En la mitología griega,
Medusa era una monstruosa deidad cetónica que convertía en piedra a aquellos que
la miraban fijamente a los ojos. Fue decapitada por el héroe Perseo, quien
después usó su cabeza como arma disuasoria hasta que se la dio a la diosa
Atenea para que la pusiera en su escudo. Las tres gorgonas –Medusa, Esteno y
Euríale– eran hijas de Tifón y Equidna.
Las gorgonas eran
enemigas del hombre. En una oda escrita por Píndaro hacia el 490 a.C. ya se
habla de la «Medusa de bellas mejillas». En una versión posterior del mito
narrada por el poeta romano Ovidio, Medusa era inicialmente una hermosa
doncella a la que describía como «la celosa aspiración de muchos pretendientes»
y sacerdotisa del templo de Atenea, pero cuando fue violada por Poseidón, dios del
Mar, la enfurecida diosa transformó el hermoso cabello de la joven Medusa en
sierpes.
Medusa estaba embarazada
de Poseidón cuando fue decapitada mientras dormía por Perseo, que había sido
enviado a buscar su cabeza por el rey Polidectes de Sérifos. Con la ayuda de
Atenea y Hermes, que le dio las sandalias aladas, el casco de invisibilidad de
Hades, una espada y un escudo espejado, el héroe fue a visitar a las Grayas
para que le dijeran dónde se encontraba la cueva de las Gorgonas. Finalmente el
héroe mató a Medusa acercándose a ella sin mirarla directamente a los ojos sino
observando el reflejo de la Gorgona en el escudo para evitar quedar
petrificado. Su mano fue guiada por Atenea y así cortó su cabeza. Las hermanas
de Medusa lo buscaron para vengarse, pero Perseo escapó volviéndose invisible
gracias al casco de Hades. Del cuello de Medusa brotó su descendencia: el
caballo alado Pegaso y el gigante Crisaor.
Medusa convertía a los hombres en piedra con su mirada |
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