terrible derrota
militar marcó el principio del fin del Imperio Romano y del mundo clásico grecolatino,
y el inicio de la etapa más oscura en la historia de Europa. El Antiguo Testamento
está repleto de ejemplos parecidos: los hebreos llegan a una ciudad pagana como
refugiados y acaban arrasándola en nombre
de su dios, al que atribuyen la autoría del desastre.
Es muy alarmante lo que señala Madsen citando unas palabras
premonitorias y sabias del coronel libio Muammar el Gadafi, impunemente asesinado
por agentes de la CIA con el beneplácito de la OTAN. Madsen afirma que en marzo
de 2011, el líder libio Gadafi predijo lo que sucedería en Europa si la
estabilidad de su país era socavada por las potencias occidentales. En una
entrevista concedida al canal de televisión France
24, Gadafi anunció muy acertadamente: «Hay millones de ciudadanos negros
que podrían llegar hasta el Mediterráneo para cruzarlo y alcanzar Francia e
Italia. Libia —decía el líder de la Yamahiriya—, puede jugar un importante papel
en la seguridad del Mediterráneo». Esto le importó un bledo al establishment puesto que ya tenía decididas
sus bazas geoestratégicas. Y una de ellas era la que citaba Gadafi. Así pues,
qué mejor opción que deshacerse del líder libio y colocar a Al Qaeda en el
poder para operar mejor en la zona y atacar a Europa. Pero aun con ser ésta una
maniobra sucia, quedaban otras peores por llegar.
Así, con la avalancha de inmigrantes ilegales a Europa está llegando
también el yihadismo más radical y violento. Esto tiene su razón de ser pues, es
menos costoso, además de pasar inadvertido a través de las ya inexistentes
fronteras entre estados, y al llegar masivamente entre miles de refugiados que
el hecho de que los servicios de inteligencia les paguen el billete a un puñado
de terroristas desde Siria con destino a Europa. Así, el caladero terrorista
queda asegurado para seguir la dinámica criminal ya conocida de falsas bandas
terroristas a sueldo para demonización del islam y continuar sine die la guerra contra el terror que tan buenos dividendos
ha reportado a sus creadores desde los atentados del World Trade Center del 11
de septiembre de 2001.
Se estima que unos 4.000 yihadistas, sobre todo hombres jóvenes que son
veteranos en perpetrar actividades terroristas en Siria, Irak y Yemen, se han
aprovechado de la ausencia de fronteras en Europa por el tratado Schengen, para
infiltrarse entre los refugiados. Si nos fijamos un poco en las fotografías que
difunden los medios de desinformación, veremos que casi todos los migrantes y/o
refugiados son varones jóvenes, en edad militar, que todos tienen iPhones de última generación, tarjetas
de crédito y de débito, pasaportes en regla y una amplia disposición de dinero
en efectivo, cosa que no cabría esperar de personas que se encuentran en una
situación de refugiados que huyen de una guerra. Por otra parte, también se ha
dicho en numerosas ocasiones que los inmigrantes ilegales subsaharianos llegan
a pagar hasta 4.000 euros a las redes de tráfico de personas que se encargan de
llevarles a Europa cruzando el Mediterráneo en cayucos y pateras. ¿Cómo pueden
poseer semejantes cantidades de efectivo unos pobres diablos que se supone no
tienen dinero ni para comer?
En otro orden de cosas, Wayne Madsen también señala a George Soros como
uno de los artífices que dieron lugar a la atomización de varios países de
Europa en los años posteriores a la conclusión de la Guerra Fría. En concreto,
Madsen acusa a Soros de ser el que supervisó la destrucción completa de
Estados-nación del sureste de Europa que ahora permiten el acceso práctico sin
trabas a inmigrantes procedentes de Siria, Irak, África del Norte y Subsahariana,
Afganistán, Paquistán, Bangladesh, Birmania, Sri Lanka y otros, como
consecuencia de guerras civiles, religiosas o étnicas en países tercermundistas
devastados por la pobreza y una miseria endémica. El análisis de Madsen le lleva a afirmar que el plan de Soros sirvió
para el rediseño de varias naciones europeas: primero ayudó a destruir la
República Federal Socialista de Yugoslavia con la colaboración activa de la
Unión Europea y la OTAN. Las siete repúblicas independientes que una vez
constituyeron Yugoslavia, ahora son las principales rutas de tránsito de decenas
de miles o, tal vez en el futuro, de cientos de miles de inmigrantes africanos
y asiáticos. La mayor parte de éstos procedentes de países musulmanes, por lo
que su integración en la sociedad occidental será más que difícil, por no decir
imposible.
Wayne Madsen ilustra su teoría de la conspiración perpetrada por Soros
y otros especuladores con el ejemplo de la depauperada Grecia, que sufre la
austeridad dirigida por los bancos centrales y privados europeos. Grecia, es
una obviedad, difícilmente puede hacer frente a la afluencia masiva de
refugiados. Los banqueros internacionales y de la Unión Europea —sentencia
Madsen—, que han asegurado que Grecia no puede proporcionar servicios sociales básicos
a sus propios ciudadanos, exigen que sigan entrando refugiados procedentes de Siria
e Irak, sobre todo, pero también de Afganistán y Paquistán, además de otros
países asiáticos que no están en situación de guerra civil; luego habría que
hablar en estos casos de inmigrantes ilegales por razones económicas, pero
nunca de refugiados.
Macedonia es otro país que ha sido invadido literalmente por refugiados
y que, como dice Madsen, está padeciendo un intento de involución al estilo de
Ucrania. Entrando por los Balcanes, los refugiados
han hecho todo lo posible por llegar a Austria y Alemania, mientras que en
Budapest (Hungría) colapsaron la estación central de ferrocarriles, lo que
obligó a cerrarla. En Alemania, ya ha habido las primeras fricciones con
refugiados radicales musulmanes a cuenta de la Fiesta de la Cerveza en Múnich
(la famosa Oktoberfest.) ya que
algunos inmigrantes de fe musulmana, según Madsen, no toleran el consumo de alcohol bajo ninguna circunstancia, ni tan
siquiera hallándose en situación de acogida en un país extranjero cuya cultura
y tradición son completamente ajenas a la islámica. Es más, en algunos casos se
produjeron agresiones por parte de algunos de estos enajenados a alegres beodos
durante las celebraciones de la Oktoberfest.
Puede decirse que, lejos de integrarse, estos refugiados y/o
inmigrantes musulmanes han llegado a Europa con los ánimos exaltados y haciendo
proselitismo violento de su religión. A todo esto se suma el hecho de que a lo
largo y ancho de las ciudades y pueblos de Europa, los inmigrantes recién
llegados duermen en los parques, estaciones, iglesias o en las aceras y han
creado una pesadilla de salud pública con heces humanas que cubren los terrenos
de los jardines y el hedor de la orina que impregna las paredes de los
edificios. Resulta cuando menos curioso que países musulmanes que han dado apoyo a
los yihadistas en Siria e Irak, a saber, Arabia Saudita, Catar, Emiratos Árabes
Unidos y Kuwait, hayan tenido a bien no acoger a ningún refugiado procedente de
las zonas de conflicto armado, a pesar de que estaban, geográfica, cultural e
ideológicamente más próximos a su mentalidad arcaica; digámoslo sin rodeos. Para
colmo, Arabia Saudita aun tuvo el descaro de ofrecer a Alemania apoyo económico
para construir unas 200 mezquitas para los refugiados. Mezquitas donde sólo se
predica y enseña la versión wahabí del islam: las más radical de todas las
confesiones musulmanas, y en la que se inspiran los yihadistas.
A modo de conclusión diremos que el plan de George Soros, la CIA y
determinados líderes políticos europeos se traduce en lo que Madsen define como
«el descalabro de Europa». En 1914, a poco de estallar la I Guerra Mundial, el
papa Benedicto XV utilizó una expresión similar al asegurar que aquel conflicto
fratricida supondría el suicidio de Europa. No se equivocó en absoluto. Recientemente, el sucesor de Juncker como primer ministro de Luxemburgo,
Xavier Bettel, que es el primer líder político de Europa casado mediante un
matrimonio gay, ha dado la bienvenida a cientos de refugiados. Dice con ironía
Madsen que muchos luxemburgueses ya están en busca de alguien como Marine Le
Pen en Francia, para detener el comité de
bienvenida a los refugiados que amenaza con destruir el Gran Ducado de
Luxemburgo. Una de las regiones más hermosas, prósperas y ricas de Europa. Y es
que Bettel, sentencia Madsen, no cree en una Europa de Estados-nación soberanos
con fronteras y, por lo tanto, al igual que Angela Merkel, Donald Tusk y
Juncker, es un héroe para las ONG’s financiadas por George Soros que están
convirtiendo Europa en un polvorín aun más peligroso que el que estalló en
Sarajevo el 28 de junio de 1914.
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