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sábado, 15 de julio de 2017

Íncubos y súcubos: la enfermedad de Efialtes

El médico griego Galeno, que vivió en el siglo II, ya había llamado «Efialtes» a las pesadillas. De hecho Galeno, desde muy joven, se interesó por una gran variedad de temas: agricultura, arquitectura, astronomía, astrología, filosofía, hasta el momento en el que se concentró en la medicina. Se dice que su padre le inclinó hacia los estudios médicos tras soñar una noche con Asclepios, dios de la Medicina, que le predijo el destino de su hijo. En la Antigüedad se concedía muchísima importancia al significado de los sueños, ya fuesen estos agradables, o terribles pesadillas. En la antigua Grecia, efialtes era el término que designaba las pesadillas, también consideradas como la posesión de un «demon» o espíritu. En la Edad Media el íncubo era un demonio o espíritu maligno que, bajo apariencia de varón tenía comercio carnal con una mujer. El súcubo, del latín succubus, y éste de succuba «concubina», era también un espíritu maligno que, bajo la apariencia de una mujer, por lo general bella, mantenía relaciones sexuales con un varón. Posteriormente se convierte en un referente en la literatura europea: Bernard de Montfaucon, en su obra Antigüedad explicada menciona a los efialtes o hifialtes (en plural) como el equivalente griego de los íncubos y súcubos latinos, espíritus que adoptaban la forma de hombres o mujeres respectivamente para atormentar a los humanos introduciéndose en sus sueños.
La idea de un íncubo como un factor causal en pesadillas deriva de la vieja creencia popular de que ciertos espíritus malignos, demonios y fantasmas se desplazan durante la noche y se tienden sobre el cuerpo de algún durmiente mientras se encuentra en su cama, con el fin de constreñir el pecho y la respiración, conduciendo a una sensación de sofocación o asfixia. Los episodios suelen ir acompañados de una aterradora pesadilla en la que el durmiente es aplastado, seducido o incluso violado por el efialte (súcubo o íncubo según sea el sexo o la preferencia sexual de la víctima), a veces los episodios son lo suficientemente intensos como para generar una creciente sensación de angustia y desesperación en el durmiente; así algunos pacientes manifiestan sentir que «están a punto de morir, y que tan pronto como se liberan de esa opresión, se ven afectados con palpitaciones, una gran ansiedad, cansancio y malestar, síntomas que disminuyen gradualmente y son sucedidos por la agradable reflexión de haber escapado a un peligro inminente».
Actualmente las efialtes están reconocidas como una manifestación particular de un episodio de «parálisis del sueño». Las visiones que suelen acompañar estos episodios son reconocidas con uno de los múltiples nombres asignados a las personificaciones somáticas de las pesadillas; Ephialtes, Tiphys, íncubo, súcubo, Inuu y otros, como una representación somática y psicológica del vigor invasivo de una fuerza indómita en el páramo del sueño. La interpretación de dicha manifestación está emparentada con la naturaleza pánica que visita al inquieto soñador presa de la pesadilla. Destaca esa calidad sobrenatural a la que se adscriben numerosas personificaciones, desde la figura de Dionisos, hasta las distintas figuras pánicas. Iconos arquetípicos, rebeldes a cualquier intento de domesticación, propensos a desquiciar a los númenes asociados a la forma y los valores culturales urbanos. Hay que tener en cuenta que durante el sueño, la membrana cultural que separa al hombre de su animalidad cede y muchos impulsos se liberan, incluidos, por supuesto, los sexuales, por lo que es previsible que ciertos apetitos reprimidos pueden aflorar del subconsciente durante el sueño. Abandonarse al pánico prefigura una invasión arquetípica de una naturaleza fuera de control. Las estructuras racionales y formales que sostienen al ser se desploman para dar paso a un pánico que se origina en los fenómenos naturales. La presencia somática abandona el cuerpo o, de manera equivalente, la sustancia sale de la forma. El inconsciente se desborda y la persona es reclamada por su índole precognitiva.

1 comentario:

  1. Existen, la parálisis del sueño no es tal cosa y no es acompañada de sueños. Puede sentirse a la entidad sobre el cuerpo. Se exorcisa la casa leyendo el salmo 91. Lo sé por experiencia.

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