Powered By Blogger

miércoles, 18 de abril de 2018

Tutmosis III y la bíblica batalla de Megiddo


Alrededor del año 1279 a.C. ascendió al trono de Egipto el faraón Ramsés II y el suyo sería uno de los reinados más largos de la historia del País del Nilo. Ramsés ordenó construir más templos, más estatuas y obeliscos, y engendró más hijos que cualquier otro faraón.
Ramsés II fue un guerrero audaz y condujo a su ejército contra los hititas en la batalla de Kadesh (en la actual Siria); después de llegar a un punto muerto en la campaña, Ramsés II selló un tratado de paz con los hititas en torno al –1258 que es el más antiguo registrado en la Historia. En virtud de este tratado, Egipto se retiró de la mayor parte de sus territorios asiáticos dejando el campo libre a los hititas para competir por la hegemonía en la región con el emergente poderío de Asiria y de los recién llegados frigios procedentes del Asia Menor.
En la época de Ramsés II, la riqueza de Egipto ya se había convertido en un objetivo tentador para los invasores extranjeros; en particular, para los libios del oeste y los misteriosos Pueblos del Mar, que formaban parte de la poderosa confederación de piratas griegos del mar Egeo. Inicialmente, el ejército egipcio fue capaz de repeler las invasiones de estos pueblos, pero, a la larga, Egipto terminó perdiendo el control de sus territorios en el sur de Siria y Canaán, que cayeron en poder de los asirios e hititas, y posteriormente de los filisteos que fijaron su capital en Gaza. Los filisteos formaban parte de los Pueblos del Mar.
El impacto de las amenazas extranjeras sobre Egipto se vio agravado por problemas internos como la corrupción, el robo de las tumbas reales y los disturbios populares. Después de recuperar el poder, los sumos sacerdotes del templo de Amón en Tebas habían acumulado vastas extensiones de tierra y mucha riqueza, debilitando al Estado y el país terminó dividido.

Los belicosos hititas procedían del País de Hatti situado en Anatolia central. Su reino se desarrolló entre los siglos XVII y XII a.C. y su capital fue Hattusa. Los hititas, también llamados hetitas o heteos, eran un pueblo de origen indoeuropeo y hablaban una lengua que escribían en tablillas de arcilla mediante jeroglíficos o caracteres cuneiformes importados de Asiria.
Gracias a su superioridad militar y a su gran habilidad diplomática, los hititas sometieron a numerosas ciudades-estado de Siria y del vecino país de Mitanni, creando un poderoso imperio que aglutinaba culturas muy distintas. Los hititas llegaron a ser la tercera potencia militar en Próximo Oriente, junto con Babilonia y Egipto. Perfeccionaron el carro de combate y lo emplearon con gran éxito. Se les atribuye una de las primeras utilizaciones del hierro para elaborar armas y objetos de lujo, aunque algunos historiadores modernos discrepan sobre este punto y atribuyen a los asirios la primera utilización del hierro en el forjado de armas. Tras su declive, los hititas cayeron en el olvido hasta que fueron redescubiertos en el siglo XIX por los arqueólogos.
La plaza fuerte de Kadesh o Qadesh, se hallaba en el país de Canaán a orillas del río Orontes en lo que hoy es territorio sirio, y es famosa por la legendaria batalla que enfrentó a hititas y egipcios. Las primeras referencias documentales sobre Kadesh nos muestran una ciudad que, aliada con Mitanni, encabezó junto a la bíblica Megiddo del Armagedón, una coalición contra el avance del faraón egipcio Tutmosis III (s. XV a.C.). Al ser derrotada en la batalla de Megiddo, esta coalición siria tuvo que rendirse, y Kadesh pasó a ser una plaza fuerte que rendía vasallaje a Egipto, convirtiéndose pronto en una de las principales plazas egipcias en Siria. Pero también sobre este aspecto los historiadores y arqueólogos disienten, y algunos señalan que la ciudad de Megiddo quedó reducida a escombros y que ya no fue reedificada. Lo que vendría a coincidir con lo que se cuenta en la Biblia.
Casi un siglo después de la destrucción de Megiddo, el rey hitita Suppiluliuma I (segunda mitad del siglo XIV a.C.), lanzó una exitosa campaña militar contra el debilitado reino de Mitanni, tras la que se vio arrastrado a una larga y sangrienta guerra con Egipto para dirimir la supremacía en los territorios de Canaán y Siria, tradicionalmente vasallos o aliados de los faraones.
En el transcurso de las primeras escaramuzas, Suppiluliuma instaló a un rey vasallo en Kadesh. Esta maniobra diplomática provocó la guerra con Egipto, que alcanzaría su punto culminante cincuenta años después (hacia el 1275 a.C.) cuando el rey hitita Muwatalli II se enfrentó al faraón Ramsés II que intentaba apoderarse de la plaza fortificada. El resultado de la decisiva batalla de Kadesh es incierto porque ambos bandos se adjudicaron la victoria. En cualquier caso, la plaza permaneció bajo control hitita y Ramsés II firmó la paz con los asiáticos.

En tiempos de Ramsés II, el gran faraón guerrero, la religión egipcia ya estaba muy elaborada y bien asentada en todo el País del Nilo. Se había superado la crisis monoteísta desencadenada en el siglo anterior por el faraón Akenatón, que intentó imponer el culto de Atón. Una crisis política que puso en peligro la propia supervivencia de Egipto como nación.
La religión egipcia, plasmada en su rica y compleja mitología, es un conjunto de creencias que impregnaba toda la vida egipcia, desde la época predinástica hasta la llegada del cristianismo. Los cultos religiosos eran oficiados por sacerdotes, y el uso de la magia y los hechizos acompañaban estas liturgias desde tiempo inmemorial.
El templo de Amón en Tebas era un lugar sagrado donde solamente se admitía a los sacerdotes, aunque en las celebraciones importantes el pueblo era admitido en el patio. El templo funcionaba también como archivo, biblioteca, banco del Estado, ministerio de Hacienda y registro de la propiedad, pues todos los documentos escritos se ponían bajo la advocación de los dioses.
La existencia de momias y pirámides fuera de Egipto indica que las creencias y los valores de las culturas prehistóricas se transmitieron de una u otra forma por Oriente Próximo y llegaron hasta la Ruta de la Seda. Los contactos de Egipto con lejanos países extranjeros incluyeron Nubia y Punt al sur, las islas del Egeo y Grecia al norte, el Líbano, Siria y otras regiones del Próximo Oriente y Libia, incluso la península Ibérica, al oeste.
La naturaleza religiosa de la civilización egipcia influenció su contribución a las artes. Muchas de las grandes obras del Egipto antiguo representan dioses, diosas y faraones divinizados. El arte está caracterizado por la idea del orden y la simetría. Aunque el análisis del cabello de momias del Imperio Medio ha revelado evidencias de una dieta estable, las momias cuya datación se acerca al 3200 a.C. muestran señales de anemia y desórdenes hemolíticos, síntomas inequívocos del envenenamiento por metales pesados. Los compuestos de cobre, plomo, mercurio y arsénico que fueron utilizados en pigmentos, tintes y maquillajes de la época pudieron haber causado el envenenamiento, especialmente, entre la clase acomodada consumidora de estos productos cosméticos.

Ramsés II dirigiendo a sus tropas en Kadesh

No hay comentarios:

Publicar un comentario