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jueves, 3 de mayo de 2018

Carlos de Habsburgo se convierte en rey de España


El futuro Carlos V de Alemania y I de España, era hijo de Juana I de Castilla y Felipe I el Hermoso, y nieto por vía paterna del emperador Maximiliano I de Habsburgo y María de Borgoña —de quienes heredó el ducado de Borgoña, los territorios austriacos y el derecho al trono del Sacro Imperio— y por vía materna de los Reyes Católicos, de quienes heredó Castilla, Navarra, las Indias Occidentales, Nápoles, Sicilia y Aragón, Carlos de Habsburgo reinó en todos los territorios de España con el nombre de Carlos I desde 1516 a 1556, uniendo así por primera vez en una misma persona las Coronas de Castilla —el reino de Navarra inclusive— y de Aragón. Asimismo fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos V de 1520 a 1558.
El nacimiento de Carlos de Habsburgo se produjo durante la celebración de un baile en el palacio Prinsenhof [Casa del Príncipe] de Gante, Flandes, cuando la embarazada archiduquesa doña Juana comenzó a sentir fuertes dolores en el vientre. Creyendo que se debían a una mala digestión, acudió al baño y allí, sin ayuda de nadie, dio a luz a su primer hijo varón a las 3:30 de la madrugada del martes 24 de febrero de 1500. Ella quería ponerle el nombre de Juan en recuerdo de su fallecido hermano, pero finalmente fue bautizado como Carlos por deseo de su padre y en recuerdo de su bisabuelo, Carlos el Temerario, quien murió en la batalla de Nancy en 1477. El bautizo, celebrado el 7 de marzo, fue oficiado por el obispo de Tournai, Pierre Quick, en la Catedral de San Babón. A él acudieron como madrinas Margarita de Austria, esposa del fallecido príncipe Juan, y Margarita de York, esposa de Carlos el Temerario, y como padrinos Carlos de Croy, príncipe de Chimay, y el señor de Vergás. Antes de que cumpliera un año, Felipe el Hermoso nombró a su hijo Carlos duque de Luxemburgo y Caballero de la Orden del Toisón de Oro. El 16 de noviembre de 1501, Felipe y Juana partieron a España para ser jurados en las Cortes como sucesores de los Reyes Católicos y dejaron a Carlos al cuidado de Margarita de York. Durante su paso por Francia, Felipe se reunió con el rey Luis XII y acordó el matrimonio entre la hija de éste, Claudia, y Carlos, pacto que se renovó con la firma del Tratado de Blois años después. Tras el regreso de Felipe a Flandes y debido a la avanzada edad de Margarita de York, dejó a Carlos al cuidado de Ana de Borgoña, señora de Ravenstein, nombró gentilhombre de la cámara de Carlos a su padrino, Carlos de Croy, y encomendó su educación a maestros borgoñeses que le enseñarían la historia del Ducado. Entre tanto, en Castilla, don Fernando el Católico, consciente de que Carlos podía ocupar algún día su trono, envió al humanista Luis Cabeza de Vaca a Flandes para que le enseñara castellano y las costumbres españolas, aunque cuando el príncipe vino a España años después aún no dominaba el idioma.
A principios de 1506 Felipe y Juana partieron de nuevo hacia España para reclamar la Corona de Castilla tras la muerte de Isabel la Católica, pero el reinado conjunto duró poco, ya que Felipe murió de forma prematura en septiembre. Quizás envenenado por su suegro. El rey don Fernando, habiendo considerado que su hija Juana era presa de la locura, mandó que la encerraran en un convento de Tordesillas y se constituyó en regente del Reino. Debido a la minoría de edad de Carlos, su abuelo Maximiliano I de Habsburgo asumió la regencia de los Países Bajos, aunque poco después le cedió el gobierno a su hija Margarita de Austria, junto con la tutela de Carlos y sus hermanos. 
La educación del joven príncipe se desarrolló en Flandes y fue colmada de cultura flamenca. En 1509 el emperador dispuso que Guillermo de Croy, señor de Chiévres, sustituyese a su primo Carlos de Croy como gentilhombre de cámara del príncipe y Adriano de Utrecht, deán de la Universidad de Lovaina y futuro papa Adriano VI, fue nombrado su maestro. El 5 de enero de 1515 Guillermo de Croy consigue que el emperador declare la mayoría de edad de Carlos; acto seguido, los Estados Generales nombran Señor de los Países Bajos al joven príncipe, terminando aquí la regencia de su tía Margarita. Con todo, todavía sin voluntad propia para gobernar, el joven soberano delegará el poder en el señor de Chiévres. Ese mismo año, el cardenal Adriano de Utrecht viajó a España para asegurarse de que Fernando el Católico no arrebatara a Carlos la herencia de Castilla y Aragón en favor de su hermano Fernando I de Habsburgo, que se había criado con él y era su nieto favorito. Si bien se comprometió a nombrar a Carlos como sucesor, los consejeros del Rey tuvieron que convencerle poco antes de su muerte para que no designara a Fernando. De todos modos, no está claro si el testamento original del rey Fernando el Católico fue alterado después de su muerte.
El 22 de enero de 1516, el abuelo del príncipe Carlos, el rey Fernando II de Aragón redactaba su último testamento. En él, lo nombraba Gobernador y Administrador de los Reinos de Castilla y de León, en nombre de la reina Juana de Trastámara, incapacitada a causa de su enfermedad. En lo concerniente a la Corona de Aragón, el rey don Fernando dejaba todos sus estados a su hija Juana, nombrando, también en este caso, Gobernador General a Carlos en nombre de su madre. Hasta que Carlos llegara, en Castilla gobernaría el cardenal Cisneros y en Aragón el arzobispo don Alonso de Aragón. El 23 de enero moría el rey don Fernando en Madrigalejo (provincia de Cáceres). A partir de entonces, Carlos comenzó a pensar en tomar el título de Rey, inspirado por sus consejeros flamencos. Esta decisión no era bien vista en España. El Consejo de Castilla le envió una carta el 4 de marzo en la que le pedía que respetase los títulos de su madre. Pero, diez días después de haberse celebrado los funerales por el rey Fernando el Católico, el joven Carlos envió una carta a Castilla en la que informaba de su decisión de intitularse Rey. Tras largas deliberaciones del Consejo, el 3 de abril el cardenal Cisneros comunicó al Reino la decisión de Carlos. El 13 del mismo mes se informó de la nueva intitulación real: «Doña Juana y don Carlos, su hijo, reina y rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las islas de Canarias, de las Islas, Indias y Tierra Firme del mar Océano, condes de Barcelona, señores de Vizcaya y de Molina, duques de Atenas y Neopatria, condes de Rosellón y de Cerdaña, marqueses de Oristán y de Gociano, archiduques de Austria, duques de Borgoña y de Brabante, condes de Flandes, de Tirol, etcétera». En mayo, los tres estamentos del Reino de Navarra, reunidos a petición del virrey don Antonio Manrique de Lara, juraron fidelidad a Carlos como su rey y señor natural.
Mientras tanto, en la Corona de Aragón la situación era caótica. El Justicia de Aragón impedía gobernar al arzobispo don Alonso alegando que, según las leyes aragonesas, el cargo de gobernador solo podía ser ejercido por el heredero al trono. La Audiencia Real de Aragón dio la razón al Justicia, pero sentenció que el arzobispo podía gobernar en calidad de curador de la reina Juana. Pero el Justicia tampoco lo permitió entonces, alegando que Juana ya no era la heredera, ya que cuando se la juró como tal, se incluyó que si el Rey tenía un hijo varón, éste pasaría a convertirse en el heredero. Y, por tanto, como en 1509 don Fernando había tenido un hijo con Germana de Foix, el juramento de Juana quedaba anulado, a pesar de que el niño había muerto a las pocas horas. El 13 de mayo, Carlos reconoció los poderes del arzobispo como curador de la reina Juana, pero, aun así, se rechazó prestarle juramento. Por otro lado, la Diputación del Reino de Aragón reconoció a Juana como heredera de la Corona, pero como por su enfermedad no podía reinar, debía ser apartada del gobierno para que reinara su hijo. A todo ello se añadía el que ninguna institución de la Corona de Aragón le reconocía a Carlos el título de Rey hasta que no jurara los fueros y libertades de los Reinos.
Debido a la concentración de títulos en manos de Carlos, el rey de Francia pasa a estar en una posición geopolítica complicada. En el reino de Nápoles, el virrey don Ramón de Cardona recibió la noticia del fallecimiento del rey don Fernando a través del arzobispo de Zaragoza, fue confirmado como virrey por el príncipe Carlos desde Bruselas, el 11 de febrero, e hizo proclamar a doña Juana y al príncipe Carlos como reyes el 20 de febrero. En cuanto al reino de Sicilia, ante la muerte de don Fernando el Católico, el virrey de Sicilia, Hugo de Moncada, disolvió un Parlamento hostil a un nuevo donativo para mantenerse en el puesto hasta la confirmación del nuevo rey Carlos, pero una parte importante se negó a disolverse, no reconociendo a Carlos como el sucesor de don Fernando, sino a su madre doña Juana. El 5 de marzo, tras celebrarse las exequias del monarca difunto, se produjo la sublevación. Consideraron que una vez muerto el Rey, el virrey cesaba automáticamente, alzaron pendones por la reina doña Juana y constituyeron una regencia. Un nuevo Parlamento encargó la regencia del Reino al marqués de Geraci, Simone Ventimiglia, y al marqués de Licodia, Matteo Santapau, y solo la ciudad de Mesina se mantuvo fiel al virrey y al joven rey don Carlos.
Ante esta situación, el virrey de Nápoles, don Ramón de Cardona, intervino obteniendo un acuerdo entre las partes para que fueran a viajar a la corte de Carlos, mientras el gobierno de Sicilia quedaba a cargo de don Diego del Águila. Finalmente, el nuevo virrey designado fue Ettore Pignatelli, conde de Monteleone. Sin embargo, la posición de la Corona estaba debilitada, y en julio de 1517, una conjura que pretendía cambiar la situación política del Reino fracasó al no llevarse a cabo el asesinato del virrey, lo cual produjo una revuelta más amplia conocida como la Rebelión de Squarcialuppo para reclamar orden y justicia. Por último, la situación fue encauzada, y en el Parlamento de 1518, Carlos fue reconocido como rey de Sicilia. Respecto al reino de Cerdeña, una reunión extraordinaria de los estamentos reconoció a los nuevos soberanos Carlos y Juana, y en junio de 1518 una delegación del estamento real en las Cortes de Zaragoza juró fidelidad al nuevo monarca, aunque no se puede constatar si junto a ellos estuvieron representantes de los otros dos estamentos. En octubre el rey concedió poderes a su virrey en Cerdeña, Ángel de Vilanova, para convocar el Parlamento y recoger el juramento de fidelidad y formalizar así el acto parcialmente formulado en Zaragoza.
En los Países Bajos, el 19 de febrero de 1516, antes de la muerte de don Fernando el Católico, Guillermo de Croy, señor de Chiévres, solicitó 400.000 florines de oro para el futuro viaje a España, lo que fue aprobado por los Estados Generales de los Países Bajos, pero a cambio Carlos debía dejar el territorio pacificado. De este modo acordó el Tratado de Noyó con Francisco I de Francia, y dado que la adquisición de los derechos sobre Frisia dejó un frente abierto con Carlos de Egmont, duque de Güeldres, fue acordado un tratado de paz el 17 de septiembre de 1517. En junio de 1517, Carlos informó a los Estados Generales reunidos en Gante, que el gobierno en su ausencia estaría a cargo de un Consejo Privado presidido por su tía la archiduquesa Margarita de Austria y su abuelo el emperador Maximiliano como supervisor del mismo en caso de que la comunicación con España no pudiera llevarse a cabo. Así las cosas, en julio nombró a Filiberto de Châlons gobernador y lugarteniente general en los condados de Borgoña y de Charoláis.
Carlos aseguró su posición como Rey gracias al reconocimiento del papa León X en la bula Pacificus et aeternum de 1 de abril de 1517, y el 8 de septiembre de ese mismo año, Carlos embarcó hacia España. Aunque estaba previsto que desembarcara en Santander, la flotilla llegó a Tazones, en Asturias, por el mal tiempo, lo que retrasó aún más el viaje. La siguiente etapa del viaje fue en Tordesillas, donde visitó el 4 de noviembre de 1517 y muy brevemente a su madre, la reina doña Juana la Loca, allí recluida, y en donde Chiévres obtuvo de la reina Juana el acta por el que reconocía a su hijo Carlos que gobernara en su nombre, por lo que de este modo se daba la apariencia de legitimidad a la toma del poder por Carlos. Ya en Valladolid, recibió la noticia del fallecimiento del cardenal Cisneros, lo que le dejaba completamente allanado el camino al ansiado gobierno de Castilla.
El 9 de febrero de 1518, las Cortes de Castilla, reunidas en Valladolid, juraron como rey a Carlos junto con su madre, doña Juana, y le concedieron 600.000 ducados de renta. Además, las Cortes hicieron una serie de peticiones al Rey. Entre éstas destacan las siguientes: aprender a hablar castellano, el cese de nombramientos de extranjeros para cargos públicos y de la corte, la prohibición de la salida de metales preciosos y caballos de Castilla, y un trato más respetuoso a su madre, la reina doña Juana, recluida en Tordesillas.
En Aragón la situación seguía siendo complicada. Carlos llegó a Zaragoza el 9 de mayo. Las sesiones de las Cortes de Aragón comenzaron el 20 de mayo y tras largas discusiones, el 29 de julio, Carlos era jurado como Rey de Aragón. Su madre, doña Juana, era reconocida como Reina, pero por su incapacidad para gobernar, sus títulos quedaban reducidos a «nominales». Además le fueron entregadas 200.000 libras de renta para su manutención.
El 15 de febrero de 1519, Carlos entraba en Barcelona, convocando a las Cortes catalanas al día siguiente. Tras un discurso muy parecido al que dio en Aragón, y las correspondientes deliberaciones, Carlos fue jurado junto a doña Juana el 16 de abril. La cuestión del dinero que debían aportar las Cortes se alargó hasta principios de enero de 1520, cuando finalmente se le otorgaron 300.000 libras.
Entre tanto, el emperador Maximiliano I moría el 12 de enero de 1519. El 28 de junio, Carlos era elegido en Fráncfort del Meno [Frankfurt am Main] como Rey de Romanos, lo que le convertía en el nuevo soberano del Sacro Imperio Romano Germánico, y por ello decidió suspender el viaje a Valencia para ir a Alemania, convocando previamente a las Cortes de Castilla en Santiago de Compostela para el 20 de marzo de 1520. De esta manera, Carlos envió a Adriano de Utrecht para que a través de él le juraran como Rey y pudiera convocar Cortes en Valencia, pese a la ilegalidad, lo que provocó malestar entre los estamentos privilegiados; sin embargo, debido a la querellas entre el brazo nobiliario (militar) y eclesiástico contra las Germanías, las Cortes no llegaron a celebrarse, y ante los disturbios, el Rey envió un documento el 30 de abril de 1520 ofreciéndose a guardar sus fueros y privilegios. Finalmente, el rey cumplió con la legalidad foral y antes de ir a las Cortes Generales de Monzón, convocadas el 1 de junio de 1528, pasó por Valencia y juró sus fueros el 16 de mayo de dicho año. Tras este largo proceso que duró cuatro años —sin contar la jura en Valencia—, Carlos se convertía en el primer monarca en ostentar las Coronas de Castilla, Aragón y Navarra, consumando así la unificación de todos los reinos de España.

Las tropas imperiales saquean Roma en 1527


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