Hacia el final de la guerra del Peloponeso, en el
último cuarto del siglo V a.C., las fuerzas atenienses bajo la dirección de
Alcibíades fueron ganando terreno hasta conseguir la completa reconquista del
Bósforo, restableciendo la vía de abastecimiento del trigo desde Sarmacia
(actual Ucrania).
En el año 407 a.C.,
Alcibíades regresó triunfalmente a Atenas, donde volvieron a elegirle general,
pero al poco tiempo, los espartanos al mando de Lisandro con 70 barcos lo
derrotaron en la batalla naval de Notio, perdiendo 22 barcos de los 80 que
mandaba, por lo que la Asamblea ateniense lo sustituyó por el general Conón.
Temiendo por su persona,
Alcibíades se retiró a una fortaleza en el Helesponto.
Durante el invierno
siguiente, Lisandro terminó su año de mandato y fue sustituido por Kalicátrides,
quien asumió el mando de una flota combinada compuesta por 140 trirremes.
Obligó a Conón a presentar batalla frente a Mitilene y lo derrotó, hundiendo 30
de sus 70 naves y bloqueando su escuadra en dicha ciudad.
Al año siguiente (-406),
Kalicátrides, que ahora disponía de 170 naves, dejó 50 en el bloqueo de
Mitilene y con el resto se enfrentó a los atenienses en la batalla naval de Arginusas,
al sur de Lesbos, sufriendo una aplastante derrota en la que perdió 70 naves y
murió en el combate.
Seguramente los
atenienses podrían haber destruido toda la flota espartana, pero una tormenta
puso fin al combate e impidió a los atenienses recoger a los náufragos de los
25 buques de su flota echados a pique.
Esta victoria significó
que Atenas recuperara el dominio del Egeo oriental, por lo que rechazó la paz
que le ofrecía Esparta.
Entonces el rey persa Ciro
el Joven instó a Esparta para que designara a Lisandro comandante en jefe de su
flota, pero como las leyes espartanas prohibían que una persona ocupara por dos
cursos consecutivos el mismo cargo, nombraron a otro almirante y pusieron a Lisandro
como su segundo, aunque ejercía el mando efectivo de la armada.
Lisandro se dirigió a
Éfeso y con la ayuda financiera de Persia incrementó rápidamente el número de
trirremes de su flota.
En el año -405, la escuadra
espartana zarpó en dirección a Rodas, regresó al norte bordeando la costa
asiática y traspasó el Helesponto poniendo sitio a Lámpsaco con el propósito de
interceptar el tráfico de suministros en el Ponto Euxino (mar Negro).
Lisandro disponía de 200
naves y al día siguiente se preparó para el combate. La flota ateniense salió a
su encuentro, pero Lisandro eludió el combate regresando a Lámpsaco por lo que
los atenienses regresaron a Egospótamos.
Esta rutina se repitió durante
cuatro días hasta que Alcibíades le recomendó a Conón que se trasladase a Sesto
donde tendría un puerto de refugio y una ciudad segura para reabastecerse. Pero
los generales atenienses no le hicieron caso y le conminaron a retirarse.
Al quinto día, cuando
los atenienses zarparon de Egospótamos y se dirigieron a Sesto donde
desembarcaron para aprovisionarse, y estando ocupados en esta faena la flota de
Lisandro se lanzó sobre ellos a gran velocidad.
Conón no logró reembarcar
a todas las tripulaciones que se encontraban dispersas y no pudo disponer convenientemente
las naves para el combate. Solo el propio Conón con nueve naves se pudo hacer a
la mar, el resto fue capturado en la playa, haciendo los espartanos muchos
prisioneros, aunque algunos se refugiaron en las fortificaciones cercanas.
Conón comprendió la
magnitud del desastre sufrido y se dirigió a Abarnis, para después buscar
refugio en la isla de Chipre. Más tarde envió una nave a Atenas con la noticia
de lo sucedido. En la acción de Egospótamos, que en realidad no fue una batalla
sino una escaramuza, los espartanos capturaron 170 naves atenienses mientras éstas
estaban varadas en la costa y unos 4.000 combatientes áticos fueron hechos prisioneros
y degollados en las mismas playas donde fueron capturados.
Tras su victoria,
Lisandro navegó a Bizancio y Calcedonia, ciudades que lo recibieron
triunfalmente y envió a Atenas sus embajadas con salvoconductos para negociar
la paz. Su idea era que cuantas más personas hubiera en Atenas, más fácilmente
caería ésta por el hambre.
En Atenas, una vez conocida
la noticia de la derrota de su escuadra, la Asamblea resolvió bloquear los
puertos, reforzar las murallas y fortificaciones costeras y colocar la ciudad
en estado de sitio bajo el mando del general Éufrates.
Pausanias, rey de
Esparta, reclutó tropas de la Liga del Peloponeso y se dirigió a Atenas para
iniciar el asedio por tierra. Poco después arribaron las naves de Lisandro. Su escuadra
estaba compuesta por 150 barcos que procedieron al bloqueo naval de Atenas.
Después de varios meses
de asedio, en los que el pueblo de Atenas se sublevó contra Cleofonte y le dio
muerte, la ciudad se rindió. Las condiciones del armisticio fueron muy duras:
Atenas demolería sus murallas y todas las fortificaciones del Pireo. Asimismo, renunciaría
a todas sus posesiones de ultramar y en Asia Menor, quedando su área de
influencia reducida a la región del Ática y Salamina. Atenas entregaría el
resto de su marina de guerra, salvo 12 naves menores, se garantizaría a los
exiliados el derecho de regresar a su patria y Atenas entraría a formar parte de
la Liga del Peloponeso liderada por Esparta.
La derrotada Atenas
aceptó estos durísimos términos y Lisandro entró en El Pireo el 4 de abril del 404 a.C.
La victoria espartana en
Egospótamos marcó el final de la guerra del Peloponeso iniciada en -431 y
colocó a Esparta en una posición de completo dominio en Grecia, hasta su propia
derrota en la batalla de Leuctra, librada
el 6 de julio de 371 a.C., y en la que se enfrentaron Tebas y Esparta y sus
respectivos aliados.
La batalla tuvo lugar en los terrenos cercanos a Leuctra, un pueblo de
Beocia, y terminó con la victoria tebana gracias a las innovadoras tácticas militares
de su comandante, Epaminondas, lo que supuso el comienzo de la hegemonía tebana
y el ocaso definitivo de Esparta que no volvería a ser una potencia militar.
Tampoco duraría mucho la hegemonía tebana sobre las demás polis
griegas. En el año 338 a.C. se libró la batalla de Queronea entre las fuerzas
del rey Filipo II de Macedonia y una alianza de polis griegas liderada por
Atenas y Tebas y se resolvió con la aplastante victoria de los macedonios.
Hoplita ateniense del siglo V a.C. |
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