Según la
leyenda, Morgana le Fay, la hermanastra del rey Arturo, era un hada cambiante
capaz de transformar su apariencia, y utilizando estos poderes mágicos seduce a
su hermanastro, el Rey, y de esta cópula incestuosa nacerá el traidor Mordred, que
acabará dando muerte a su propio padre. El hada
Morgana aparece también en narraciones fantásticas no relacionadas con el ciclo artúrico, a menudo como personificación del fenómeno fatamorgana; un espejismo o ilusión óptica que se debe a una
inversión de la temperatura, provocando que objetos que se encuentran en el
horizonte, como islas, acantilados, barcos o témpanos de hielo, adquieren una
apariencia alargada y elevada, similar a la de los castillos de los cuentos de
hadas. La fatamorgana más célebre es la que se produce en la costa meridional
de Sicilia, en el estrecho de Mesina. Diversas
fuentes describen a Morgana como discípula de Merlín, y más adelante como su
rival; en este papel, el personaje aparece parcialmente superpuesto a Viviana,
una de las figuras que se corresponden con la Dama del Lago. Mientras que
Viviana seduce y embruja a Merlín con su sensual belleza, Morgana aprende la
magia de él y luego la usa para dañar a los caballeros de Arturo y a la reina
Ginebra, como en Sir Gawain y el
Caballero Verde, donde a Morgana se la denomina diosa hechicera y se dice
que fue alumna y amante de Merlín, y que lo superó en el arte oscuro de la
magia y en sus conocimientos taumatúrgicos. El mito de la rivalidad entre
Morgana y Merlín se retoma en algunas obras cinematográficas, en particular en
la excelente película Excalibur de
John Boorman (1981). Morgana
era una poderosa hechicera en la película, y las primeras obras que
hablan de Morgana no elaboran su personaje más allá de su papel como hechicera. Su personaje se hizo mucho más prominente en las obras posteriores de prosa
cíclica en las que Morgana se convierte en una antagonista del rey Arturo y de la reina
Ginebra.
Morgana y
Ginebra siempre han sido presentadas como enemigas, ya que representan
distintos aspectos y arquetipos femeninos: a nivel físico (Ginebra es rubia, Morgana de cabellos
negros) o ideológico (Morgana era una mujer educada en Ávalon, de modo que
adoraba a los antiguos dioses celtas, y la cristiana Ginebra, su cuñada, la
odiaba por ello.) Obras como La Vulgata
cuentan que cuando Ginebra descubrió la relación del hada Morgana con Guingamor
(sobrino de Ginebra) lo expulsó de la corte para hacer daño a Morgana. Un día
el amante de Ginebra, sir Lanzarote, llegó al castillo de Morgana, también
conocido como el Castillo de la Carreta. La bruja intentó seducirlo, pero no lo
consiguió, de modo que lo encerró en una lóbrega mazmorra durante un año.
Pasado este tiempo, Lanzarote logra escapar, pero entonces llega Arturo para hacerle una visita de cortesía a su hermana. Morgana le cuenta entonces que Lanzarote es el amante de su esposa
y que, además, suele maltratarla en ausencia del Rey. Al escuchar estas
acusaciones, Arturo monta en cólera y resuelve perseguir incansablemente al leal
caballero que había sido su mejor amigo. Fue de
este modo como Morgana acabó vengándose de su rival, pues para la hechicera,
enamorada de su hermanastro, Ginebra es el único obstáculo que se interpone
entre ella y el Rey. Según otra
leyenda más antigua, para delatar la infidelidad de Ginebra, la pérfida Morgana se sirvió
de un ingenioso ardid. La hechicera le hizo un regalo muy especial al rey
Arturo: un cuerno mágico del cual sólo las esposas fieles podían beber. Arturo
se lo ofreció a su mujer para que bebiese de él, pero Ginebra no pudo beber del
cuerno a causa de su adulterio con Lanzarote, y así el soberano descubrió la infidelidad
de la reina con su mejor amigo. En algunas
versiones de esta antigua leyenda el cuerno es una copa [¿el Grial?]y se dice que Morgana es hija de la madre de Arturo,
lady Ygraine, y de su primer esposo, Gorlois de Cornualles, por lo que
Arturo (hijo de Ygraine y de Úter Pandragón) es medio hermano de la hechicera, que tiene dos hermanas mayores, Elaine y Morgause, esta última es la madre de Gawain, uno
de los caballeros de la Mesa Redonda.
Arturo parte en persecución de Lanzarote, y Mordred aprovecha su ausencia para
cortejar a Ginebra, a la que quiere convertir en su reina cuando usurpe el
trono. Pero ella le rechaza y le cuenta al Rey el comportamiento de su hijastro
y sobrino. Esto desata la ira del monarca y ambos se dan muerte en la batalla
de Camlann. Cuando
Morgana se entera del fatal desenlace que han tenido sus artimañas, se
arrepiente sinceramente y recupera el cuerpo de su hermano agonizante para llevarlo a la isla
de Ávalon, escoltado por varias hadas enlutadas, que en algunas versiones del
cuento forman un grupo de tres, como las Parcas, en otras de cuatro, y en otras
de nueve. En Ávalon
el rey Arturo dormirá el sueño de los justos por toda la eternidad. En esta
versión de la leyenda artúrica se muestra la cara más humana y amable de la
terrible hechicera, por fin conmovida por la desgracia de haber perdido a su
hermano y amante, y al hijo de ambos. Esta versión del cuento se popularizó a
lo largo del siglo XX, lo que hizo que muchos escritores contemporáneos presentasen a Morgana en sus obras como una mujer atormentada y
dividida entre el amor a su hermano Arturo y la búsqueda de la venganza por la
terrible muerte de su padre, Gorlois, duque de Cornualles, y la humillación de
su madre, Ygraine, que a causa de un encantamiento de Merlín, que transmuta el aspecto
de Úter Pandragón para que la reina Ygraine accede a yacer con el asesino de su
esposo. De esta cópula fraudulenta nacerá Arturo de cuya educación se encargará
el propio Merlín, que a menudo es descrito como un druida celta. En algunas
leyendas, Morgana intenta conspirar contra Arturo robando la espada Excalibur y dándosela a su amante, sir Accolon, para que lo asesine.
Arturo mata a Accolon en un duelo y se retira a un convento
cercano para recuperarse de sus heridas. Morgana, enfurecida, roba la vaina de Excalibur (que hace invulnerable a Arturo) y la arroja al mar.
Después le envía una capa encantada, aparentemente para reconciliarse con él, pero el Rey
desconfía y la rechaza. Por consejo de Viviana, la Dama del Lago, Arturo coloca la capa sobre los hombros de la criada de su hermana que la ha traído. La capa se pega a
su cuerpo y la desdichada criada comienza a arder como una antorcha. El rey Arturo salva la vida y Morgana escapa lejos de Camelot.
En el
ciclo artúrico medieval, el hada Morgana es un personaje femenino diabólico a
causa de sus conocimientos taumatúrgicos y de su gran belleza, que ella puede
aumentar a voluntad, además de conservar su lozanía. Nada temían
más los monjes medievales que a una mujer hermosa e inteligente. Por esta
razón, a menudo Morgana es presentada como una cruel hechicera, mortal
antagonista de Ginebra, la reina cristiana, por lo que a menudo, los frailes cronistas pasan por
alto el adulterio de la reina con Lanzarote, y sus amoríos se transforman en
una casta relación platónica propia del amor cortés de las novelas de
caballería, en la que los cándidos amantes se limitan a contemplarse embelesados y a escribirse
apasionados poemas, pero sin pensar siquiera en tener relaciones sexuales.
En los
relatos galeses más antiguos Morgana tiene dos antecedentes que no aparecen con su
nombre, pero que sí presentan algunas de sus características: el primero es la diosa celta Modron,
que se casó con el rey Uriel y fue madre de Owen (igual que la Morgana le Fay
de La Morte d´Arthur) y Gayar,
hermana de Arturo, que era madre de Medrawt y una poderosa hechicera (papel que
desempeña Morgana en otras versiones). En la Vita Merlini (Vida de Merlín) del siglo XII, se dice que Morgana le Fay es
la mayor de las nueve hermanas sacerdotisas que gobiernan Ávalon. Geoffrey de
Monmouth habla de Morgana como sanadora y hada cambiante. Escritores más
tardíos como Chrétien de Troyes, basándose en la interpretación de Monmouth,
han descrito a Morgana como aventajada discípula de Merlín en Ávalon. Morgana
accederá a yacer con el anciano a cambio de que le revele sus secretos y cuando
le ha superado como hechicera, le encierra en el seno de la tierra mediante un
poderoso hechizo. En la Historia Regnum Britanniae de Geoffrey
de Monmouth se cuenta que después de la batalla contra su hijo Mordred, el rey
Arturo se retiró a descansar eternamente a la isla mágica de Ávalon, pero no
menciona quién lo llevó a esa isla, ni qué sucedió después. Cuando Monmouth
escribe Vita Merlini, habla del viaje
de Arturo a dicha isla, y dice que está gobernada por nueve hermanas, hadas
todas ellas. De este grupo destaca la mayor, que es también la más bella y
poderosa: Morgan, que será conocida en el futuro como Morgana. En este libro se
mencionan todas sus habilidades (volar, cambiar de forma o curar) que le fueron
enseñadas por Merlín.
El hada Morgana se
ofrece a acoger al Rey en su isla mágica de Ávalo, lo acuesta en una cama de oro, y con
sus hierbas, ensalmos y la aplicación empírica de bálsamos y pociones, le devuelve la salud al monarca. Un texto escrito por Guillaume de
Rennes llamado Gesta Regnum Britanniae
sugiere que una vez que Morgana ha curado a Arturo, se convierte en su amante y
ambos viven en concubinato en la isla mágica de Ávalon, donde impera la antigua religión céltica, por lo que el incesto no se considera pecado. Sin embargo, y por si acaso, ni en esta obra ni en la de Monmouth se dice que
Morgana y el Rey fueran hermanos, de modo que su relación incestuosa se
presenta de forma parecida a la peculiar relación amorosa de Ulises con la
ninfa Calipso durante el tiempo que éste estuvo en Efigia. En el Roman de Brut de Wace, Arturo también
viaja a Ávalon, pero en esta versión la reina de la isla es el hada Argente.
Como sólo se habla de ella en este libro, podemos deducir que Morgan y Argente
son distintos nombres de un mismo personaje: el hada Morgana. En la
época de Chrétien de Troyes [del que ya hemos hablado en este Blog] el personaje
de Morgana toma más relevancia, pero sin llegar a ser un personaje principal.
Durante esta época (siglo XII) en la que arranca la épica caballeresca coincidiendo con el auge de las Cruzadas, Morgana comienza a ser identificada con Ana —la querida hermana de
Arturo en la obra de Geoffrey de Monmouth— pero no se hace mención a su relación amorosa incestuosa. En obras como Ywain, el
caballero del León o Eric y Enid,
Chrétien describe a Morgana como la hermana de Arturo, y dice que es una sabia
curandera que fue discípula de Merlín, sin entrar en más detalles. En Ywain el protagonista no sana hasta que recibe de parte de Morgana un misterioso ungüento mágico; una suerte de
bálsamo de fierabrás. Años después de que este manuscrito fuera publicado, en textos
como La Morte d’Arthur, Morgana e Ywain
(Owen) serán madre e hijo. En Eric y
Enid se dice que Morgana está presente en el banquete de bodas de los
protagonistas, como María en las Bodas de Canaán. El autor la relaciona con
Guingamor, señor de Ávalon. Esta relación será desarrollada en obras
posteriores hasta ser descrita como una relación amorosa entre Guingamor y
Morgana que será frustrada por Ginebra, la tía del esforzado caballero. Una constante de la leyenda artúrica es el antagonismo entre Ginebra y Morgana. Tanto en La Vulgata
anónima como en Le Morte d’Arthur, el
papel de Morgana crece en importancia, complejidad y protagonismo. Ya no es un
hada que vive en la lejana Ávalon, sino un personaje muy implicado en lo que
sucede en la corte de Arturo en Camelot, es un hada poderosa y una cortesana influyente, pero con los sentimientos y debilidades propias de cualquier mujer mortal. Su papel se torna más oscuro y será
una de las principales destructoras de la paz que reina en Camelot cuando
desvele a su hermano los amoríos de Ginebra con Lanzarote, pero, al igual que
en la historia de Geoffrey de Monmouth, ella es quien maneja la barca que
llevará a su moribundo hermano a Ávalon. Este desenlace crepuscular, casi wagneriano, se mantiene en las obras de los autores posteriores a Geoffrey de Monmouth, quizá para
resaltar la doblez de Morgana.
En la
tradición de los ciclos artúricos, Morgana, como princesa
celta, hereda parte de la «magia de la Tierra» transmitida por su
madre, Ygraine. Cuando el
usurpador Úter Pandragón se casa con Ygraine, se deja de hablar de la princesa Morgana
en la leyenda hasta después de la coronación de Arturo, pero hay dos versiones
que especifican dónde acabó la niña: una dice que se fue a Ávalon con Merlín a
aprender magia, y otra cuenta que Úter encerró a Morgana en un convento, donde
aprendió magia y fue llamada Le Fay (el Hada). No deja de
ser curioso que la joven Morgana se inicie en una ciencia tan impura como la
magia en un convento cristiano, precisamente. Pero tampoco tiene nada de especial si tenemos
en cuenta que en la época histórica en la que suele situarse la leyenda
artúrica, el siglo VI, en la Britania romana, así como en otras provincias del
extinto Imperio de Occidente, aún convivían superpuestas las religiones druídicas con el cristianismo. En las
interpretaciones más modernas de la mitología artúrica, Morgana seduce a Arturo
y concibe con él al malvado Mordred, aunque originalmente en La Mort d’Arthur este papel es asignado
a Morgause, hermana de la célebre hechicera. Una de las primeras obras en
hablar del hada Morgana como madre de Mordred es la ópera Merlín del compositor español Isaac Albéniz, aunque aquí no se
menciona ningún tipo de incesto. Probablemente, esta faceta de Morgana como
madre del asesino de Arturo fue popularizada por Marion Zimmer Bradley en su
excelente novela Las nieblas de Ávalon
y por John Boorman en su película Excalibur.
En Las nieblas de Ávalon, Mordred, es fruto del incesto: Arturo copula con su
hermana Morgana bajo la apariencia del dios celta de la Naturaleza,
durante los ritos del Beltane en Ávalon. Unas celebraciones que recuerdan mucho
las hierosgamias o «bodas sagradas», un concepto teológico común en varias
religiones como resultado de la antropomorfización de los antiguos dioses. Estos cultos ancestrales incluyen las relaciones sexuales incestuosas entre los
dioses; en la religión egipcia, entre Isis y Osiris, por ejemplo.
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