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domingo, 14 de octubre de 2018

Apogeo y decadencia de los asirios


Mientras se iniciaba en Babilonia la decadencia de la monarquía instaurada por el gran rey Hammurabi, en la parte septentrional de Mesopotamia se afirmaba el poderío militar de los temibles asirios durante el gobierno del rey Samsiadad I. Sin embargo, habrían de transcurrir aún muchos siglos antes de que los asirios pudiesen establecer su hegemonía en la región debido a sus continuas guerras con los casitas y después con los mitannios. Pero hacia el siglo XIII a.C., coincidiendo con el reinado del faraón Ramsés II, los asirios ya eran una potencia militar a tener en cuenta que iba a tomar el relevo de los hititas e iban a derrotar a los mitannios en tiempos del gran rey Asurubalit, la conquista de Babilonia por Adadnarani y la fundación de Nemrod por Salmanasar I. A finales del II milenio a.C. el poderío de los asirios resurgió después de un largo periodo de enfrentamientos con Babilonia, del que no siempre salieron victoriosos. Primero establecieron su hegemonía dentro de sus confines geográficos librándose de cualquier dependencia respecto de otros pueblos e iniciando después exitosas expediciones militares más allá de Mesopotamia. Aún hoy asombra el relato de las hazañas llevadas a cabo por los reyes asirios que aparecen registrados en sus anales. Éstos nos cuentan cómo destruyeron el reino de Israel en 722 a.C., o que ni siquiera los egipcios pudieron resistir en 671 a.C. la embestida de los ejércitos de Asarhadón, o cómo Sargón logró edificar en sólo seis años una espléndida capital, donde antes había un desierto; nos hablan de la orden que impartió Asurbanipal de llevar a Nínive, con destino a su biblioteca, todos los textos que pudieran recogerse dentro y fuera de las extensas fronteras de su imperio.
La «Cautividad de Nínive» es la denominación de los hechos narrados en la Biblia, según los cuales, los israelitas fueron deportados a Nínive tras la conquista de su país por los asirios bajo Tiglatpileser III y Salmanasar V. Los posteriores reyes asirios Sargón II y su sucesor, Senaquerib, dieron fin al exilio, que duró unos veintidós años a partir del 722 a.C. Supuestamente, durante este cautiverio, las diez tribus de Israel desaparecieron al mezclarse con los asirios y otros pueblos semitas y, además, muchos se entregaron a la idolatría y mantuvieron su nueva religión cuando regresaron a su tierra. Este episodio no afectó al reino de Judá, aunque Jerusalén fue asediada. Más tarde, sin embargo, la capital sería conquistada por el rey Nabucodonosor y comenzaría el «Cautiverio de Babilonia» que recoge la Biblia.
No obstante, apenas unos años después de la muerte del gran rey Sargón II, sucedió lo que nadie esperaba: los medos, un pueblo seminómada que procedía de más allá de los montes Zagros, atacó y destruyó Nínive en el 612 a.C. a partir de entonces de los asirios sólo quedaría el recuerdo, aunque buena parte de su legado cultural fue asimilado por Babilonia.
La fabulosa ciudad de Nínive estaba en la orilla oriental del Tigris, y el primer asentamiento se remonta alrededor del año 6000 a.C., y hacia el inicio del II milenio la ciudad ya era un importante centro de culto de Isthar, diosa de la fertilidad. El gran rey Senaquerib —que reinó entre los años 704 y 681 a.C. — transformó Nínive en una ciudad magnífica, con nuevas calles, plazas y un sistema de canales dentro del recinto amurallado, y construyó un palacio enorme y espléndido. Después de que Nínive cayera ante los medos y los babilonios en el año 612 a. C., la ciudad fue destruida y nunca recuperó su esplendor de antaño.
León alado asirio


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