Joseph
Kennedy, patriarca del poderoso clan de políticos norteamericanos, amasó una
inmensa fortuna durante la Ley Seca, e hizo muy buenos negocios con un tal
Meyer Lansky, años más tarde jefe de la mafia judía en Cuba, y socio de Lucky
Luciano, el legendario capo del crimen organizado. Se puede pensar que todos
estos elementos no tienen ninguna relación entre sí. Y que pensar lo contrario
sería lo propio de una mente desequilibrada o fantasiosa. Pero si se unen las
piezas del rompecabezas, la historia empieza a adquirir visos de realidad:
podemos establecer una relación entre el clan Kennedy y la mafia que se inicia
en la época de la Ley Seca; sabemos que la mafia ayudó a JFK a ganar las
elecciones de 1960 en determinados distritos; que los hermanos Kennedy se
deshicieron de las amistades peligrosas una vez se instalaron en la Casa
Blanca; que Robert Kennedy, desde su cargo de Fiscal General, dirigió una
auténtica campaña de acoso y derribo contra Jimmy Hoffa, carismático líder del
Sindicato de Transportes, relacionado con la mafia, y que éste, a su vez,
conocía la vida y milagros de todos los personajes antes mencionados, incluido
papá Kennedy.
Lucky Luciano llegaba a La Habana en octubre de 1946 para
reunirse con su viejo amigo de la infancia, Meyer Lansky. El capo Luciano se había
ganado su libertad colaborando con el Gobierno y el Ejército de los Estados
Unidos para facilitar el desembarco aliado en Sicilia en 1943. El hombre de
confianza de Luciano en Sicilia era el célebre Salvatore Giuliano, mitad
bandolero, mitad líder independentista siciliano, muerto en 1959 durante un
tiroteo con la Policía italiana. La OSS (Office of Strategic Services) los servicios de inteligencia
norteamericanos de entonces, pagaron a Luciano su colaboración ayudándole a
eludir la cadena perpetua dictada contra él por un tribunal neoyorquino. Después de pasar por España, Portugal y Brasil, el afortunado Luciano arribó al
aeropuerto de Camagüey, en cuya pista le esperaba su viejo amigo Meyer Lansky,
que apostaba por el futuro de los negocios en Cuba. En pocos años, y actuando
con discreción, Lansky había eslabonado una larga cadena de influencias entre
las más altas esferas políticas y financieras del país caribeño bajo la dictadura de
Fulgencio Batista, hasta llegar a convertirse en el mediador silencioso y
extraoficial del presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, en Cuba. Consolidados
los vínculos con el poder, la mafia norteamericana escogió La Habana para
celebrar el mayor cónclave de su historia. Los principales jefes de las familias
mafiosas de Estados Unidos concurrían a la capital cubana para definir zonas de
influencia y acciones futuras en medio de una gran controversia entre las dos
grandes tendencias: el control del juego y la prostitución, y el tráfico de
drogas. En menos de una década, las ametralladoras de Chicago quedaron
silenciadas por el dinero lavado de la droga, el juego, la prostitución y otros
negocios más respetables, ya que tras el fin de la Ley Seca las pistolas de la
extorsión y el crimen organizado fueron enfundadas en honorables empresas,
muchas de las cuales se instalaron en Cuba, y que después de ser expropiadas y
nacionalizadas por el nuevo régimen socialista de Fidel Castro, exigieron al
Gobierno de Estados Unidos que interviniese en Cuba para devolverles su patrimonio.
Por supuesto, todo esto suena a guión cinematográfico, pero es cierto. Estos
sucesos forman parte de la historia de Cuba que se enseña en las escuelas,
porque además tienen la virtud de ser ciertos. Los estudiantes cubanos saben
quiénes fueron Lucky Luciano y Meyer Lansky, porque fueron personajes reales y
son parte de su historia reciente. La Ley Seca estuvo en vigor entre 1919-1932,
su derogación supuso la ruina para muchas bandas de gánsteres dedicadas al
contrabando de alcohol que entonces volvieron sus ojos hacia Cuba convirtiendo
la isla caribeña en su casino particular, hasta que en 1959, Fidel Castro puso
fin a sus desmanes: la fiesta se había terminado; «llegó el comandante y mandó
parar». John F. Kennedy basó su campaña presidencial de 1960 en la necesidad de
expulsar a Castro de Cuba y de intervenir en Vietnam. Para lo primero contó con
el apoyo de los viejos amigotes de su padre. Pero cuando ganó las elecciones…
¡los traicionó! Tras el monumental fiasco del desembarco de fuerzas paramilitares
mercenarias en la bahía de los Cochinos, en abril de 1961, Kennedy no sólo no
invadió Cuba, sino que se mostró dispuesto a alcanzar un compromiso con los
soviéticos después de la crisis de los misiles de octubre de 1962, dos meses
después de la muerte de Marilyn Monroe, la que fuera su amante.
Edgar Hoover,
jefe del FBI, estaba convencido de que la actriz Marilyn Monroe, que mantenía
una relación extramatrimonial con el presidente Kennedy y con su hermano Bob,
había avisado a las fuerzas de Castro para prevenirlas sobre el desembarco en
playa Girón, en la bahía de los Cochinos. Pero lo que no podían admitir los
servicios secretos, entre otras cosas, era que el desembarco fue un desastre
por lo previsible del mismo, ya que se había inspirado en un viejo plan de desembarco
norteamericano que databa de la época de la guerra contra España en 1898,
cuando los norteamericanos se plantearon una operación militar similar para
ocupar la Isla, todavía bajo soberanía española.
Marilyn Monroe había estado
casada con Arthur Miller, genial autor teatral a quien se acusó se pertenecer
al Partido Comunista en la época de la caza de brujas dirigida por los
senadores republicanos Joseph McCarthy y Richard Nixon. Precisamente, su famosa obra Las
brujas de Salem se inspiró en la histeria que causaron las investigaciones del
Congreso sobre las actividades supuestamente comunistas y antiamericanas de los
intelectuales de Hollywood y Broadway. Miller encontró un paralelismo con los
procesos contra presuntas brujas en Salem, Nueva Inglaterra, acontecidos en 1692, y años
más tarde escribiría el guión de la película homónima, que protagonizaron su
yerno, Daniel Day-Lewis, y Winona Ryder. Hoover y los suyos creían que los
secretos de alcoba que el presidente Kennedy pudo compartir con Marilyn en
vísperas del desembarco en la bahía de los Cochinos, pudieron ser transferidos
a su ex esposo, Arthur Miller, con el que siempre mantuvo una excelente
relación, y de ahí pasar a la URSS, y después al nuevo Gobierno cubano
prosoviético.
Quizá Marilyn Monroe nunca espió para los rusos, pero tras el
fiasco del desembarco en playa Girón, debido a que los cubanos habían sido
alertados, y al iniciarse la crisis diplomática con Estados Unidos por la instalación de rampas
lanzamisiles soviéticas en Cuba en agosto de 1962, algunos empezaron a mostrase
inquietos por la relación amorosa que Marilyn Monroe mantenía con el presidente
Kennedy. Además, circulaba el rumor de que la actriz podía estar embarazada y
de que tenía la intención de hacer pública la identidad del padre de la
criatura que esperaba. Cabe suponer que alguien pensó que lo mejor era
asegurarse de que Marilyn Monroe guardase silencio para siempre. ¡Y así lo hicieron!
Marilyn Monroe |
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