Según la cosmología
sumeria, el universo apareció cuando Nammu, un profundo abismo sin fondo,
se abrió espontáneamente y de él surgieron Anu, dios del cielo, y Ki, diosa de
la Tierra. De la unión de Anu y Ki surgió Enlil, señor del viento que,
eventualmente, se convirtió en el líder de los demás dioses. Después Enlil fue
desterrado del Dilmun (la morada de los dioses) por haber forzado a Ninlil, de
la que tuvo un hijo, Sin (dios de la Luna), también conocido como Nannar.
Sin y Ningal dieron a
luz a Inanna (diosa del Amor y de la Guerra) y a Utu o Samas (dios del Sol).
Durante el destierro, Enlil y Ninlil engendraron a las tres deidades del
inframundo, siendo Nergal la más notable.
Nammu también dio a luz
a Enki o Abzú, dios del Abismo oceánico. Enki controló el Me: los principios sagrados
que gobernaban la física, el orden natural de las cosas y las leyes civiles. Este
es, muy resumido, el Génesis sumerio que posteriormente inspiraría a otros
pueblos mesopotámicos.
La mitología
mesopotámica la componen colectivamente los cultos propios de las
civilizaciones que, sucesivamente, se fueron instalando en esta región de
Oriente Próximo: sumerios, acadios, asirios, babilonios y persas.
Los sumerios practicaron
una religión politeísta con dioses antropomórficos que representaban fuerzas o
presencias sobrenaturales tales como los célebres Anunnaki. En sus creencias se
establecía que los dioses originalmente crearon a los seres humanos para que
éstos se convirtieran en sus servidores, pero los liberaron cuando fueron demasiados
porque temían que pudiesen sublevarse aprovechando su superioridad numérica.
Muchas historias de la
mitología sumeria aparecen también en otras religiones de Oriente Medio. El
relato elamita de la creación del hombre se asemeja mucho al relato bíblico del
Génesis, así como el episodio del Diluvio y la construcción del arca de Noé.
Relatos similares aparecen también en la tradición asiria y la gran inundación universal
está recogida en la Epopeya de Gilgamesh.
Los primigenios dioses
sumerios tienen representaciones similares en los cultos acadios, cananeos y en
otras creencias propias de los pueblos semitas que habitaron aquella región. Algunas
de las historias y de las deidades que las protagonizan recuerdan a sus equivalentes
griegos; por ejemplo, el viaje de Inanna al inframundo (Irkalla) se asemeja mucho
a la historia de Perséfone y su descenso al inframundo gobernado por Hades.
El Baal de origen
sumerio fue la divinidad principal de varios pueblos del Próximo Oriente:
babilonios, caldeos, cartagineses, fenicios (asociado a Melkart), filisteos,
israelitas y sidonios. Era el dios de la lluvia, el trueno y la fertilidad.
Podemos decir que se trataba de un dios benigno, y no debemos confundirlo con
el Baal cananeo adorado por los fenicios, cartagineses y sirios. Este Baal fue demonizado
por los profetas israelitas y posteriormente por el cristianismo. Era
considerado el símbolo del fuego purificante, que a su vez simboliza el alma, y
se le honraba sacrificando víctimas humanas que eran después quemadas en piras u
holocaustos.
Entre los primitivos
dioses sumerios, han adquirido gran protagonismo en los últimos años los
Anunnaki, que según la cultura pop y «New Age» llegaron supuestamente a la
Tierra procedentes de un planeta llamado Nibiru hace unos 450.000 años. Estos
seres medían unos 3 metros de altura, eran de de piel muy blanca, cabellos
largos y usaban barba. Los Anunnaki se habrían asentado en Mesopotamia y, a
través de avanzadas técnicas de ingeniería genética, habrían acelerado la
evolución del hombre de Neanderthal a Homo Sapiens para satisfacer su necesidad
de contar con subordinados inteligentes.
Según estas delirantes hipótesis
–propias de la ciencia-ficción– los Anunnaki habrían sido capaces de realizar
viajes intergalácticos, y llevarían varios miles de años visitando la Tierra e
inspirando a las civilizaciones más avanzadas.
Ni que decir tiene que
todas estas teorías, más o menos descabelladas, han sido descartadas por
científicos, historiadores y arqueólogos, que están en absoluto desacuerdo con
la interpretación que se ha hecho de los antiguos textos mesopotámicos y de los
hallazgos arqueológicos efectuados en el último siglo.
Baal-Anunnaki recibiendo a sus víctimas |
No hay comentarios:
Publicar un comentario