Con la caída de
la hegemonía de Ur no se repitió un periodo de oscuridad como el que había
acontecido con la extinción del imperio acadio. Esta etapa estará marcada por
el ascenso progresivo de dinastías amorritas en prácticamente todas las
ciudades de la región. Durante los primeros 50 años parece que fue la ciudad de
Isín la que trató sin éxito de imponerse en la región. Posteriormente, hacia
1930 a.C., serán los monarcas de Larsa los que se lancen a la conquista de las
ciudades vecinas, atacando Elam, las ciudades del Diyala y conquistando Ur,
pese a lo cual no consiguió un dominio completo en la región; sin embargo,
conservó su hegemonía hasta prácticamente el surgimiento del imperio
paleobabilónico de Hammurabi, salvo un periodo entre 1860 y 1803 a.C. en el que
la vecina Uruk consigue desafiar su liderazgo. En Elam la influencia acadia se
hizo más fuerte y el reino pasó a inmiscuirse cada vez más en la política
mesopotámica. En la Mesopotamia septentrional empezaron a surgir los primeros
estados fuertes, posiblemente reformados por el comercio existente entre las
áreas meridionales y Anatolia, destacando principalmente el nuevo reino de
Asiria, que llegaría hasta el Mediterráneo bajo el reinado de Samsiadad I.
El
imperio paleobabilónico alcanzó su máxima expansión territorial tras las
conquistas de Hammurabi, hacia 1750 a.C. Los nómadas kasitas, tal vez originarios del sureste de
Irán, ya se habían establecido en los montes Zagros, en el límite oriental del
imperio y no tardarían en avanzar sobre él. En 1792 a.C. Hammurabi llega al
trono de la hasta entonces poco importante ciudad de Babilonia, a partir de la
cual comenzará una política de expansión; en primer lugar se liberó de la
tutela de Ur para, en 1786, enfrentarse al vecino rey de Larsa, Rin-Sin I, arrebatándole
Isín y Uruk; con la ayuda de Mari, en 1762 venció a una coalición de ciudades
de la ribera del Tigris, para, un año después, conquistar la ciudad de Larsa.
Tras esto se autoproclamó rey de Sumeria y Acad, título que había surgido en
tiempos de Sargón de Acad, y que se había venido utilizando por los monarcas
que conseguían el dominio de toda la región de Mesopotamia. Después de otro
enfrentamiento con una nueva coalición de ciudades conquistó Mari, tras lo
cual, en 1753, completó su expansión con la anexión de Asiria y Esnunna, al
norte de Mesopotamia. Con el paso de los siglos la imagen del monarca se
mitificó, no solo debido a sus conquistas, sino también a su actividad
constructora y de mantenimiento de los canales de riego, y a la elaboración de
códigos de leyes, como el archiconocido Código de Hammurabi.
Hammurabi
murió en 1750 a.C., siendo sucedido por su hijo Samsuiluna, quien tuvo que
hacer frente a un ataque de los nómadas kasitas. Esta situación se repetiría en
1708 a.C., durante el reinado de Abi-Eshuh. En efecto, desde la muerte del
conquistador, los problemas con los kasitas se habían multiplicado. Esta
presión fue constante y en progreso durante el siglo XVII a.C., lo que fue
desgastando al imperio. Finalmente fue un ataque del rey hitita Mursili I, lo
que le dio el golpe de gracia a Babilonia, tras lo cual la región cayó bajo el
poder de los kasitas.
Hacia
el 1250 a.C. se establecieron en el norte de Babilonia los asirios, quienes
tomaron el control de todo el país. Sus ciudades más importantes fueron Assur y
Nínive, y entre sus monarcas más ilustres destacaron: Asurnasirpal,
Asurbanipal, Salmanasar III, Sargón II y Senaquerib. A finales del siglo VII
a.C. babilónicos y medopersas se aliaron y entraron a Asiria desde la meseta de
Irán, y finalmente, en el año 612 a.C. tomaron e incendiaron la capital asiria,
Nínive. Un siglo antes, en el 722 a.C. (¿?) los asirios habían destruido
Samaria y puesto fin al reino de Israel. Este episodio está recogido en la
Biblia.
Babilonia
resurgió con los caldeos, otra tribu semita, cuando fue refundada por su rey
Nabopolasar, a fines del siglo VII. Su hijo, Nabucodonosor II el Grande, fue su
sucesor y es considerado uno de los reyes babilónicos más importantes, pues sus
dominios llegaron desde Mesopotamia hasta Siria y la costa del Mediterráneo. En
el 587 a.C. Nabucodonosor tomó y destruyó la ciudad de Jerusalén y su Templo,
poniendo fin al reino de Judá. Este episodio también está recogido en la Biblia.
En el año 540 a.C., el rey medopersa Ciro el Grande ocupó Babilonia y
estableció su poder en toda Mesopotamia.
Arquero asirio del siglo VIII a.C. |
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