Esta dinastía de emperadores romanos sobresalió en el
aspecto de la administración del Estado y la construcción. Mantuvieron protegidas las
fronteras del Imperio mediante campamentos militares fortificados y otorgaron derechos de ciudadanía a los habitantes de las provincias.
Vespasiano (69–79 d.C.)
Vespasiano descendía de una familia del Orden Ecuestre que había alcanzado el rango senatorial durante los principados de los
emperadores de la dinastía Julio-Claudia. Designado cónsul en 51, Vespasiano ganó merecido renombre como comandante, destacando en la invasión de Britania
(43). Mandó las fuerzas romanas que hicieron frente a la revuelta de los
judíos del año 66. Cuando se disponía a sitiar Jerusalén, la capital rebelde,
el emperador Nerón se suicidó (68), sumiendo al Imperio en un año de guerras civiles
conocido como el Año de los Cuatro Emperadores. Tras la rápida sucesión y
muerte de Galba y Otón y el ascenso al poder de Vitelio, los ejércitos de las
provincias de Egipto y Judea proclamaron emperador a Vespasiano el 1 de julio
del 69. En su camino hacia el trono imperial, Vespasiano se alió con el
gobernador de Siria, Cayo Licinio Muciano, que condujo las tropas de
Vespasiano contra Vitelio, mientras el propio Vespasiano tomaba el control
sobre Egipto. El 20 de diciembre, Vitelio fue derrotado y al día siguiente
Vespasiano fue proclamado emperador por el Senado. Poca información ha llegado hasta nosotros del principado de
Vespasiano. Destaca en sus diez años de gobierno el
programa de reformas financieras que promovió, tan necesario tras la caída de
la dinastía Julioclaudiana, su exitosa campaña en Judea y sus ambiciosos
proyectos de construcción como el Anfiteatro Flavio, conocido popularmente como
el Coliseo. Tras su muerte, el 23 de junio de 79, fue sucedido en el
trono por Tito, su hijo mayor. Al emperador Vespasiano se le atribuye esta célebre frase que, según la tradición, pronunció en su lecho de muerte: «¡Ay de mí! Creo que me estoy convirtiendo en un dios.»
Tito (79–81 d.C.)
Tito, antes de ser proclamado emperador alcanzó
renombre como comandante de las legiones de Oriente a las órdenes de su padre en Judea,
durante el conflicto conocido como la Primera Revuelta Judía (66–73). Esta
campaña militar conoció una breve pausa después de la muerte del emperador Nerón (9 de
junio de 68), cuando su padre, Vespasiano, fue proclamado emperador por sus tropas (21 de
diciembre de 69). En este punto, Vespasiano inició su participación en el
conflicto civil que asoló el Imperio durante el año de su nombramiento como
emperador (68-69). Tras este
nombramiento recayó sobre Tito la responsabilidad de acabar con los sediciosos judíos, tarea que realizó de forma satisfactoria tras sitiar y tomar Jerusalén (70), el templo fue destruido en el incendio. Su victoria fue
recompensada con un triunfo y conmemorada con la construcción del Arco de Tito. Bajo el gobierno de su padre, Tito despertó recelos
entre los ciudadanos de Roma debido a su servicio como prefecto del Pretorio, y también a causa de su intolerable relación con la reina Berenice de Cilicia, hermana del etnarca Herodes Agripa II. A pesar de
estas faltas a la moral romana, Tito gobernó con gran popularidad después de la
muerte de Vespasiano y está considerado como un buen
emperador por Suetonio y otros historiadores contemporáneos. Lo más importante de su gobierno fue su programa de
construcción de edificios públicos en Roma (Tito finalizó las obras del Coliseo). La enorme popularidad de Tito también se
debió a su gran generosidad con las víctimas de los desastres que sufrió la península Itálica durante su breve principado; la erupción del Vesubio en agosto del 79 y el
incendio de Roma al año siguiente. Tras dos años en el cargo, Tito murió a causa de
unas fiebres el 13 de septiembre del 81. La gran popularidad de Tito hizo
que el Senado lo proclamara divus [dios]. Tito fue sucedido por su hermano menor,
Domiciano.
Domiciano (81–96 d.C.)
Su juventud y los inicios de su carrera
transcurrieron a la sombra de su hermano Tito, que logró un considerable
renombre militar durante las campañas de Germania y de Judea de los años 60.
Esta situación se mantuvo durante el principado de su padre Vespasiano, coronado
emperador el 21 de diciembre de 69, tras un año de guerras civiles. Al tiempo que su hermano gozó
de poderes semejantes a los de su padre, él fue recompensado con honores
nominales que no implicaban ninguna responsabilidad. A la muerte de su padre en el 79, Tito le sucedió pacíficamente, pero su corto principado finalizó abruptamente tras su muerte por enfermedad el
13 de septiembre del 81. Al día siguiente, Domiciano fue proclamado emperador
por la Guardia Pretoriana, su etapa de gobierno, que duraría quince años, sería el más
largo desde el de Tiberio, medio siglo antes. Las fuentes clásicas lo describen como un tirano
cruel y paranoico, situando entre los emperadores más odiados al comparar su
vileza con las de Gayo Calígula y Lucio Nerón. No obstante, la mayor parte de las
afirmaciones sobre él tienen su origen en escritores que le fueron abiertamente
hostiles: Tácito, Plinio el Joven y Suetonio. Estos hombres exageraron la
crueldad del césar al efectuar adversas comparaciones con los Cinco Buenos
Emperadores que le sucedieron.
Vespasiano con sus oficiales en Roma |
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