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jueves, 4 de noviembre de 2010

Los amigos de Hitler en Wall Street

El magnate Fritz Thyssen es el único de todos los banqueros, políticos y hombres de negocios –y fueron muchos–, que mostró un cierto arrepentimiento público por haber colaborado con los nazis. Fritz Thyssen estaba al frente del German Steel Trust, consorcio de la industria del acero, imprescindible para el rearme alemán de entreguerras, fundado en 1926 por Clarence Dillon, uno de los hombres fuertes de Wall Street. Uno de los colaboradores de confianza de Dillon fue Samuel Bush, padre de Prescott, abuelo del ex presidente George Herbert y bisabuelo del también ex presidente George Walker Bush. Por su parte, los Harriman y los Thyssen fundaron en 1926 la Union Banking Corporation y pusieron al frente del banco a George Herbert Walker, suegro de Prescott Bush. Ese mismo año, Prescott Bush fue nombrado vicepresidente de la Brown Brothers Harriman. Los Bush no fueron los únicos que ayudaron a los nazis, sus principales socios en Estados Unidos fueron la Standard Oil y el Chase Manhattan Bank, y ambas empresas eran propiedad de la familia Rockefeller. Todos ellos, Harriman, Thyssen, Bush y Rockefeller, compartían intereses económicos tanto en la industria del petróleo como en el negocio de la banca internacional.

El pianista de Hitler

Ernst Sedgwick Hanfstaengl, hijo de un adinerado editor alemán, fue otro de los amigos y patrocinadores de Hitler en sus inicios. Hanfstaengl pasó sus primeros años en Alemania y más tarde se trasladó a Nueva York, donde se hizo cargo del negocio familiar, la editorial Franz Hanfstaengl especializada en libros de arte. Cada mañana practicaba al piano en el Harvard Club de Nueva York, donde conoció a Franklin Delano Roosevelt, futuro presidente de los Estados Unidos, que también era aficionado al piano, y entablaron amistad. Entre el selecto círculo de amigos de Hanfstaengl en aquellos días estuvieron el ex presidente Theodor Roosevelt, el magnate de la prensa William Randolph Hearst, el banquero de John Pierpont Morgan, la escritora Djuna Barnes, el director de orquesta Toscanini y el famoso actor Charles Chaplin.

Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, Hanfstaengl intentó regresar a Alemania para enrolarse en el ejército, pero no lo consiguió y tuvo que permanecer en los Estados Unidos. La parte del negocio familiar que él dirigía en Nueva York fue confiscada como propiedad del enemigo, cuando Estados Unidos declaró la guerra a Alemania en abril de 1917.

Terminada la contienda, Ernst se casó con Helene Adelheid Niemeyer, una distinguida dama de la mejor sociedad de Long Island, y el matrimonio se instaló en Múnich en 1922. Allí fue donde Hanfstaengl escuchó hablar de Hitler por primera vez en una cervecería. A partir de este momento, la biografía de Hanfstaengl es un tanto ambigua, posiblemente porque ha sido ampliamente retocada para ocultar su pasado nazi. Según esta biografía oficial, Hanfstaengl habría contactado con Hitler y los suyos a petición de Truman Smith, agregado militar de la Embajada de los Estados Unidos en Berlín. Éste sugirió a Hanfstaengl que acudiese a uno de los mítines nazis que tenían lugar en la cervecería donde se reunían Hitler y los suyos. En otras versiones de la biografía de Hanfstaengl, fue el propio Smith quien le presentó a Hitler.

Hanfstaengl quedó tan fascinado por el discurso de Hitler, que inmediatamente después se convirtió en uno de sus más fervientes seguidores. Inicialmente, su estrecha relación personal con Hitler se debió a que a éste le gustaba escucharle tocar el piano mientras gesticulaba y ensayaba sus apasionados discursos ante un espejo.

Durante el fallido golpe de Estado (Putsch de Múnich) del 8 y 9 de noviembre de 1923, Hitler resultó herido en uno de los enfrentamientos con el Ejército. Cuando buscó refugio en casa de Hanfstaengl en Uffing, en las afueras de Múnich, se encontró con que Ernst había huido a Austria abandonando a su esposa, Helene, que al parecer evitó que Hitler se suicidara cuando la policía llegó para detenerle. Hitler interpretó la huida de Hanfstaengl como una traición personal y, aunque siguió utilizándole, le apartó de su círculo íntimo de colaboradores.

Su esposa Helene, sin embargo, fue la que disuadió a Hitler para que abandonase su huelga de hambre cuando estaba preso en la cárcel de Lansberg. A partir de ese momento, tal vez sintiéndose atraído por Helene, Hitler reunió nuevos bríos y empezó a escribir Mein Kampf ayudado por Rudolph Hess, que vivía cerca de la prisión. De hecho, Hess pasó tantas horas con Hitler ayudándole como secretario mientras duró su encierro, que fue como si también él estuviese encarcelado. Una ironía del destino haría que Hess muriera en la cárcel muchos años después.

A lo largo de la década de 1920, Hanfstaengl presentó a Hitler a la alta sociedad de Múnich y ayudó a promocionar su imagen. También financió la publicación de Mein Kampf y colaboró estrechamente en la edición del periódico oficial del NSDAP, el Völkischer Beobachter.

Asimismo, Hanfstaengl escribió la marcha de los Camisas Pardas y varios de los himnos de las Juventudes Hitlerianas inspirándose en los estribillos de los populares cánticos deportivos de Harvard. También se cree que fue Hanfstaengl quien ideó y popularizó el característico saludo nazi «Sieg Heil!».

Su perfecto dominio del idioma inglés, y sus muchos contactos con la alta sociedad, tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos, le valieron el puesto de jefe de la Oficina de Prensa Extranjera en Berlín. La llegada de Ernst Hanfstaengl a Nueva York en 1934 fue apoteósica, y su presencia en la Universidad de Harvard para asistir a los actos que conmemoraban el 25 aniversario de su graduación, causó furor entre los estudiantes y el claustro de profesores.

No obstante, algunos meses después de su visita a Harvard, el decano de la universidad, James Conant, presionado por los estudiantes judíos, rechazó una donación de 1000 dólares hecha por Hanfstaengl. Mientras el NSDAP consolidaba su poder, surgieron varios conflictos entre Hanfstaengl y el nuevo ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, y Hanfstaengl fue apartado definitivamente de la cúpula del Partido cuando Hitler ganó las elecciones y formó su primer gobierno a principios de 1933. El ocaso político de Hanfstaengl coincidió con el distanciamiento de su esposa Helene. La pareja se divorció en 1936.

Al año siguiente, en 1937, Hanfstaengl recibió órdenes de lanzarse en paracaídas sobre una zona donde supuestamente se estaban librando encarnizados combates durante la Guerra Civil española. Según escribió Albert Speer en sus memorias: “la misión de Hanfstaengl en España no fue más que una broma pesada concebida por Hitler y Goebbels para ridiculizarle. El avión estuvo todo el tiempo sobrevolando Alemania para desconcertar a Hanfstaengl con los falsos informes sobre la ruta de vuelo que le fue facilitando el piloto. Finalmente, el avión aterrizó en el aeropuerto de Leipzig sin contratiempos”.

En cualquier caso, Hanfstaengl quedó tan amedrentado que huyó a Suiza y desde allí se trasladó a Inglaterra, donde fue encarcelado acusado de espionaje al poco tiempo de haber estallado la guerra en septiembre de 1939. Más tarde fue trasladado a un campo de prisioneros en Canadá (como Trotsky en su día) y en 1942, por mediación del presidente Roosevelt, fue deportado a los Estados Unidos. Allí trabajó para la inteligencia militar revelando información acerca de Hitler y otros líderes del Partido Nazi que entonces ocupaban puestos destacados en el gobierno. En 1943 colaboró con el profesor Henry A. Murray, director del departamento de Psicología de Harvard, y con el eminente psicoanalista Walter C. Langer y otros expertos, en la elaboración de un informe para la OSS (Office of Strategic Services) denominado «Análisis de la personalidad de Adolf Hitler».

Hanfstaengl fue devuelto a los británicos en 1944 y éstos le repatriaron a Alemania al finalizar la guerra al año siguiente. Hanfstaengl escribió Unheard witness (1957) sobre sus experiencias personales. En 1974 regresó a Harvard para conmemorar el 65 aniversario de su graduación. Fue recibido cortésmente y su antigua relación con Adolf Hitler fue cubierta con un prudente manto de silencio.

En 2004 el escritor Peter Conradi publicó un libro basado en su vida titulado «El pianista de Hitler. El ascenso y caída de Ernst Hanfstaengl, confidente de Hitler, aliado del FDR». A pesar de su larguísimo título, la biografía de Hanfstaengl estaba plagada de lagunas, contradicciones y ambigüedades. No ya para edulcorar la figura de Hanfstaengl, sino la de muchos de sus antiguos amigos; políticos y personajes destacados de la época que, al igual que Hanfstaengl, sintieron una fascinación hipnótica por Hitler y su movimiento.

Otro hecho poco conocido es que Ernst Hanfstaengl pertenecía a una distinguida familia de rancio abolengo nobiliario. Su madre era Katherine Heine Guillermina, hija de William Heine y su padrino fue el duque Ernst II de Sajonia-Coburgo-Gotha. La casa de Windsor, previamente llamada de Sajonia-Coburgo-Gotha (Sachsen-Coburg und Gotha), es la casa real del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte desde la muerte de la reina Victoria en 1901 hasta nuestros días. Fue renombrada el 17 de julio de 1917 por el rey Jorge V durante la Primera Guerra Mundial, dado el origen germánico del anterior título y a que el Reino Unido estaba en guerra con Alemania en ese momento. De hecho, el rey de Inglaterra, el káiser de Alemania y el zar de Rusia eran primos segundos.

Quizá por ese motivo, para preservar el anonimato de varios apellidos ilustres, todavía célebres en la actualidad, Hanfstaengl rara vez ha sido mencionado en la historia oficial del ascenso del nazismo, y se ha ocultado deliberadamente la buena acogida que tuvieron los postulados nazis entre muchos intelectuales, políticos, artistas y hombres de negocios de entonces, dentro y fuera de Alemania. Incluso entre la nobleza.


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