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lunes, 8 de noviembre de 2010

Atila y el papa León

En 453, Atila invadió Italia. El emperador Valentiniano se refugió tras las murallas de Rávena y sólo la autoridad del papa León pudo salvar a Roma del desastre. Rafael describe en un fresco vaticano el encuentro entre un papa sereno y magnífico, y un bárbaro aterrorizado por la presencia de la Cruz que empuña el anciano pontífice. No ha trascendido el contenido de la conversación que mantuvieron el temible rey de los hunos y el Santo Padre. Pero las hordas bárbaras desistieron de su propósito de asaltar y saquear la indefensa ciudad de Roma, y se retiraron a Panonia, actual Hungría. Poco tiempo después, Atila moría envenenado por su esclava favorita, Ildico, y el imperio de los hunos desaparecía de la historia para siempre. Los escépticos, en cambio, dicen que el papa León compró con oro la retirada del huno. No parece factible que Atila aceptase un oro que podía tomar cuando quisiese. La ciudad estaba totalmente desguarnecida. Además, dos años después (455) León intentó disuadir al caudillo vándalo Genserico para que respetase la ciudad de Roma y no obtuvo el mismo éxito. El vándalo saqueó la ciudad e hizo prisioneros a miles de ciudadanos romanos. 
Mil años después del encuentro entre Atila y el papa León, el 29 de mayo de 1453, Constantinopla, la capital del antiguo Imperio Romano de Oriente, caía en manos de los turcos otomanos. La leyenda cuenta que mientras el patriarca de Constantinopla oficiaba la santa misa, consciente de que todos iban a morir, un ángel emergió de entre los muros de la basílica de Santa Sofía y tomó en sus manos el cáliz con el que patriarca celebraba la misa, y desapareció con él atravesando el muro de donde había salido. La misma leyenda dice que el santo cáliz reaparecerá cuando Constantinopla vuelva a ser cristiana y de nuevo se celebre la santa misa en la basílica de Santa Sofía. El celebérrimo ‘Drácula’ de la novela de Bram Stoker se basó en la biografía de Vlad Tepes, un noble de Valaquia que combatió a los turcos otomanos para impedir que éstos tomasen Constantinopla e invadiesen después Europa oriental. En otras leyendas, Drácula es Atila reencarnado en un valeroso paladín cristiano, esta vez, dispuesto a salvar Roma, pues durante siglos, Constantinopla, la primitiva Bizancio de los griegos, fue conocida como la segunda Roma.

Los hunos eran excelentes jinetes

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