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domingo, 7 de noviembre de 2010

¿Por qué asesinaron a Kennedy? (7)

Sir Charles A. Willoughby cuyo nombre verdadero era Adolph Charles Weidenbach, nació en Alemania en 1892. Fue oficial del Ejército norteamericano y miembro de la Inteligencia militar, bajo el mando del general Douglas MacArthur durante la guerra del Pacífico contra el Japón, se le conocía también como general Charles A. Willoughby y estuvo relacionado con el apoyo financiero recibido por el general Franco durante la Guerra Civil española, además de haber recibido una condecoración del Gobierno fascista de Mussolini. En la época de entreguerras, el comercio filipino aún estaba controlado por residentes españoles, las islas se habían independizado de España en 1898, una época relativamente reciente entonces. Uno de los principales terratenientes era un tal Andrés Soriano, dueño además de un conglomerado de aerolíneas, minas, cervecerías y compañías de transporte que distribuían sus productos en Estados Unidos. Cuando los japoneses invadieron Filipinas, Soriano se fue a Washington para convertirse allí en ministro de Finanzas del Gobierno en el exilio. Soriano llegó a ser nombrado coronel de las fuerzas de liberación de MacArthur.

Terminada la guerra en 1945, los tribunales militares aliados iniciaron los procesos judiciales contra los criminales de guerra japoneses, del mismo modo que se hizo en Núremberg contra los alemanes. Fueron juzgados más de 4.000 oficiales japoneses por crímenes de guerra. Unos 3.000 fueron condenados a cumplir sentencias de prisión, y 920 fueron ejecutados. Los oficiales acusados tuvieron que hacer frente a numerosos cargos y acusaciones surgidas a consecuencia de múltiples episodios sangrientos durante la guerra, incluyendo la Masacre de Nankín, la Marcha de la Muerte de Batán y la Masacre de Manila. No tardaron en alzarse algunas voces críticas con el proceso y la actuación de los tribunales.

La cadena PBS (Public Broadcasting Corporation) calificó los juicios de apresurados y los críticos con la actuación de MacArthur deploraban el doble rasero empleado por los tribunales militares al no llevar hasta sus últimas consecuencias el concepto de responsabilidad del mando al mantener al margen al emperador, pero también a algunos oficiales y científicos japoneses a los que se acusaba de abominables experimentos practicados con prisioneros de guerra chinos y con soldados norteamericanos capturados. Pero había prisa por concluir el proceso contra los japoneses y dedicarse en cuerpo y alma a otro asunto: la amenaza que suponía la Unión Soviética.

En 1945, como parte de la rendición del Japón, los Estados Unidos acordaron con la URSS dividir la península de Corea a lo largo del Paralelo 38. De esto resultó la creación de dos estados: uno prooccidental al sur llamado República de Corea (más conocido como Corea del Sur), y otro procomunista al norte: la República Democrática del Pueblo de Corea, conocido aún hoy como Corea del Norte. Este último lanzó un ataque por sorpresa invadiendo a su vecino en un intento de reunificar la península por la fuerza el 25 de junio de 1950, dando así inicio a la Guerra de Corea.

La Asamblea General de las Naciones Unidas autorizó la formación de una coalición militar internacional para defender a Corea del Sur y rechazar la invasión norcoreana. MacArthur tomó el mando de dicha coalición, primero en la operación de defensa a la desesperada, y luego, una vez detenida la invasión, en una contraofensiva total, destacando un arriesgado pero exitoso desembarco tras las líneas norcoreanas en la batalla de Inchon. La maniobra logró flanquear con éxito al ejército norcoreano, forzándole a retroceder hacia el norte completamente desorganizado. Las fuerzas de las Naciones Unidas iniciaron la persecución, entrando en territorio norcoreano y aproximándose a la frontera con China, establecida en el río Yalu.

El 19 de noviembre de 1950, con las fuerzas norcoreanas prácticamente destruidas, un gran contingente de tropas chinas atravesó el Yalu, poniendo en desbandada a las fuerzas de la ONU y obligándolas a retroceder. La excusa ofrecida para la intervención fue el deseo chino de asegurar sus propias fronteras, alegando que la fuerza internacional podía amenazarlas. Calificando la intervención china como “el inicio de una guerra totalmente nueva” MacArthur pidió en repetidas ocasiones autorización para bombardear con armamento convencional a las tropas, suministros y aeroplanos chinos presentes en Manchuria, así como permiso para usar armamento nuclear contra Corea del Norte, o en su defecto, sembrar de restos radiactivos la frontera entre Corea del Norte y China para evitar la infiltración del Ejército Rojo. La Administración del presidente Truman temía que semejantes medidas provocarían una escalada del conflicto con China, quizá incluso forzando la intervención de la URSS, aliada de China y que también disponía de armamento nuclear. Truman deseaba mantener el conflicto en su forma de “guerra limitada” temiendo el estallido de un nuevo conflicto a escala mundial. Molesto por la continua negativa a satisfacer sus demandas, MacArthur empezó a hacer declaraciones a la prensa en las que advertía de una derrota aplastante e inminente del Ejército norteamericano.

En marzo de 1951, después de que un contraataque de las fuerzas de la ONU liderado por Matthew Ridgway diera un nuevo giro a la situación en favor de los aliados, Truman alertó a MacArthur de su intención de iniciar conversaciones para llegar a un alto el fuego. La situación suponía el fin de las esperanzas del general de liderar una guerra total contra China, por lo que éste rápidamente publicó un comunicado en el que emitía su propio ultimátum contra dicho país. La declaración pública de MacArthur hizo peligrar las negociaciones y la paciencia de Truman llegó a su límite cuando el jefe republicano del Congreso leyó en el mismo una carta de MacArthur en la que expresaba públicamente su punto de vista y sus enfrentamientos con la presidencia. En abril, la Junta de Jefes de Estado Mayor declaró necesario apartar a MacArthur del mando por razones militares, alegando que habían perdido confianza en su estrategia. Truman aprovechó la ocasión y le relevó de su cargo en Japón, situando en el mismo a Ridgway el 11 de abril de 1951. La guerra prosiguió en una situación de empate técnico durante dos años más, sin moverse ya de los alrededores del Paralelo 38.

La sustitución de MacArthur levantó una enorme controversia, siendo un tema de discusión aún hoy en día. Bernstein y otros historiadores han afirmado que MacArthur nunca se opuso a la separación constitucional de poderes, Fuerzas Armadas y Poder Civil, algo de lo que fue acusado en su día por el presidente Truman. A su regreso de Corea tras ser relevado del mando por Truman, MacArthur se encontró con una masiva adulación popular a su persona, lo cual hizo surgir la expectativa de que podría presentarse a las elecciones legislativas de 1952 como candidato del Partido Republicano. Sin embargo, la investigación de un Comité del Senado acerca de su destitución, dirigida por Richard Russell, contribuyó de forma decisiva a enfriar el ambiente, y las esperanzas republicanas de contar con MacArthur se desvanecieron.

Sin embargo, en el seno de las Fuerzas Armadas quedó un cierto regusto amargo. Ahora eran ellos los que tenían la sensación que habían experimentado los alemanes en noviembre de 1918: la de la puñalada por la espalda. Habían estado a punto de batir a los chinos y su propio Gobierno les había frenado. ¿Por qué?

La Guerra de Corea provocó un divorcio entre el Ejército y la Presidencia y, en medio de ese clima, enturbiado aún más por la Guerra Fría, sería cuando llegase Kennedy a la presidencia en enero de 1961. El propio Eisenhower, ex general del Ejército, previno tanto al nuevo presidente como al pueblo norteamericano en su Discurso de Despedida a la Nación, del peligro de ese colosal entramado industrial y militar que se había ido creando y consolidando a lo largo de la década de 1950-1960.

Asimismo, la actitud del general George S. Patton, jefe del Ejército de Ocupación en Alemania y muerto en extrañas circunstancias a finales de diciembre de 1945, había sido similar a la de su compañero de armas Douglas MacArthur, jefe del Ejército de Ocupación en Japón: para ambos militares los auténticos enemigos eran la Unión Soviética y China. El general Patton había llegado a insinuar, en una reunión informal con aliados británicos y franceses, que “de buena gana rearmaría a los alemanes para marchar contra Rusia”. Fue inmediatamente destituido por Eisenhower, que en aquellos momentos era una especie de “moderado” dentro del ambiente enrarecido existente en el Ejército de Estados Unidos, cuyos oficiales recelaban de la URSS y la China comunista de Mao.

En 1982, Charles Willoughby, antiguo colaborador de MacArthur, sacó a la luz un secreto celosamente guardado durante casi cuarenta años. Durante la guerra en el Pacífico (1941-1945), los japoneses mantuvieron experimentos genéticos desarrollados como “ciencia de guerra” con seres humanos (al menos 3.000 murieron, incluyendo un número indeterminado de militares norteamericanos capturados). Pero el Pentágono decidió no denunciar estos crímenes de guerra, dejando libres a los científicos japoneses y llevándoselos a Estados Unidos; y más tarde acusó a los rusos de realizar precisamente esas mismas manipulaciones genéticas, utilizando como prueba la información obtenida de los criminales de guerra japoneses, que ahora trabajaban en sus laboratorios.

Charles Willoughby fue también el maestro de ceremonias que concertó la visita de Eisenhower a España, y movió las teclas necesarias para que el Congreso Norteamericano autorizase, en agosto de 1952, el envío de 100 millones de dólares para las necesidades del Gobierno español, presidido por el general Franco. En aquellos momentos de feroz Guerra Fría el régimen español era visto como un ejemplo en la lucha antibolchevique, España era el único país donde el comunismo había sido ampliamente derrotado, y para el senador Joseph McCarthy, los veteranos norteamericanos de la Brigada Lincoln que tomaron parte en la Guerra Civil española apoyando al bando republicano, eran simples bolcheviques.

Durante el período conocido como Guerra Fría las actividades de Willoughby fueron muy variadas y de frenética actividad, él y sus socios estaban dispuestos a dar la batalla a los comunistas desde dentro. En 1952 Klaus Barbie llegaba a Bolivia procedente de Argentina. Había logrado salir de Alemania con ayuda de la OSS. Pronto contactaría con el mayor de las SS, Otto Skorzeny, ahora en las filas de la CIA. Los industriales Fritz Thyssen y Gustav Krupp, ambos beneficiarios de la amnistía de John McCloy, apoyaron económicamente a Skorzeny desde el principio. Barbie y Skorzeny organizaron los Escuadrones de la Muerte en el Salvador así como Los Ángeles de la Muerte en Bolivia y la Alianza Anticomunista Argentina. La famosa Triple A.

Las cuentas bancarias de Martin Bormann fueron desbloqueadas. Por aquel entonces Eva Perón moría de cáncer en Argentina y el dinero de los nazis fue depositado en 40 cuentas distintas en bancos de Suiza a su nombre, además de 100 millones de dólares en efectivo, y otros 40 millones en diamantes. Varios millones más fueron enviados con el hermano de Eva, Juan Duarte, a través de diversas valijas diplomáticas con la participación de gobiernos amigos, entre ellos el de España. Tres homicidios acaecidos al año siguiente (1953) se vinculan con esas cuentas: Juan Duarte murió de un disparo; Heinrich Dorge, ayudante de Hjalmar Schacht, el banquero de Hitler, apareció muerto; Rudolph Feude, el banquero nazi que localizó el dinero, murió envenenado.

También en 1952, Otto Skorzeny se traslada a Madrid para fundar la conocida Internacional Fascista. La CIA y la BND alemana de Gehlen subcontrataron sus servicios. Entre sus efectivos había ex agentes SS, militares franceses de Argelia integrados en la OAS y elementos de la policía secreta portuguesa (PDID). También participó como agente de la CIA en las campañas terroristas emprendidas por la llamada Operación 40, en Guatemala, Brasil y Argentina.

En Madrid, Otto Skorzeny estaba a cargo de los negocios de la compañía de importación y exportación M. C. Incorporated. A su vez, el doctor Gerhard Hartmut von Schubert, antiguo colaborador de Joseph Goebbels, era el gerente de operaciones internacionales de M.C. Incorporated. La empresa era una tapadera para ocultar varias de las actividades ilícitas de la CIA en España. 

(Continuará…)

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