A pesar de ser un consumado esquiador, don Alfonso de Borbón y
Dampierre falleció mientras bajaba una pista de Beaver Creek (Colorado) el 30
de enero de 1989. Ese día se celebraba el campeonato mundial de esquí, y esa
pista sólo estaba abierta para el jurado, del cual don Alfonso no formaba parte.
La investigación policial señaló que la muerte de don Alfonso se debió a un
accidente fortuito. No obstante, los informes del suceso redactados por la
Policía y escamoteados a la opinión pública, constatan que el duque de Cádiz,
tras el mortal descenso, estuvo durante cuarenta minutos tirado en el suelo,
pero con vida. Tardaron dos horas en llevarle a la clínica, que tan sólo estaba
a dieciséis kilómetros del lugar del accidente. Cuando don Alfonso de Borbón
entró en la clínica, todavía tenía pulso cardiaco. Además, los policías le
hicieron dieciocho fotografías mientras agonizaba en el suelo y le robaron el Rolex y mil dólares que llevaba en la
cartera. El empleado de la estación de esquí que levantó el cable con el que el
duque de Cádiz se degolló cuando descendía por la pista desapareció de Beaver
Creek al día siguiente del accidente y jamás se le volvió a ver ni a saber de
él. La Policía tampoco se preocupó de buscarle para interrogarle, aunque el
informe del sheriff de Beaver Creek especifica que la muerte de don Alfonso fue
calificada como «homicidio». Por su parte, doña Emanuela Dampierre, madre de
don Alfonso y duquesa de Segovia, cuenta en sus Memorias lo siguiente: «A mí lo
único que me sorprendió es que en Estados Unidos, donde la gente, por lo
general, es experta y muy cuidadosa en sus cometidos laborales, el encargado de
abrir y cerrar las pistas de esquí se fuera a comer un sándwich y, mientras
tanto, dejara la barrera a media altura. Yo hubiera comprendido que ésta
quedara arriba o abajo, pero a medias del recorrido… Se especuló mucho sobre el
asunto y, en mi opinión, fueron muy peregrinas algunas de las ideas que se
lanzaron... Por lo visto, estaban haciendo mediciones en la pista con el fin de
poder utilizarla para otras actividades relacionadas con el esquí y, como había
ruido, don Alfonso no oyó la advertencia de que tuviera cuidado al iniciar el
descenso. Con sinceridad, creo que se trató de un trágico accidente».
Hay que señalar que la familia del duque de Cádiz y los propietarios de
las pistas de esquí alcanzaron un acuerdo millonario para dar por zanjado el
asunto. Después de alcanzarse este acuerdo, empezó a circular una historia
distinta sobre cómo había tenido lugar el trágico accidente de Beaver Creek que
costó la vida a don Alfonso. Según esta versión, a don Alfonso le acompañaba su
amigo el esquiador austriaco Tony Sailer con el que se encontró casualmente y
decidieron bajar juntos por las pistas después de la celebración de unas
pruebas de esquí femenino que se habían celebrado unas horas antes. Al llegar a
la meta Sailer advirtió que había un cable demasiado bajo y fue a avisar a los
demás esquiadores. Esto sugiere que no eran los únicos que estaban realizando
el descenso en esos momentos. Y resulta extraño que Sailer no hiciese nada para
avisar en primer lugar don Alfonso que estaba esquiando con él. El caso fue que
don Alfonso, que bajaba por la izquierda de Sailer, no vio el cable y se
degolló con él. Según esta versión, don Alfonso murió en el acto.
Don Alfonso estaba casado con doña Carmen Martínez-Bordiú, nieta del
general Franco, y estaba considerado por los monárquicos legitimistas franceses
jefe de la Casa Real de Francia desde la muerte de su padre, el infante don
Jaime de Borbón en 1975. Algunos años antes de contraer matrimonio con doña
Carmen Martínez-Bordiú, don Alfonso de Borbón Dampierre había especulado en la
televisión francesa con la posibilidad de llegar a ser rey de España: «Hay tres
condiciones para esto: tener sangre real, treinta años de edad y ser español.
Obviamente, yo cumplo dichos requisitos» comentó risueñamente. Estas
declaraciones las realizó algún tiempo después de que su padre, don Jaime de
Borbón y Battenberg, se retractase de su renuncia al trono y se proclamase
duque de Anjou y jefe de la Casa Real de los Borbones en sus ramas española y
francesa. Cuando Franco designó a don Juan Carlos como su sucesor en la
Jefatura del Estado, nombró a don Alfonso de Borbón y Dampierre embajador de
España en Suecia, y fue allí donde conoció a su futura esposa, doña María del
Carmen Martínez-Bordiú y Franco. Su suegro, el marqués de Villaverde, don
Cristóbal Martínez-Bordiú, la llevó a la recepción y la presentó él mismo a don
Alfonso. En 1971 don Alfonso de Borbón y Dampierre hizo formal su petición de
mano a los padres de doña Carmen Martínez-Bordiú en el Palacio de El Pardo. En
marzo de 1972 se casaron en la capilla de dicho palacio. Para asistir a este
acontecimiento viajó a Madrid el padre de don Alfonso, don Jaime de Borbón y Battenberg.
Era la primera vez que pisaba suelo español desde su partida al exilio cuarenta
años antes. Tras la boda, los recién casados se trasladaron a Estocolmo, donde
Alfonso siguió desempeñando las funciones propias de su cargo de embajador.
Estando en Suecia, el matrimonio anunció que estaban esperando su primer hijo:
don Francisco de Borbón y Martínez-Bordiú, quien nació en Madrid en noviembre
de 1972 y tuvo como padrinos a su bisabuelo, don Francisco Franco, y a su
bisabuela, doña Vittoria Ruspoli. Dos años después, en 1974, nació don Luis
Alfonso de Borbón y Martínez-Bordiú. Después de que don Alfonso contrajese
matrimonio con doña Carmen Martínez-Bordiú, los rumores de una posible
alteración de la línea sucesoria volvieron a cobrar fuerza. El matrimonio
recibió el ducado de Cádiz y algunos familiares y personas del entorno de
Franco querían que don Alfonso fuese designado su sucesor a título de rey, en
lugar de su primo don Juan Carlos. Franco sentía verdadera aversión hacia el
conde de Barcelona, don Juan de Borbón y Battenberg, padre del actual rey emérito
don Juan Carlos, y desde algunos sectores se aseguraba que don Alfonso sería el
próximo rey de España. Entre las personalidades próximas a Franco que no veían
con buenos ojos la designación de don Juan Carlos, estaba el almirante Carrero
Blanco quien, como la propia reina doña Sofía reconoce durante su entrevista
con Pilar Urbano en 1996, no profesaba ninguna simpatía hacia los entonces
príncipes, don Juan Carlos y doña Sofía.
Carrero Blanco murió en un atentado en diciembre de 1973, y en marzo de
1975 fallecía en Suiza don Jaime de Borbón y Battenberg, padre de don Alfonso.
Franco no alteró los planes de sucesión a la Jefatura del Estado previstos
desde 1969 y Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey de España tras la muerte
del dictador, el 20 de noviembre de 1975. En 1979 don Alfonso y doña Carmen anunciaron su separación y en 1982 se
divorciaron. Dos años después de su divorcio, don Alfonso sufrió un terrible
accidente automovilístico en Navarra, cuando volvía de esquiar en
Baqueira-Beret, y a consecuencia del mismo murió su hijo mayor Francisco, el 7
de febrero de 1984. En el automóvil viajaba también su hijo menor, Luis
Alfonso. El accidente tuvo lugar el día anterior, a las ocho de la tarde, y
todos fueron trasladados al Hospital de Navarra en Pamplona. Alfonso de Borbón
y Dampierre no pudo estar en el entierro de su hijo al estar aún hospitalizado,
y según algunos de sus allegados y familiares, jamás llegó a recuperarse de las
secuelas psicológicas producidas por la muerte de su hijo mayor. Tras la muerte de su padre, don Jaime en 1975, don Alfonso de Borbón y
Dampierre fue considerado por algunos sectores del legitimismo francés como
cabeza de la Casa Real con el nombre de Alfonso II de Francia, al ser el
descendiente más directo por línea paterna de Hugo Capeto y, por tanto,
heredero de los antiguos reyes franceses según el derecho del Antiguo Régimen.
Sin embargo, estas pretensiones han sido cuestionadas debido a la renuncia que
hizo don Jaime, padre de don Alfonso, a sus derechos dinásticos al trono, y que
incluía a sus descendientes. Don Jaime era sordo a consecuencia de una
operación en su infancia y renunció a sus derechos al trono en 1933, presionado
por su padre, el rey don Alfonso XIII. Tras la renuncia de don Jaime, su
hermano don Juan, conde de Barcelona, fue pretendiente al trono desde la muerte
de su padre en 1941 hasta 1977, cuando cedió sus derechos a su hijo don Juan
Carlos, que ya era rey de España de forma efectiva desde noviembre de 1975. Desde la muerte de don Alfonso en 1989, su hijo don Luis Alfonso es
considerado por los legitimistas monárquicos franceses como Luis XX, virtual
rey de Francia y titular de los ducados de Anjou, Borbón y Touraine, aunque
oficialmente no se le reconocen tales distinciones y en España tampoco posee
ningún título nobiliario ya que el título de duque de Cádiz, en su tercera
creación, fue otorgado por Franco a su padre, don Alfonso de Borbón y
Dampierre, al contraer éste matrimonio con su madre, doña Carmen
Martínez-Bordiú, nieta de Franco. Tras la trágica muerte de don Alfonso en
1989, el título volvió a revertir a la Corona y actualmente nadie lo ostenta.
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