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viernes, 1 de abril de 2011

El misterio de las catedrales (2)

Los camaradas erigieron a principios del siglo XII la basílica de La Magdalena de Vézelay, punto de partida del Camino de Santiago francés y considerada como la cuna del arte gótico. En el tímpano de la puerta principal una imagen de Jesucristo en majestad separa a los hombres “buenos” elegidos para ir al Cielo de los hombres “malos” condenados al Infierno. Estos últimos tienen que someterse al pesaje de su alma en una balanza sujetada por un ángel que determina la magnitud de sus pecados y luego los envía hacia las fauces de un monstruo gigantesco para que los devore. Exactamente, la misma imagen que los antiguos egipcios describían en su Libro de los Muertos, donde el dios Anubis sustituye al ángel en el pesaje del corazón del difunto en la balanza y la diosa Amnit se encarga de devorar a los malvados.
Los obreros de la Camaradería francesa pertenecían a cuatro oficios concretos: talladores de piedra, carpinteros, ebanistas y cerrajeros. Cada uno de ellos se dividía en grados de experiencia, casi siempre tres: aprendices, compañeros (los compañeros recibidos eran los que comenzaban la obra, que a menudo duraba siglos, y los compañeros fraguados eran los que la daban por terminada) y maestros o iluminados. Un adjetivo místico este último puesto que los maestros llegaban a serlo por una doble condición: la de expertos profesionales y la de inspirados por la Luz.
Según algunos especialistas en la materia, la Masonería es una rama de la Camaradería. Para otros, es justo lo contrario. Los que sostienen la primera tesis se basan en que la Camaradería era un gremio dedicado exclusivamente a la construcción, ya que la palabra maçon significa albañil.
Francmasón, utilizado a menudo como sinónimo de masón, significa “albañil libre” y hacía referencia específicamente a los albañiles integrantes de la Camaradería. Por extensión, masones eran todos los albañiles medievales, pero sólo los sindicados en la Camaradería, eran francmasones.
A finales de la Edad Media, la Camaradería entró en crisis, probablemente porque entraron en ella muchos obreros deseosos de aplicar el viejo principio de beneficiarse de las ventajas del sistema sin asumir las inherentes responsabilidades. Sólo los canteros, los camaradas encargados de trabajar la piedra, lograron mantenerse cohesionados, y a partir de entonces reforzaron el hermetismo de su hermandad. Así lograron prolongar durante algún tiempo su organización, aunque tampoco pudieron eludir su declive a medida que la construcción de las grandes catedrales góticas fue decayendo. Para evitar su extinción, la francmasonería se vio obligada a abrir sus puertas a nuevos miembros que nada tenían que ver con el gremio original de constructores y albañiles. El hecho de que muchos profanos en el trabajo de la piedra desearan ingresar en la hermandad, sugiere que allí se impartían enseñanzas que iban más allá del conocimiento circunscrito a la construcción de catedrales. Aunque se han planteado varios orígenes plausibles para la palabra logia, resulta curioso que en griego signifique precisamente “ciencia”.
La masonería contemporánea afirma que su interés no es otro que el de “Conseguir la perfección del hombre y su felicidad, despojándole de vicios sociales como el fanatismo, la ignorancia y la superstición, perfeccionando sus costumbres, glorificando la justicia, la verdad y la igualdad, combatiendo la tiranía y los prejuicios, y estableciendo la ayuda mutua entre sus miembros”. Sin embargo, la masonería presenta fuertes contradicciones, como los enfrentamientos entre diversas facciones para determinar cuál de ellas es la “verdadera”, o el hecho incuestionable de que la mayoría de sus logias prohíba expresamente la iniciación de las mujeres. Igual que hace la Iglesia católica con el sacerdocio. A pesar de haber estado tradicionalmente enfrentadas, la masonería y la Iglesia presentan numerosos paralelismos.
En la masonería se califican las creencias religiosas como supersticiones. Sin embargo, la propia masonería está repleta se símbolos religiosos, especialmente egipcios y judeocristianos, que fueron incorporados a sus principales rituales.

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