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lunes, 15 de mayo de 2017

Pan: el fauno con cuernos y patas de cabra

Suele creerse que Hermes engendró a Pan en su unión con Dríope o con la ninfa Enoe, pero este punto no está muy claro. Pan era venerado por los pastores como un semidiós, especialmente en la Arcadia, donde guardaba rebaños de cabras y también colmenas, a pesar de no contar con grandes santuarios en su honor en dicha región. Tal vez eso se deba a que sedujo a muchas ninfas, pero también a las esposas de muchos pastores convirtiéndoles en cornudos, de ahí que su veneración en la pastoril Arcadia fuese discreta. Al menos entre los hombres, pues las mujeres siguieron venerando a Pan incluso después de la imposición del anodino cristianismo que identificaba al semidiós con patas de cabra con el diablo.
Pan era también el protector de la fertilidad y patrón de la potencia sexual masculina. Dotado de una enorme verga y de un insaciable apetito sexual, se dedicaba a perseguir por los bosques a ninfas y muchachas para seducirlas, después de participar en sus jolgorios y ganarse su confianza.
En muchos aspectos, Pan guarda muchas similitudes con Dionisos pero era tan feo y contrahecho, que su madre huyó de él atemorizada tras darle a luz. Entonces Hermes se lo llevó al Olimpo para que divirtiera a los dioses; pero Pan era hermano adoptivo de Zeus, y el dios de dioses no lo permitió.
Pan también ayudaba a los cazadores que se internaban en los bosques para conseguir sus presas, pero como lo que más valoraba Pan era su siesta, se vengaba de aquellos cazadores que hacían demasiado estruendo y los espantaba con un grito gutural que les hacía poner los pelos de punta, y a continuación abandonaban el bosque despavoridos.
En cierta ocasión Pan intentó violar a la casta Pitas, quien logró escapar de él metamorfoseándose en abeto, una rama del cual llevó entonces como corona. En otra ocasión persiguió a la no menos casta Siringe hasta el río Ladón, donde ella se transformó en junco; allí, como le era imposible diferenciarla de todos las demás, cortó varias de estas plantas al azar, y con ellas se hizo una siringa. De ahí el nombre de esta flauta.
Su mayor conquista fue la seducción de Selene, que consiguió disimulando su aspecto de cabra negra y peluda con vellones blancos bien lavados. Sin haberse dado cuenta de quién era, Selene accedió a montar sobre su lomo y dejarle hacer con ella lo que quisiese.
Los dioses olímpicos, a la vez que despreciaban a Pan por su aspecto, se aprovechaban de sus poderes. El hermoso Apolo le sonsacó el arte de predecir el futuro, y Hermes copió su flauta, declaró que era un invento suyo, y se la vendió al engreído Apolo.
Pan es el único dios olímpico de cuya muerte se tiene noticia. Un tal Tamo, marinero en un barco que navegaba hacia Italia, oyó una voz divina que le gritaba desde la orilla: «¡Tamo, cuando llegues a Palones, proclama que el gran dios Pan ha muerto!» Así lo hizo Tamo y la noticia fue recibida desde la costa con lamentos.
En la mitología romana Pan se identificaba con el lascivo Fauno que era el señor de las brisas del amanecer y del atardecer. Vivía éste en compañía de las ninfas en una gruta del Parnaso y se le atribuían dones proféticos.
Pan tocando la siringa o zampoña




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