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viernes, 7 de julio de 2017

¿Quién escribió la Biblia?

Hace unos 2600 años que se viene leyendo la Biblia tal como la conocemos. Es el libro más traducido de la Historia, a la vez que ocupa el primer lugar entre los que más se han vendido. Y por su condición de texto sagrado de judíos y cristianos, forma parte del dogma de cientos de millones de creyentes, que lo aceptan sin discusión al considerar que refleja la «Palabra de Dios». Sin embargo, este libro ha influido decisivamente en el desarrollo de la civilización occidental a partir del siglo IV, cuando el cristianismo fue adoptado como religión oficial del Imperio Romano. Pero los textos bíblicos están trufados de contradicciones, enigmas y supuestas profecías que se escribieron mucho tiempo después de haber sucedido los hechos que anunciaban, y que han sido objeto de todo tipo de interpretaciones. Todavía a principios del siglo XVIII se creía que la Tierra tenía una edad inferior a los 6000 años; hoy sabemos que este guarismo debe ser multiplicado por un millón, y acaso nos quedemos cortos. Pero para los judíos ortodoxos y los cristianos fundamentalistas este dato es irrefutable. Los avances científicos y tecnológicos nos llevan a ir distanciando cada vez más las edades históricas, hasta el punto de que ya a nadie, en especial a las personas de mente despierta, le sorprende averiguar que la Biblia se refiere a un momento especial en relación a una sola nación, Israel, que se considerada el «pueblo elegido». La Biblia es el relato de ese pueblo que vivió en unas épocas y en unos lugares concretos: Mesopotamia, Canaán, Egipto, Babilonia... No hay duda de que nos hallamos ante un texto histórico, cuyo material básico fue transmitido oralmente a lo largo de muchas generaciones antes de ser escrito. Suele aceptarse que la Biblia empezó a redactarse en el siglo VI a.C., durante la época conocida como del «Cautiverio en Babilonia». El estudio de los textos bíblicos conduce a concluir, teniendo en cuenta los diferentes estilos de su redacción, que fue la obra de al menos una docena de autores «originales», si no más. La redacción original fue terminada en el siglo II a.C., en tiempos de los Macabeos, lo que hace creíble que los autores fueran muchos. Idea que se sustenta en la reiteración de algunos sucesos, que en muchos casos ofrecen una gama de variados planteamientos y unos desenlaces muy diferentes. Al tener en cuenta la gran cantidad de coincidencias que se observan en las grandes tradiciones de Oriente Próximo, Egipto y Mesopotamia, algunos eruditos han llegado a considerar que los autores hebreos actuaron como simples «adaptadores» al sincretizar otros cultos religiosos y tradiciones anteriores plasmándolos en la Biblia, luego de «transformar» su envoltura, pero manteniendo su contenido básico. 
Por todo esto, no planteamos una hipótesis inverosímil o descabellada, si tenemos en cuenta que cuando Caín se alejó de delante de Yahvé, habitó en el país de Nod, al este del Edén. Allí conoció a su mujer, con la que concibió a Enoc. Luego edificó una ciudad... ¿De dónde había salido la misteriosa esposa de Caín? ¿Acaso hemos de creer que existió un segundo o un tercer Paraíso en otra parte? ¿No resulta más lógico aceptar la existencia de otros países habitados por seres humanos, a los que podemos denominar «paralelos», además del formado por Adán y Eva luego de haber sido expulsados del Paraíso? Además, en el momento en que Caín es maldecido por Yahvé, el primer asesino en la historia de la Humanidad no silencia su reproche al decir: «Tú me echas de sobre la faz de la tierra, y de tu presencia habré de esconderme. Andaré fugitivo y errante por la tierra, por lo que cualquiera que me encuentre me matará...» Pero ¿quién iba a encontrarlo si era el único hijo de los «primeros padres»? Sólo podían ser unos misteriosos habitantes de los parajes cercanos o de otros lugares más o menos distantes, de los que él ya tenía noticias. Uno de los principales enigmas de la Biblia es éste. No existe ninguna duda de que un gran número de los hechos que se narran en los textos bíblicos ocurrieron, como ha podido demostrar la moderna arqueología. Sin embargo, ¿coinciden en su esencia con todo lo descubierto? Debemos reconocer que en bastantes casos sólo se aprecia una remota similitud. Y lo que más se comprueba es que para casi todos los momentos históricos existe un precedente. Lo iremos viendo en los siguientes capítulos.

Lilith, primera esposa de Adán, y la serpiente

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