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martes, 10 de abril de 2018

Del primer imperio babilónico al imperio asirio


Con la caída de la hegemonía de Ur no se repitió un periodo de oscuridad como el que había acontecido con la extinción del imperio acadio. Esta etapa estará marcada por el ascenso progresivo de dinastías amorritas en prácticamente todas las ciudades de la región. Durante los primeros 50 años parece que fue la ciudad de Isín la que trató sin éxito de imponerse en la región. Posteriormente, hacia 1930 a.C., serán los monarcas de Larsa los que se lancen a la conquista de las ciudades vecinas, atacando Elam, las ciudades del Diyala y conquistando Ur, pese a lo cual no consiguió un dominio completo en la región; sin embargo, conservó su hegemonía hasta prácticamente el surgimiento del imperio paleobabilónico de Hammurabi, salvo un periodo entre 1860 y 1803 a.C. en el que la vecina Uruk consigue desafiar su liderazgo. En Elam la influencia acadia se hizo más fuerte y el reino pasó a inmiscuirse cada vez más en la política mesopotámica. En la Mesopotamia septentrional empezaron a surgir los primeros estados fuertes, posiblemente reformados por el comercio existente entre las áreas meridionales y Anatolia, destacando principalmente el nuevo reino de Asiria, que llegaría hasta el Mediterráneo bajo el reinado de Samsiadad I.
El imperio paleobabilónico alcanzó su máxima expansión territorial tras las conquistas de Hammurabi, hacia 1750 a.C. Los nómadas  kasitas, tal vez originarios del sureste de Irán, ya se habían establecido en los montes Zagros, en el límite oriental del imperio y no tardarían en avanzar sobre él. En 1792 a.C. Hammurabi llega al trono de la hasta entonces poco importante ciudad de Babilonia, a partir de la cual comenzará una política de expansión; en primer lugar se liberó de la tutela de Ur para, en 1786, enfrentarse al vecino rey de Larsa, Rin-Sin I, arrebatándole Isín y Uruk; con la ayuda de Mari, en 1762 venció a una coalición de ciudades de la ribera del Tigris, para, un año después, conquistar la ciudad de Larsa. Tras esto se autoproclamó rey de Sumeria y Acad, título que había surgido en tiempos de Sargón de Acad, y que se había venido utilizando por los monarcas que conseguían el dominio de toda la región de Mesopotamia. Después de otro enfrentamiento con una nueva coalición de ciudades conquistó Mari, tras lo cual, en 1753, completó su expansión con la anexión de Asiria y Esnunna, al norte de Mesopotamia. Con el paso de los siglos la imagen del monarca se mitificó, no solo debido a sus conquistas, sino también a su actividad constructora y de mantenimiento de los canales de riego, y a la elaboración de códigos de leyes, como el archiconocido Código de Hammurabi.
Hammurabi murió en 1750 a.C., siendo sucedido por su hijo Samsuiluna, quien tuvo que hacer frente a un ataque de los nómadas kasitas. Esta situación se repetiría en 1708 a.C., durante el reinado de Abi-Eshuh. En efecto, desde la muerte del conquistador, los problemas con los kasitas se habían multiplicado. Esta presión fue constante y en progreso durante el siglo XVII a.C., lo que fue desgastando al imperio. Finalmente fue un ataque del rey hitita Mursili I, lo que le dio el golpe de gracia a Babilonia, tras lo cual la región cayó bajo el poder de los kasitas.
Hacia el 1250 a.C. se establecieron en el norte de Babilonia los asirios, quienes tomaron el control de todo el país. Sus ciudades más importantes fueron Assur y Nínive, y entre sus monarcas más ilustres destacaron: Asurnasirpal, Asurbanipal, Salmanasar III, Sargón II y Senaquerib. A finales del siglo VII a.C. babilónicos y medopersas se aliaron y entraron a Asiria desde la meseta de Irán, y finalmente, en el año 612 a.C. tomaron e incendiaron la capital asiria, Nínive. Un siglo antes, en el 722 a.C. (¿?) los asirios habían destruido Samaria y puesto fin al reino de Israel. Este episodio está recogido en la Biblia.
Babilonia resurgió con los caldeos, otra tribu semita, cuando fue refundada por su rey Nabopolasar, a fines del siglo VII. Su hijo, Nabucodonosor II el Grande, fue su sucesor y es considerado uno de los reyes babilónicos más importantes, pues sus dominios llegaron desde Mesopotamia hasta Siria y la costa del Mediterráneo. En el 587 a.C. Nabucodonosor tomó y destruyó la ciudad de Jerusalén y su Templo, poniendo fin al reino de Judá. Este episodio también está recogido en la Biblia. En el año 540 a.C., el rey medopersa Ciro el Grande ocupó Babilonia y estableció su poder en toda Mesopotamia.

Arquero asirio del siglo VIII a.C.

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