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domingo, 7 de noviembre de 2010

¿Por qué asesinaron a Kennedy? (6)

El legendario director del FBI, J. Edgar Hoover, Allen Dulles, director de la CIA, y el veterano John McCloy, no eran del agrado del nuevo presidente, John Fitzgerald Kennedy, que había tomado posesión de su cargo en enero de 1961. Allen Dulles fue cesado como director de la CIA después de su nefasta gestión en la operación de Inteligencia que culminó con el fracaso de la invasión de playa Girón, en la bahía de los Cochinos. Una operación militar en la que tropas supuestamente anticastristas, en realidad mercenarios entrenados y dirigidos por la CIA, invadieron Cuba en abril de 1961. La acción acabó en un rotundo fracaso en apenas 72 horas y la mayoría de los asaltantes fueron capturados por el Ejército cubano. Kennedy se negó a que las Fuerzas Aéreas norteamericanas prestasen apoyo aéreo a los invasores. Después del asesinato del presidente Kennedy, Edgar Hoover, Allen Dulles y John McCloy controlaron buena parte de la investigación llevada a cabo por la Comisión Warren para esclarecer las circunstancias del mismo.

Retrocedamos un poco en el tiempo. En vísperas de desencadenarse la Segunda Guerra Mundial, Edgar Hoover continuaba su relación de amistad y cooperación con los agentes y funcionarios nazis que dominaban la Interpol, la Policía Secreta Internacional con base en Berlín. Hoover estaba obsesionado con la amenaza roja desde 1919 cuando encabezó la Oficina General de la División de Inteligencia. Heinrich Himmler, Reinhard Heydrich, Arthur Nebe, entre otros fanáticos nazis, eran activos miembros de la Interpol.

Cuando la entrada en la guerra de Estados Unidos se hizo inevitable tras el ataque japonés a Peral Harbor el 7 de diciembre de 1941, Roosevelt ordenó a Hoover capturar a los agentes alemanes que actuasen en territorio norteamericano y en otros países dentro de su área de influencia, como era el caso de Cuba en aquellos momentos.

Finalizada la guerra mundial, se inició la Guerra Fría que se desarrolló en un contexto particularmente tenso en Estados Unidos entre 1950 y 1956, en la medida que la URSS experimentaba con la bomba atómica a partir de 1949, Mao Zedong llegaba al poder ese mismo año y la guerra de Corea empezaba en junio de 1950. Esta atmósfera amenazante pesaba sobre la opinión pública estadounidense que deseaba una política enérgica y ofensiva contra el bloque soviético. En febrero de 1950, Joseph McCarthy, senador por Wisconsin, intervino –con un éxito inesperado– denunciando una supuesta conspiración comunista en el seno mismo del Departamento de Estado. Así se inició una caza de brujas consistente en expurgar a los ‘rojos’ quienes entonces se revelaron como los auténticos adversarios políticos, desplazando definitivamente el interés del gran público por los criminales de guerra nazis que podían así campar libremente por los Estados Unidos e infiltrarse en la CIA sin ningún problema. Es más, en la Agencia fueron recibidos como auténticos paladines de la lucha anticomunista.

Explotando el miedo escénico de la amenaza comunista y alimentándose de la delación, el senador Joseph McCarthy, Edgar Hoover, jefe del FBI y el propio Richard Nixon, alcanzaron gran popularidad. Su actividad inquisitorial destinada a desmantelar eventuales infiltraciones de agentes comunistas en la Administración pública se extendió pronto a los laboratorios de investigación, a las universidades y, cómo no, a Hollywood. Tanto los empleados públicos como los actores, escritores y demás intelectuales, debían superar una especie de «control de lealtad» que costó la carrera a varios de ellos. De este modo, apoyándose en la patriótica caza de brujas contra los supuestos comunistas, Richard Nixon cimentó su carrera política hacia la Casa Blanca, acusando despiadadamente a Alger Hiss, presidente de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, de haber trasmitido documentos secretos a los soviéticos en la época del New Deal, durante la administración Roosevelt.

Y así fue como destacados criminales nazis como el conde George De Mohrenschildt, a pesar de haber sido acusado de formar parte durante la guerra del Gobierno francés de Vichy y de haber colaborado con personajes tan despreciables como el criminal de guerra Klaus Barbie, el Carnicero de Lyon, pasaron inadvertidos en Estados Unidos, porque apenas un lustro después de finalizada la guerra contra Alemania en 1945, los nazis se convirtieron en los nuevos aliados del Mundo Libre para luchar ahora contra los rusos, los nuevos enemigos. Por eso el FBI de J. Edgar Hoover no hizo nada contra los agentes alemanes descubiertos en suelo norteamericano después de la guerra, porque la mayoría de ellos fueron fichados por la OSS (Office of Strategic Services), creada por David Rockefeller y que con Allen Dulles se reconvertiría en la CIA (Central Intelligence Agency).

Aunque George De Mohrenschildt fue identificado como espía nazi durante la Segunda Guerra Mundial por el FBI, su director, Edgar Hoover, omitió mencionarlo en su investigación, y el aristócrata nazi pudo ingresar sin problema alguno en los Servicios de Inteligencia de Estados Unidos y seguir manteniendo sus relaciones con otras organizaciones nazis como ODESSA, que se preocupaban de buscar nuevas identidades a los criminales de guerra alemanes en otros países. Aunque la mayoría se instalaron en Estados Unidos y América del Sur.

Fue así como George De Mohrenschildt se convirtió en el gran organizador de la colonia bielorrusa anticomunista en Dallas y en el anfitrión de Lee Harvey Oswald, mientras conspiraba con los servicios secretos tramando el asesinato de Kennedy, para el que ya habían elegido al cabeza de turco que cargaría con las culpas: el oscuro Lee Harvey Oswald.

Antes y después del homicidio del presidente Kennedy en noviembre de 1963, George De Mohrenschildt prosiguió con sus actividades en el Club del Petróleo de Texas y en la organización conocida como AFABN, Amigos Americanos de la Naciones del Bloque Antibolchevique (American Friends of the Anti-Bolshevik Bloc of Nations) financiada por la CIA.

El productor de cine barón Constantine Maydell, primo de George De Mohrenschildt, fue uno de los máximos agentes alemanes en Norteamérica. Reinhard Gehlen reclutó a Maydell en el período de posguerra para colaborar en los programas de la CIA para inmigrantes rusos. También reclutó a veteranos del Grupo Abwehr de Maydell para trabajar con las organizaciones de inmigrantes de Europa del Este en Estados Unidos.

(Continuará…)

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