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martes, 22 de agosto de 2017

El gato negro

Ocurría frecuentemente que las brujas se transformaban en animales. Leyendas, rondallas y tradiciones europeas están llenas de semejantes casos. He aquí, por ejemplo, la del gato negro:
«Un matrimonio joven vive con la madre de él. La nuera y la suegra no congenian. Cansado el esposo de los malos tratos que su propia madre ejerce sobre su esposa, deciden separarse. Ahora el joven matrimonio vive en una casa y la suegra en otra. A los escándalos de antes sucede una paz llena de ventura. El marido trabaja de sol a sol. Regresa del campo muy fatigado, cena y se acuesta sin perder tiempo. La esposa queda hilando junto al fuego. Son unas horas hermosas, repletas de dulces e íntimos pensamientos.
Pero, ¿qué hace ahí ese enorme gato negro? ¿De dónde ha venido? ¿Por qué mira con tanta fijeza? La mujer se siente desagradablemente sorprendida. El extraño huésped llega cada noche puntualmente. Ella se lo dice a su esposo y acuerdan que él se disfrazará de mujer y se quedará hilando frente a las llamas del hogar.
Así lo hacen. El gato negro comparece a la hora de siempre. Observa atentamente al hombre disfrazado con las ropas de su esposa y exclama:
—¿Eres hombre y estás hilando?
El hombre no se desconcierta.
—¿Y tú eres el gato… y hablas?
Le arroja una sartén de aceite hirviendo y el gato escapa chillando como una persona. Al día siguiente un vecino de la suegra les comunica que la vieja está gravemente enferma. El hijo acude sin perder tiempo a su lado y le pregunta qué es lo que le pasa.
—¿Qué me pasa? —exclama la madre—. ¡Me pasa el sartenazo de aceite hirviendo que me arrojaste anoche!»




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