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viernes, 4 de mayo de 2018

Bafomet y el tesoro de los templarios


En la Sierra de Guadarrama, a 200 metros de la antigua calzada romana que pasa por el puerto de la Fuenfría, se encuentran las ruinas de un monasterio templario. Cuenta la leyenda que ahí vivía un caballero de la Orden llamado Hugo de Marignac quien, al parecer, y dada su condición de tesorero, conocía el lugar donde se escondía un fabuloso tesoro, propiedad del Temple.
Al palacio de Valsaín, situado en las cercanías, llegó un día una bella y joven condesa, dama de compañía de la reina de Castilla, a fin de pasar en él una temporada. Cuando el monje la vio, quedó totalmente prendado de ella.
Haciendo caso omiso de la regla de la Orden que prohibía todo tipo de contactos carnales con mujeres, el monje le declaró su amor, que no fue correspondido por la dama. Enloquecido, buscó los servicios de un nigromante —algunos aseguran que se trataba del mismísimo demonio Bafomet— que solía estar a los pies del monte de Peñalara para que éste, con sus hechizos, insuflara en el corazón de la bella la misma pasión que él sentía por ella. Finalmente acordaron que, a cambio de sus favores, el templario revelaría al brujo los lugares donde se escondían los fabulosos tesoros del Temple.
Una vez cerrado el trato, el hechicero preparó un extraño ritual en el transcurso del cual el caballero debía atravesar con su espada el costado de una figura imaginaria de la dama. Hecho esto, el nigromante exigió que el caballero cumpliera su parte del trato, pero Hugo de Marignac, seguro ya de poder obtener los favores de la condesa, se negó a satisfacerlo.
El mago, lejos de mostrarse ofendido, rompió a reír y, en medio de horribles carcajadas, le dijo que en realidad lo que había hecho con el rito era lacerar con su espada el corazón de la condesa. A continuación, mató al caballero.
Nadie volvió a saber nada del templario; sin embargo, los viejos hacheros del pinar de Valsaín están convencidos de haber visto al caballero, montado en un corcel negro, recorrer los bosques para guardar el tesoro escondido.

Durante los diversos juicios sumarísimos llevados a cabo por el Santo Oficio contra el Temple, fueron varios los testigos que afirmaron la adoración de un ídolo por parte de los templarios. Al parecer, fue un templario llamado Gaucerant el primero en mencionar a este supuesto ídolo. Sin embargo, no fue él quien le dio el nombre de Bafomet; Gaucerant sólo se limitó a describir un ídolo misterioso con aspecto diabólico. Pero a partir de su declaración surgió la creencia en ese ídolo fantástico. A pesar de lo mucho que se ha escrito e investigado al respecto desde entonces, todavía no puede precisarse si los testimonios de Gaucerant, como los de otras personas citadas a tal efecto, fueron un invento más de los que se crearon para condenar a los monjes con espuelas, o si en realidad tal ídolo tuvo una existencia real en la Orden. Un punto de partida para investigarlo es tratar de entender qué es lo que Gaucerant quiso decir: «En todas las encomiendas del Temple hay ídolos, que son unas cabezas muy singulares. Algunas de éstas cuentan con tres caras, otras una sola, y unas terceras son una calavera […] Se postraban para adorar a un ídolo que consideraban su dios, el salvador que vendría a brindarles el descanso eterno, asegurando que esa cabeza era capaz de protegerles de todo mal, que proporcionaría a la Orden los mayores tesoros y que podía conseguir que florecieran los árboles y que germinara el trigo en las tierras más secas […] Por lo general, los templarios se ataban con cuerdas esos ídolos al cuerpo, ocultos bajo sus camisas y en contacto permanente con la piel. Sus preceptores y maestros les habían enseñado que debían llevarlos siempre, hasta por la noche, cuando se acostaban para dormir». (Artículo 47 del Acta de Acusación del proceso seguido contra los templarios).

El origen de la palabra Bafomet es incierto. Al respecto se han elaborado diferentes teorías que se exponen a continuación.
Corrupción del nombre del profeta musulmán «Mahoma». Algunos lingüistas sostienen que Bafomet es una palabra que deriva del francés antiguo con la que se designaba a Mahoma, pero no hay documentos que corroboren esa posibilidad. Para otros, en cambio, es sólo una corrupción del nombre, tal vez a un nivel coloquial, lo cual explica el que no haya constancia escrita del mismo. Es más que probable que algunos templarios incluyeran en sus hábitos y costumbres prácticas islámicas; pero aun suponiendo que toda la Orden hubiera adoptado la fe musulmana, ello entra en contradicción con lo que los testigos expresaron en el juicio acerca de Bafomet.
Se habló de un ídolo venerado por la Orden, y si así fuera, la teoría que asegura que Bafomet es una alteración de «Mahoma» queda descartada porque la fe musulmana, al igual que la judaica, mucho más antigua, prohíbe expresamente la adoración de cualquier tipo de ídolos. Si los templarios se hubieran convertido al islam, como sugieren algunos investigadores, jamás hubieran dado a Mahoma el tratamiento de ídolo.
Según el investigador Idries Shah, la palabra Bafomet sería una corrupción del término «abufihamat». Éste sería utilizado por los sufíes, grupo que podría ser definido como de misticismo islámico, y querría decir «padre del entendimiento». Una combinación de las palabras griegas Baph y Metis. Estos dos términos juntos podrían significar iniciación por medio del agua, es decir: «Bautismo». Hay quienes argumentan que, como fervientes católicos romanos, los templarios no hubieran adoptado estas palabras, más propias de los ortodoxos griegos. Sin embargo, es necesario recordar que era en esta lengua, el griego, en la que se habían escrito los textos originales del primitivo cristianismo.
Uno de los más afamados investigadores que trabajó con los Manuscritos del mar Muerto, Hugh Schonfield, aseguró que la palabra Bafomet estaba escrita según el código cifrado atbash, y que significaba «sabiduría», la gnosis a la que se referían los antiguos cristianos gnósticos, que tendrían su equivalente —aproximado— en los sufíes musulmanes y en otras confesiones del judaísmo ultraortodoxo. Este código gnóstico está presente en la parte de la Cábala hebrea dedicada a la permutación de letras de un texto, en base a un determinado código alfanumérico. El investigador decidió aplicar el código atbash a la palabra «Bafomet» escribiéndola de derecha a izquierda, como se lee el hebreo, y obtuvo como resultado la palabra griega «Sophia», que significa sabiduría. Al respecto es importante señalar que el código atbash es uno de los 23 códigos que cambian el orden de las letras del alfabeto hebreo así como que al tener el hebreo fonemas diferentes de los otros idiomas y de no utilizar vocales en la escritura de las palabras, no es difícil acomodar textos a ese sistema.
La existencia de un ídolo llamado Bafomet fue revelada por los testigos que actuaron como parte de la acusación en el proceso contra los templarios; hasta ese momento, no hay constancia de que ningún grupo, secta o religión adorara a un ser de estas características. La primera representación gráfica del supuesto ídolo fue realizada por el célebre ocultista Alphonse Louis Constant, más conocido como Eliphas Leví. Este ocultista entendía que Bafomet era una representación simbólica del Absoluto y, según el autor Michael Howard, Leví basó su ilustración del ídolo en una gárgola del edificio parisino de Saint Bris le Vineux, que fue propiedad de los templarios. 
«La gárgola tiene la forma de una figura barbada y cornuda con senos femeninos colgantes, alas y pies en forma de pezuñas. Está sentado con las piernas cruzadas, posición que recuerda la del dios celta Cernunos, o el Cornudo, al cual se rendía culto en la Galia antes de la ocupación romana».
Eliphas Leví es muy elocuente a la hora de describir al Bafomet. Como se lee a continuación, su descripción es sumamente minuciosa. A partir de ésta, el supuesto ídolo pudo ser representado e incluso adoptado por diversos grupos: «El macho cabrío lleva sobre la frente el signo del pentáculo, estrella de cinco puntas realizada de un solo trazo y con la punta hacia arriba, lo que basta para considerarla como símbolo de luz; hace con ambas manos el signo del Ocultismo y muestra en alto la luna blanca de Chesed y hacia abajo la luna negra de Geburah. Este signo representa el perfecto acuerdo de la misericordia con la justicia. Uno de sus brazos es femenino y el otro masculino, como en el andrógino Khunrath, atributos que hemos debido reunir con los de nuestro macho cabrío, puesto que es un solo y mismo símbolo. La antorcha de la inteligencia, que resplandece entre sus cuernos, es la luz mágica del equilibrio universal; es también la figura del alma por encima de la materia, aunque teniendo la misma cabeza, como la antorcha tiene la llama. La repugnante cabeza del animal representa el horror al pecado, cuyo agente natural, único responsable, es el que debe llevar por siempre la penitencia; porque el alma es impasible en su naturaleza, y no llega a sufrir más que cuando se materializa. El caduceo que tiene en lugar del órgano reproductor representa la vida eterna; el vientre, cubierto de escamas, es el agua; el círculo, que está encima, es la atmósfera; las plumas, que vienen a continuación, simbolizan lo volátil; luego la humanidad está representada por los dos senos y los brazos andróginos de esa esfinge de las ciencias ocultas».
Esta forma alegórica del Bafomet de Leví es la que se ha utilizado para representar al diablo en el Tarot de Marsella y en el de Wate-Rider, entre otros. En la imagen creada por el ocultista, Bafomet está sentado sobre una piedra y, sobre ésta, hay una especie de cubo. Para los ocultistas el significado de la piedra representa a los iniciados antes de dar los primeros pasos en la Orden; y el cubo representa al mismo aspirante después de haber hecho algunos progresos en su evolución espiritual. El cubo es, por otra parte, símbolo del mundo y la naturaleza material en la que vivimos.
La antorcha que el ídolo tiene sobre la cabeza simboliza la luz divina, lo que recuerda a Lucifer, también conocido como el Portador de Luz. Este concepto tenía suma importancia en los vínculos de los hombres del Temple con otros grupos místicos y religiosos de la época. La estrella de cinco puntas o pentáculo es un símbolo muy antiguo; los pitagóricos y algunos iniciados lo han relacionado con un supuesto primer dios cuyo nombre era Sirio que, para los ocultistas representa los principios herméticos.
Para algunos autores, el Bafomet se traduce como un compendio de símbolos alquímicos y cabalísticos. Bafomet sería el sefira chokmah, la Cabeza del Anciano que encarna la sabiduría. También lo identifican con el Adam Kadmon u Hombre Celestial, en el que está la esencia suprema del Creador y al cual se le conoce también como «Cabeza de las Cabezas». Se lo define como constituido por tres cabezas en una sola y tiene por atributo la sabiduría.

El Bafomet de Eliphas Leví

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