En la Sierra de
Guadarrama, a 200 metros de la antigua calzada romana que pasa por el puerto de
la Fuenfría, se encuentran las ruinas de un monasterio templario. Cuenta
la leyenda que ahí vivía un caballero de la Orden llamado Hugo de Marignac quien,
al parecer, y dada su condición de tesorero, conocía el lugar donde se escondía un
fabuloso tesoro, propiedad del Temple.
Al
palacio de Valsaín, situado en las cercanías, llegó un día una bella y joven condesa,
dama de compañía de la reina de Castilla, a fin de pasar en él una temporada.
Cuando el monje la vio, quedó totalmente prendado de ella.
Haciendo
caso omiso de la regla de la Orden que prohibía todo tipo de contactos carnales con mujeres,
el monje le declaró su amor, que no fue correspondido por la dama. Enloquecido,
buscó los servicios de un nigromante —algunos aseguran que se trataba del mismísimo
demonio Bafomet— que solía estar a los pies del monte de Peñalara para que
éste, con sus hechizos, insuflara en el corazón de la bella la misma pasión que
él sentía por ella. Finalmente acordaron que, a cambio de sus favores, el
templario revelaría al brujo los lugares donde se escondían los fabulosos tesoros del
Temple.
Una
vez cerrado el trato, el hechicero preparó un extraño ritual en el transcurso
del cual el caballero debía atravesar con su espada el costado de una figura
imaginaria de la dama. Hecho esto, el nigromante exigió que el caballero
cumpliera su parte del trato, pero Hugo de Marignac, seguro ya de poder obtener
los favores de la condesa, se negó a satisfacerlo.
El
mago, lejos de mostrarse ofendido, rompió a reír y, en medio de horribles
carcajadas, le dijo que en realidad lo que había hecho con el rito era lacerar
con su espada el corazón de la condesa. A continuación, mató al caballero.
Nadie
volvió a saber nada del templario; sin embargo, los viejos hacheros del pinar
de Valsaín están convencidos de haber visto al caballero, montado en un corcel
negro, recorrer los bosques para guardar el tesoro escondido.
Durante los diversos
juicios sumarísimos llevados a cabo por el Santo Oficio contra el Temple,
fueron varios los testigos que afirmaron la adoración de un ídolo por parte de
los templarios. Al parecer, fue un templario llamado Gaucerant el primero en
mencionar a este supuesto ídolo. Sin embargo, no fue él quien le dio el nombre
de Bafomet; Gaucerant sólo se limitó a describir un ídolo misterioso con
aspecto diabólico. Pero a partir de su declaración surgió la creencia en ese
ídolo fantástico. A pesar de lo mucho
que se ha escrito e investigado al respecto desde entonces, todavía no puede
precisarse si los testimonios de Gaucerant, como los de otras personas citadas
a tal efecto, fueron un invento más de los que se crearon para condenar a los
monjes con espuelas, o si en realidad tal ídolo tuvo una existencia real en la Orden. Un punto de partida
para investigarlo es tratar de entender qué es lo que Gaucerant quiso decir: «En todas las encomiendas
del Temple hay ídolos, que son unas cabezas muy singulares. Algunas de éstas
cuentan con tres caras, otras una sola, y unas terceras son una calavera […] Se
postraban para adorar a un ídolo que consideraban su dios, el salvador que
vendría a brindarles el descanso eterno, asegurando que esa cabeza era capaz de
protegerles de todo mal, que proporcionaría a la Orden los mayores tesoros y
que podía conseguir que florecieran los árboles y que germinara el trigo en las
tierras más secas […] Por lo general, los templarios se ataban con cuerdas esos
ídolos al cuerpo, ocultos bajo sus camisas y en contacto permanente con la
piel. Sus preceptores y maestros les habían enseñado que debían llevarlos
siempre, hasta por la noche, cuando se acostaban para dormir». (Artículo 47 del Acta de Acusación del
proceso seguido contra los templarios).
El origen de la
palabra Bafomet es incierto. Al respecto se han elaborado diferentes teorías
que se exponen a continuación.
Corrupción del nombre
del profeta musulmán «Mahoma». Algunos lingüistas sostienen que Bafomet es una
palabra que deriva del francés antiguo con la que se designaba a Mahoma, pero
no hay documentos que corroboren esa posibilidad. Para otros, en cambio, es
sólo una corrupción del nombre, tal vez a un nivel coloquial, lo cual explica
el que no haya constancia escrita del mismo. Es más que probable
que algunos templarios incluyeran en sus hábitos y costumbres prácticas
islámicas; pero aun suponiendo que toda la Orden hubiera adoptado la fe
musulmana, ello entra en contradicción con lo que los testigos expresaron en el
juicio acerca de Bafomet.
Se habló de un ídolo
venerado por la Orden, y si así fuera, la teoría que asegura que Bafomet es una
alteración de «Mahoma» queda descartada porque la fe musulmana, al igual que la
judaica, mucho más antigua, prohíbe expresamente la adoración de cualquier tipo
de ídolos. Si los templarios se hubieran convertido al islam, como sugieren
algunos investigadores, jamás hubieran dado a Mahoma el tratamiento de ídolo.
Según el investigador
Idries Shah, la palabra Bafomet sería una corrupción del término «abufihamat».
Éste sería utilizado por los sufíes, grupo que podría ser definido como de
misticismo islámico, y querría decir «padre del entendimiento». Una combinación
de las palabras griegas Baph y Metis. Estos dos términos juntos podrían
significar iniciación por medio del agua, es decir: «Bautismo». Hay quienes argumentan
que, como fervientes católicos romanos, los templarios no hubieran adoptado
estas palabras, más propias de los ortodoxos griegos. Sin embargo, es necesario
recordar que era en esta lengua, el griego, en la que se habían escrito los
textos originales del primitivo cristianismo.
Uno de los más
afamados investigadores que trabajó con los Manuscritos del mar Muerto, Hugh
Schonfield, aseguró que la palabra Bafomet estaba escrita según el código
cifrado atbash, y que significaba «sabiduría», la gnosis a la que se referían
los antiguos cristianos gnósticos, que tendrían su equivalente —aproximado— en
los sufíes musulmanes y en otras confesiones del judaísmo ultraortodoxo. Este código gnóstico
está presente en la parte de la Cábala hebrea dedicada a la permutación de letras de un texto, en base a un determinado código
alfanumérico. El investigador decidió aplicar el código atbash a la palabra
«Bafomet» escribiéndola de derecha a izquierda, como se lee el hebreo, y obtuvo
como resultado la palabra griega «Sophia», que significa sabiduría. Al respecto
es importante señalar que el código atbash es uno de los 23 códigos que cambian
el orden de las letras del alfabeto hebreo así como que al tener el hebreo
fonemas diferentes de los otros idiomas y de no utilizar vocales en la
escritura de las palabras, no es difícil acomodar textos a ese sistema.
La existencia de un
ídolo llamado Bafomet fue revelada por los testigos que actuaron como parte de
la acusación en el proceso contra los templarios; hasta ese momento, no hay
constancia de que ningún grupo, secta o religión adorara a un ser de estas
características. La primera
representación gráfica del supuesto ídolo fue realizada por el célebre
ocultista Alphonse Louis Constant, más conocido como Eliphas Leví. Este ocultista
entendía que Bafomet era una representación simbólica del Absoluto y, según el
autor Michael Howard, Leví basó su ilustración del ídolo en una gárgola del
edificio parisino de Saint Bris le Vineux, que fue propiedad de los templarios.
«La gárgola tiene la
forma de una figura barbada y cornuda con senos femeninos colgantes, alas y
pies en forma de pezuñas. Está sentado con las piernas cruzadas, posición que
recuerda la del dios celta Cernunos, o el Cornudo, al cual se rendía culto en la
Galia antes de la ocupación romana».
Eliphas Leví es muy
elocuente a la hora de describir al Bafomet. Como se lee a continuación, su
descripción es sumamente minuciosa. A partir de ésta, el supuesto ídolo pudo
ser representado e incluso adoptado por diversos grupos: «El macho cabrío lleva
sobre la frente el signo del pentáculo, estrella de cinco puntas realizada de un solo trazo y con la punta hacia arriba, lo que
basta para considerarla como símbolo de luz; hace con ambas manos el signo del
Ocultismo y muestra en alto la luna blanca de Chesed y hacia abajo la luna
negra de Geburah. Este signo representa el perfecto acuerdo de la misericordia
con la justicia. Uno de sus brazos es femenino y el otro masculino, como en el
andrógino Khunrath, atributos que hemos debido reunir con los de nuestro macho
cabrío, puesto que es un solo y mismo símbolo. La antorcha de la inteligencia,
que resplandece entre sus cuernos, es la luz mágica del equilibrio universal;
es también la figura del alma por encima de la materia, aunque teniendo la
misma cabeza, como la antorcha tiene la llama. La repugnante cabeza del animal
representa el horror al pecado, cuyo agente natural, único responsable, es el
que debe llevar por siempre la penitencia; porque el alma es impasible en su
naturaleza, y no llega a sufrir más que cuando se materializa. El caduceo que
tiene en lugar del órgano reproductor representa la vida eterna; el vientre,
cubierto de escamas, es el agua; el círculo, que está encima, es la atmósfera;
las plumas, que vienen a continuación, simbolizan lo volátil; luego la humanidad
está representada por los dos senos y los brazos andróginos de esa esfinge de
las ciencias ocultas».
Esta forma alegórica
del Bafomet de Leví es la que se ha utilizado para representar al diablo en el
Tarot de Marsella y en el de Wate-Rider, entre otros. En la imagen creada
por el ocultista, Bafomet está sentado sobre una piedra y, sobre ésta, hay una
especie de cubo. Para los ocultistas el significado de la piedra representa a
los iniciados antes de dar los primeros pasos en la Orden; y el cubo representa
al mismo aspirante después de haber hecho algunos progresos en su evolución
espiritual. El cubo es, por otra
parte, símbolo del mundo y la naturaleza material en la que vivimos.
La antorcha que el
ídolo tiene sobre la cabeza simboliza la luz divina, lo que recuerda a Lucifer, también conocido como el Portador de Luz. Este concepto tenía suma importancia en los vínculos de los hombres
del Temple con otros grupos místicos y religiosos de la época. La estrella de cinco
puntas o pentáculo es un símbolo muy antiguo; los pitagóricos y algunos iniciados
lo han relacionado con un supuesto primer dios cuyo nombre era Sirio que, para
los ocultistas representa los principios herméticos.
Para algunos autores,
el Bafomet se traduce como un compendio de símbolos alquímicos y cabalísticos.
Bafomet sería el sefira chokmah, la Cabeza del Anciano que encarna la
sabiduría. También lo identifican con el Adam Kadmon u Hombre Celestial, en el
que está la esencia suprema del Creador y al cual se le conoce también como
«Cabeza de las Cabezas». Se lo define como constituido por tres cabezas en una
sola y tiene por atributo la sabiduría.
El Bafomet de Eliphas Leví |
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