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lunes, 1 de noviembre de 2010

El escándalo del Banco Ambrosiano


En junio de 2007, un tribunal de Roma absolvía a cinco imputados en el asesinato de Roberto Calvi en 1982, en un intento por acallar el mayor escándalo en el que se había visto envuelta la Iglesia en el siglo XX, la muerte de Roberto Calvi, más conocido como “el banquero de Dios” por su privilegiada relación con el Vaticano. 

Roberto Calvi, antiguo director del Banco Ambrosiano, fue encontrado colgado en el puente londinense de Blackfriars en 1982. La investigación abierta por las autoridades británicas concluyó que se trataba de una muerte por suicidio, pero el caso fue reabierto años después a instancias de la familia de Calvi. El cadáver fue exhumado y se encontraron indicios de que pudo haber sido asesinado. Calvi fue ahorcado siguiendo un ritual masónico perfectamente establecido en los protocolos de las distintas logias masónicas de Obediencia inglesa, y que no es otro que el que reproduce los ajusticiamientos de los asesinos del legendario Hiram Abiff, el gran arquitecto del Templo de Salomón, venerado por los masones. Jamás se atrapó al presunto asesino de Calvi, pero las investigaciones policiales se dirigieron hacia la poderosa logia masónica P2, que mantenía estrechísimas relaciones con la mafia y varios políticos italianos como Giulio Andreotti, que también fue interrogado en 1974 en relación al extraño accidente en el que perdió la vida el industrial Enrico Mattei en 1962.

La muerte de Roberto Calvi coincidió con la declaración de bancarrota del Banco Ambrosiano, con deudas superiores a los 1.500 millones de euros, en uno de los mayores escándalos por fraude en la historia de las finanzas italianas y el mayor sufrido por el Vaticano el pasado siglo. En junio de 2007 quedaron absueltos del cargo de asesinato Giuseppe Calo, presunto contable de la mafia siciliana; Flavio Carboni, socio del banquero fallecido; el empresario Ernesto Diotavelli; el guardaespaldas y chófer del magnate, Silvano Vittor; y la ex novia de Carboni, Manuela Kleinszig. La Fiscalía había solicitado la absolución de ésta última acusada por falta de pruebas concluyentes que le vincularan con la muerte del banquero, pero para los otros cuatro acusados había solicitado cadena perpetua. Calvi tenía conexiones con las finanzas del Vaticano, y la Fiscalía mantenía que también usaba su posición de privilegio para lavar dinero de la mafia. Según el relato de la Fiscalía, los capos de la mafia dejaron de fiarse de Calvi y comenzaron a sospechar que éste les iba a delatar por sus movimientos financieros fraudulentos. Así que concertaron una cita en Londres para deshacerse de Calvi, que había pasado de ser su principal valedor a ser un estorbo.

«Los imputados, valiéndose de organizaciones mafiosas, buscaban la muerte de Calvi para castigarlo por haberse quedado con notables cantidades de dinero que pertenecían a dichas organizaciones, así como para impedirle ejercitar un poder de soborno sobre referentes de la masonería». Así rezaban los cargos. En la documentación del proceso se hablaba de la mafia siciliana, camorra napolitana, del Estado Vaticano, la clase política italiana, la logia masónica P2, ricos empresarios y familias de la nobleza de rancio abolengo.

El juicio que terminaba en junio de 2007, tras dos años de investigaciones dejaba en el aire más preguntas que respuestas. Los abogados de la defensa argumentaron durante el juicio que Calvi se granjeó muchos enemigos con sobrados motivos para querer asesinarle. Algunos de esos rivales podrían incluso pertenecer al Vaticano. Una posible conspiración entre varios de ellos pudo silenciar a un hombre que sabía demasiado de los entresijos financieros de dos instituciones consideradas sagradas en Italia: la Iglesia y la mafia, y que a menudo habían caminado juntas.

Al registrar la policía el cadáver de Roberto Calvi, en sus bolsillos se hallaron dos relojes, tres pares de gafas, 10.000 dólares, varios francos suizos, tres libras esterlinas, unos chelines y 54.000 liras. Y, sin embargo, nadie halló la llave de la habitación del hotel donde Calvi durmió y en cuya caja fuerte habría dejado un maletín con 19 millones de dólares, que se evaporó. Puede ser que Calvi efectivamente se suicidara de forma tan espectacular. Puede que el suicidio fuera simulado y ocultara un ajuste de cuentas. La justicia hasta el momento, y como a menudo ocurre, no ha podido establecer los hechos reales de lo que sucedió.

Paul Marcinkus, un pésimo gestor financiero
En 1969, Pablo VI tomó una de las decisiones más controvertidas de su papado, que en el mejor de los casos fue su mayor error, y en el peor, signo de poca pulcritud en la gestión de las finanzas de la Iglesia. El papa nombró secretario del Instituto de Opere Relígiose (IOR), el banco del Vaticano, al sacerdote estadounidense Paul Marcinkus, y en 1971 lo promocionó al cargo de presidente del mismo. A finales de los sesenta, el IOR establece una estrecha relación con Michelle Sindona, un hombre de negocios ligado a la Democracia Cristiana y a la mafia, que había hecho fortuna como asesor financiero de Pablo VI en sus años de arzobispo en Milán, y también con Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano. Las relaciones tripartitas superaron ampliamente los límites de la legalidad.

El famoso prelado había nacido en Cicero (Chicago) en 1921, y había llegado al Vaticano en 1950, una joven promesa en cuestiones de gestión económica de las que tan necesitada estaba la Iglesia romana. Llegar al frente del IOR supone una brillante culminación de una fulgurante carrera eclesiástica. Como banquero mayor del Vaticano, gestionará sin demasiados escrúpulos los fondos del IOR, con unas once mil cuentas corrientes en 1978, en su gran mayoría –más de 9.000, para ser exactos– con titulares ajenos a la Iglesia, algunos de los cuales están en la cúspide del poder político y económico italiano. Cuentas y operaciones exentas de impuestos. La banca habría servido, según algunos estudiosos y expertos en el caso, como el periodista italiano Mario Guarino, como excelente y discreto vehículo para evadir impuestos y sacar divisas de Italia.

Pero en 1974 la situación del banquero Sindona se complica. La caída de las Bolsas internacionales le deja sin liquidez, mientras el cambio de panorama político, con un Richard Nixon obligado a abandonar la presidencia de Estados Unidos, y una Democracia Cristiana en serias dificultades en el Gobierno de Italia, le privan de la substancial ayuda política. La caída de Sindona y la trama financiera que ha montado terminan arrastrando a sus cómplices, Marcinkus y Calvi. La situación será gravísima en 1978 cuando muera Pablo VI sin haber hecho nada por arreglar o mitigar el escándalo. A Juan Pablo I no le dará tiempo. Juan Pablo II actuará muy lentamente, pues mantiene a Marcinkus en su puesto, al frente del IOR, hasta finales de 1989. Sus errores le costaron a la Santa Sede 240 millones de dólares, pagados como resarcimiento al Banco Ambrosiano, y una mancha en su reputación difícil de limpiar.

El sacerdote Jesús López Sáez en su estudio “El día de la cuenta, Juan Pablo II a examen” no sólo concluye que Juan Pablo I fue asesinado para que no investigara las profundidades del caso, sino que incluso el atentado contra Juan Pablo II pudo haber tenido el mismo último objetivo. López Sáez, responsable de la Comunidad Ayala de Madrid, experto en Juan Pablo I, se basa en el libro DISCEPOLI DI VERITA, All'ombra del papa infermo, editado por Kaos en Milán en 2001, la editorial italiana más comprometida con el anticlericalismo militante, para suscribir las afirmaciones de este libro anónimo que establece que Juan Pablo I había decidido hacer frente con valentía a la masonería y a la mafia. Se ha ocultado este hecho, así como la causa de su muerte. Todo indica que murió de forma provocada. A diferencia de lo que pensaba hacer Juan Pablo I, Juan Pablo II mantiene durante años al frente del IOR a Marcinkus, que había negociado primero con Sindona y después con Calvi. Aquel mes de mayo de 1981 fue tremendo: el día 13, el atentado contra Juan Pablo II; el día 20, Roberto Calvi es encarcelado y, además, ese día se publican las listas de la logia masónica P2, provocando la caída del Gobierno italiano. Calvi, en la cárcel donde estuvo dos meses, les dice a su esposa Clara y a su hija Anna: “Este juicio se llama IOR”. Al salir de la cárcel, Calvi recurre a Paul Marcinkus, el cual le avala con unas cartas de patrocinio. Un año después, Calvi le dice a su protector Flavio Carboni que “debía hacerle entender al Vaticano que los curas tenían que hacer honor a sus compromisos, porque de lo contrario él revelaría todo lo que sabía”.

En mayo de 1982, un Roberto Calvi desesperado al sentirse acorralado, le dice a su hija: “Los curas tendrán que vender la plaza de San Pedro. Por cifras como éstas la gente puede llegar a matar. Si vienen me defenderé, dispararé contra ellos”. Al mismo tiempo que mantiene a Paul Marcinkus en el cargo, Juan Pablo II asume la línea de Agostino Casaroli, su secretario de Estado, el cual manifiesta en febrero de 1981: “Los que nos critican tienen toda la razón. Así no se puede seguir. Tenemos que cambiar”. El 25 de mayo de 1984 se firma un acuerdo en Ginebra, según el cual el IOR se compromete a pagar 250 millones de dólares a los acreedores del Banco Ambrosiano, en total 109 bancos. Roberto Calvi es ahorcado el 17 de junio de 1982, y Sindona es envenenado el 22 de junio de 1986.

Un superviviente llamado Licio Gelli
Con una poblada barba y con pasaporte falso, Licio Gelli se creía a salvo en la Costa Azul. Hacía tiempo que la policía le había localizado, pero varios intentos de detención se habían frustrado en el último momento. Al final, fue atrapado en 1998. Gelli había desaparecido de su villa de Arezzo (Toscana) en vísperas de que el Tribunal Supremo confirmara, el 22 de abril, la sentencia del Tribunal de Apelación de Milán, que lo condenaba a 12 años de cárcel por su implicación en la quiebra del Banco Ambrosiano de Roberto Calvi, ocurrida en 1982.

Nacido en Pistoia el 12 de abril de 1919, Licio Gelli tuvo una juventud turbulenta que le llevó a enrolarse en los camisas negras, fascistas italianos que combatieron en la Guerra Civil española entre 1936 y 1939 en el bando del general Francisco Franco. Más tarde Gelli reaparece en la Argentina del general Juan Domingo Perón y su esposa Evita, para recalar posteriormente en su Italia natal donde habría de escalar hasta la cima del poder secreto de la Logia P2, que se constituyó como un auténtico Estado dentro del Estado, actuando siempre a la sombra del poder legal establecido.

En la Logia P2 figuraban destacados banqueros como Roberto Calvi y Michelle Sindona, militares, ministros y periodistas. Fueron los jueces de Milán Gerhardo Colombo y Giuliano Turone quienes descubrieron en 1981, cuando investigaban los negocios sucios de Michelle Sindona, la lista de miembros de la P2, y comprobaron que penetraba en los centros de poder italianos al más alto nivel.

La P2 introdujo hábilmente sus ramificaciones en el Banco Ambrosiano, cuya quiebra en 1982 dejó un agujero de 1,4 billones de liras y una larga serie de incógnitas. Robeto Calvi, el presidente del banco, se suicidó aparentemente en el puente londinense de Blackfriars, mientras Michelle Sindona supuestamente se quitó la vida en la cárcel en 1986. Gelli resultó indemne, pero la Justicia le presentó una abultada cuenta meses después. Una cuenta que el ex gran maestre no parecía dispuesto a saldar de no ser porque en junio de 2007 la suerte le volvió la espalda.

Licio Gelli había entrado en la masonería en los años sesenta, incorporándose a la Logia P2 creada en el siglo XVIII para agrupar a los “hermanos” con cargos públicos en una estructura especialmente clandestina. Durante años acumuló amistades e informaciones privilegiadas. Y cuando la P2 fue desmantelada en 1975 por las autoridades masónicas regulares, Gelli se rebeló y mantuvo la estructura por su cuenta.

Cuando en los ochenta, por azar, una lista de más de un millar de miembros cayó en manos de la Justicia italiana, el país descubrió que estaba ante un verdadero “gobierno en la sombra” infiltrado en todos los estamentos del Estado. A partir de ese momento se inicia la caza de Licio Gelli, a quien se supone la mente inspiradora de todos los asuntos turbios de la vida italiana de las dos últimas décadas. Todo un personaje de película si la realidad no hubiera superado hace mucho tiempo a la ficción. Su fácil fuga, pues se encontraba arrestado sin vigilancia policial en su domicilio, añadió una nueva incógnita a una trayectoria realmente rocambolesca, sólo explicable por disponer siempre de poderosas complicidades aún no desveladas en las altas esferas del poder que, sin duda, debían incluir a jefes de la policía y de los servicios secretos, además de políticos, jueces y abogados corruptos.

En los meses que siguieron a su fuga, decenas de inspectores de la Interpol le buscaron por los Balcanes y en Rumania, pero también en Francia y España. A pesar de difundirse una presunta foto suya en el centro de Belgrado, y de la de un piso franco con cientos de millones de las antiguas pesetas y cajas con documentación comprometedora, Licio Gelli, de 80 años de edad y enfermo de máxima gravedad, se había evaporado junto con su compañera sentimental, la señora Gabriella Vasile.

Pocos días después de descubrirse su fuga, y con no poco sentido del humor, Gelli presentó una obra al concurso internacional de poesía San Dominichino. Sus poesías fueron enviadas desde Arezzo, Umbría (región central de Italia) el 29 de abril de 2007, a la secretaría de la 39 Edición del Premio, que se falló el 23 de agosto. La obra se titulaba “Miti nella poesía” (Mitos en la Poesía), en tres volúmenes. No era la primera vez que Gelli participaba en el Premio, ya que ganó la edición de 2003, en la sección de poesía individual, mientras que en 2008 se centró en los personajes mitológicos de la Grecia antigua.

Para la Fiscalía de Milán, que se encargó de la bancarrota del Ambrosiano, la fuga de Gelli era una vergüenza. Francesco Saverio Borrelli, el Fiscal Jefe, resaltó que por ese caso sólo iban a pagar con la cárcel los que tuvieron un papel secundario y no los peces gordos como Gelli o los intermediarios financieros Umberto Ortolani y Flavio Carboni. El Banco Ambrosiano quebró en 1982 bajo el peso de un agujero de 1.000 millardos de liras de la época (588,2 millones de dólares), consecuencia directa de la desviación de fondos para usos privados y para la financiación de la Logia P2. La bancarrota desató uno de los mayores escándalos de la historia de la República italiana, ya que originó la quiebra de una treintena de empresas.

Sin embargo, el 27 de marzo de 1996, el Tribunal Supremo descartó que la disuelta logia Propaganda Due (P2) hubiese organizado una conspiración política contra el Estado. A la misma conclusión había ya llegado el Fiscal Giorgio Santacroce, quien dijo que la historia de Italia “no pasa sólo por la P2” pero que de todas formas representa “una fea página de la historia y la política civil del país”. El Fiscal solicitó la absolución de los imputados porque “no había pruebas concluyentes de que la Logia P2 de Licio Gelli hubiera conspirado contra el Estado italiano”.

Los absueltos fueron el empresario Umberto Ortolani, brazo derecho de Gelli en la P2, y los generales Franco Picchiotti, Antonio Viezzer y Raffaele Giudice, y el capitán Antonio Labruna, agente del servicio de información (espionaje), además de otros militares y civiles. Los jueces deliberaron durante cuatro horas y al final no modificaron la sentencia en primera instancia del 16 de abril de 1994. Gelli no pudo ser procesado por conspiración contra el Estado porque este delito no está contemplado en el ordenamiento jurídico de Suiza, país que al conceder la extradición del jefe de la P2 excluyó que se le pudiera juzgar por ese cargo en Italia. El proceso puso así fin a una investigación, iniciada a principios de la década de los años ochenta sobre las actividades de la Logia P2, sospechosa de haber organizado un plan para atentar contra el Estado.

La lista de los 962 presuntos miembros de la Logia P2 fue hecha pública el 20 de mayo de 1981 y en ella aparecían periodistas, banqueros, políticos, empresarios (entre ellos Silvio Berlusconi), militares y magistrados. La logia fue disuelta el 9 de diciembre del mismo año a propuesta del Gobierno, ratificada por el Parlamento. En mayo de 1984, una Comisión parlamentaria por el contrario había llegado a la conclusión de que la Logia P2 estaba implicada en las tramas subversivas que ensangrentaron Italia en la década anterior, en un intento de promover la refundación de la República italiana.

El Banco Ambrosiano fue fundado en Milán en 1896 por monseñor Giuseppe Tovini, y se nombró así en honor de San Ambrosio, obispo de esa ciudad en el siglo IV. El propósito de Tovini era crear un banco católico que sirviera de contrapeso a los bancos laicos en Italia, sus metas eran servir a “organizaciones morales, trabajos piadosos, y cuerpos religiosos instalados para las ayudas caritativas”. El banco vino a ser conocido como “el banco de los sacerdotes” y su presidente era Franco Ratti, sobrino del papa Pío XI. En los años 1960 el banco comenzó a ampliar su negocio y sus actividades financieras bajo la dirección de Carlo Canesi, entonces encargado mayor, y a partir de 1965, presidente.

Unos años antes, en 1947, Canesi llevó a Roberto Calvi al Banco Ambrosiano. En 1971 Calvi fue nombrado director general y en 1975 lo designaron presidente. Calvi amplió los intereses del Ambrosiano creando varias compañías subsidiarias en las Bahamas y Sudamérica; participando en la Banca Cattolica de Veneto y proporcionando fondos a la Editorial Rizzoli para financiar la publicación del periódico Corriere della Sera (dándole así el control oculto a Calvi en beneficio de sus asociados en la logia masónica P2). Roberto Calvi también incluyó al banco del Vaticano, el Istituto per le Opere di Religione (IOR) en sus turbios negocios, en la época en que Paul Marcinkus era el presidente del banco del Vaticano.

El Ambrosiano también proporcionó los fondos para varios partidos políticos en Italia, así como para la dictadura de Somoza en Nicaragua y la oposición sandinista. Jugando con dos barajas dentro del más puro estilo Rothschild y financiando a ambos bandos en conflicto. También parece probado que el Banco Ambrosiano proporcionó el dinero para el movimiento Solidaridad en Polonia (se ha alegado que Solidaridad fue financiada por el banco del Vaticano). Juan Pablo II era polaco de nacimiento, y era público y notorio su empeño por acabar con el comunismo, empezando por liberar a Polonia del mismo. En cualquier caso, la Iglesia jugó un papel decisivo (entre bastidores) en la desintegración del bloque socialista en Europa oriental.

Calvi utilizó su compleja red de bancos y compañías de ultramar para especular: mover dinero desde Italia, para inflar precios y también para asegurar préstamos sin garantías. En 1978 el Banco de Italia elaboró un informe sobre el Banco Ambrosiano que predecía su desastre inminente y condujo a investigaciones judiciales. Poco tiempo después, un supuesto grupo terrorista de izquierdas mató al magistrado de Milán que investigaba el caso, Emilio Alessandrini, mientras que Mario Sarcinelli, funcionario del banco y superintendente de la inspección, fue encontrado culpable y encarcelado por cargos que más adelante fueron retirados.

En 1981 la policía italiana llevó a cabo una redada en la oficina de la logia masónica P2 del gran maestre Licio Gelli y encontró pruebas incriminatorias contra Calvi que fue inmediatamente encarcelado, juzgado y condenado a cuatro años de cárcel. Sin embargo, contra todo pronóstico, Roberto Calvi fue puesto en libertad y mantuvo inexplicablemente su posición en el banco.

Varios hechos alarmantes siguieron a la detención de Roberto Calvi: Carlo de Benedetti, de la firma Olivetti, compró el banco y se proclamó vicepresidente. Dos meses más tarde tuvo que abandonar su cargo, después de recibir reiteradas amenazas de muerte por parte de la mafia, y la total ausencia de cooperación por parte de Calvi que no parecía interesado en reflotar el banco. Benedetti fue reemplazado por el veterano Roberto Rosone, posteriormente fue herido en un atentado presuntamente organizado por la mafia.

En 1982 la historia del Banco Ambrosiano se volvió realmente tétrica. Se descubrió que el banco no podía explicar la procedencia de 1.286 billones de dólares y Calvi huyó del país con un pasaporte falso. Por su parte, Rosone logró que el Banco de Italia asumiera el control del Ambrosiano para evitar una quiebra desastrosa. Unos días después de su huída, la secretaria personal de Roberto Calvi, Graziella Corrocher, dejó una extraña nota acusando a su jefe de malversación, y después se suicidó arrojándose desde la ventana de su oficina. Pocos días después, el propio Calvi fue encontrado colgado del puente Blackfriars de Londres.

Los dos asesinatos, aunque se ocultó este detalle a la prensa, fueron ejecutadas siguiendo un meticuloso ritual masónico, por lo que se sospechó la implicación de la Logia P2 en ambas muertes. Lo que significaría que la secretaria Graziella Corrocher habría sido obligada a escribir la extraña nota y después asesinada arrojándola por la ventana. Un mes después de la muerte de Calvi, en julio de 1982, el flujo de fondos hacia el extranjero fue interrumpido, lo que condujo a la quiebra del Banco Ambrosiano. En agosto, sin embargo, una nueva “dirección” se hacía cargo del banco, ahora Nuovo Banco Ambrosiano bajo la supervisión de Giovanni Bazoli. Hubo un gran debate acerca de quién debía hacerse cargo de las pérdidas del antiguo Banco Ambrosiano. Pero fue en ese momento precisamente tan delicado, no sólo para el banco sino para la Iglesia, cuando acudió en su ayuda el Opus Dei y poco tiempo después, el Vaticano aceptó una serie de acuerdos para resarcir, al menos en parte, las deudas contraídas por la quiebra del Banco Ambrosiano, aunque sin aceptar claramente su responsabilidad. La irrupción de Opus Dei en el Banco Ambrosiano se produjo poco antes de que el Gobierno socialista español expropiase RUMASA, principal empresa del Opus Dei en España, el 23 de febrero de 1983.

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