El 10 de mayo de 1452 nacía en la localidad zaragozana de
Sos el hijo primogénito del rey aragonés Juan II y de su segunda esposa, la
castellana Juana Enríquez, hija de don Fadrique Enríquez, almirante de
Castilla. Las Cortes de Calatayud le juran como heredero de la Corona de Aragón
en 1461, tras la muerte de su hermanastro Carlos, príncipe de Viana. Antes de
su matrimonio conocemos algunas aventuras amorosas del joven galán con una
catalana llamada Aldonza Roig. Como resultado de estos amores nacerán dos hijos
naturales: Alfonso —que será nombrado años más tarde arzobispo de Zaragoza y
virrey de Aragón— y Juana, futura esposa de don Bernardino Fernández de
Velasco, condestable de Castilla. Durante el matrimonio con Isabel de Castilla también mantuvo
relaciones extraconyugales, naciendo dos hijas llamadas ambas María de Aragón,
que pasarían sus días en un convento de Agustinas de los alrededores de Madrid. En 1468 fallece doña Juana Enríquez y el príncipe Alfonso es
nombrado corregente del Reino aragonés y rey de Sicilia, posiblemente para
dotar al joven de un reino con el que fortalecer su próximo matrimonio con doña Isabel de Castilla, princesa de Asturias en esos momentos. El 7 de enero se
firma un protocolo entre los futuros esposos por el que Fernando se compromete
a actuar en estrecha colaboración con Isabel y adoptar las decisiones en común.
El enlace no satisface a Enrique IV. Fernando parte a tierras castellanas en
octubre de ese mismo año y el día 19 se celebrará el matrimonio oficiado por el
arzobispo Carrillo, quien proporciona a la pareja una dispensa papal falsa,
necesaria debido a tener como antepasado común a Juan I de Castilla. Esta
situación será regularizada por Sixto IV en 1471. Los siguientes meses serán de absoluto aislamiento para los
esposos que ven cómo la mayoría de los nobles toman partido por la infanta doña Juana la Beltraneja en la carrera por el trono castellano. En mayo de 1471 se
producen las primeras adhesiones a los príncipes: las provincias Vascongadas se
decantan por Isabel y Fernando al tiempo que la poderosa familia de los Mendoza
va colocándose a su lado. No obstante, los Pacheco, una familia noble de origen portugués, lideran la facción favorable a la Beltraneja, apoyada también por el rey de Portugal.
La muerte de Enrique IV —el 12 de diciembre de 1474— y la
autoproclamación de Isabel como reina de Castilla, al día siguiente,
sorprenderá a Fernando en Aragón. La guerra civil castellana está servida y el aragonés
quiere mover sus fichas. Se proclama el único descendiente varón vivo de
Enrique IV de Trastámara y se presenta como candidato al trono castellano. Esta actuación
motivará la firma entre los esposos de la concordia de Segovia el 15 de enero
de 1475, en la que se establece absoluta igualdad entre ambos en el ejercicio
del poder real, aunque el nombre del rey debe anteceder al de la reina, al
igual que las armas de ambos, norma que también se seguirá posteriormente en
Aragón. De esta manera los esposos se presentan como un bloque consolidado,
apoyado por un buen número de nobles, ciudades y villas que desean «el buen
gobierno del Reino», empujando a los monarcas a poner en marcha una política de
consolidación del poder real. La participación de don Fernando en la guerra de Sucesión
será determinante ya que Aragón apoyará a los jóvenes esposos frente a Alfonso
V de Portugal y Luis XI de Francia, que se inclinan por Juana la Beltraneja. El
inicial avance portugués es frenado al tomar Fernando la plaza de Zamora y obtener
una contundente victoria sobre los portugueses en la decisiva batalla de Toro el 1 de
marzo de 1476. La guerra estaba sentenciada al ser expulsados los franceses de
Fuenterrabía, aunque los focos de resistencia en Andalucía y Extremadura aún
tardarán tres años en ser sofocados. El fin de la guerra se decide en los
Tratados de Alcaçovas en septiembre de 1479. Desde entonces la labor
personal de Fernando e Isabel resulta difícil de diferenciar, no sólo en
Castilla sino también en Aragón donde el rey Juan II ha muerto en enero de ese
mismo año siendo sucedido por Fernando, poniéndose como objetivo los jóvenes
monarcas la consolidación de su poder en ambos Reinos.
Las medidas encaminadas a la organización del reino de
Castilla son de gran calado: creación de la Santa Hermandad y del Consejo Real,
regulación de la Hacienda Real, incorporación de los maestrazgos de las Órdenes
Militares a la Corona, y nombramiento de don Fernando como Gran Maestre de cada una de
ellas. Parece que la actividad en Aragón no fue tan copiosa, destacando
su actuación en la resolución de los problemas de los campesinos de remensa a
través de la sentencia arbitral de Guadalupe (1486). Su intento de sustituir a
los diputados de la Generalidad catalana por otros elegidos por el monarca no
prosperó, teniendo mayor éxito en la implantación de la insaculación para la
elección de cargos en el ayuntamiento barcelonés y de otras ciudades catalanas. El
establecimiento de la Santa Inquisición en los estados de la Corona aragonesa trajo
en un primer momento problemas graves que acabaron con el asesinato del
inquisidor general don Pedro de Arbués. La respuesta fue contundente y la Inquisición
se afianzó en Aragón y Cataluña. Siempre se ha hecho referencia al reparto de funciones entre
Isabel y Fernando, adjudicando a la soberana los asuntos internos y al monarca
los externos. En los asuntos de política exterior Fernando demostró su
capacidad política. Uno de los primeros objetivos fue poner punto final a la
Reconquista, en unos momentos en que el reino nazarí de Granada estaba dando muestras
de crisis y decadencia. La guerra duró diez años y el 2 enero de 1492 el rey Boabdil
entregaba las llaves de la ciudad, poniendo fin a casi ocho siglos de presencia
musulmana en la Península. A pesar de que la empresa se presentó como una iniciativa de la Corona castellana, el papel desempeñado por Fernando será
crucial. También participó en la aventura americana que permitiría a Colón
descubrir un nuevo continente, siendo uno de los valedores de las
Capitulaciones de Santa Fe. Pero las miras del rey estaban en la defensa de los
intereses aragoneses en el Mediterráneo, y aquí debemos hacer referencia a los
asuntos italianos y norteafricanos.
En el norte de África se toman importantes plazas: Melilla
(1497), Mers el Kebir (1505) y Orán (1509) estableciéndose protectorados en
Bujía, Trípoli y Argel. El Magreb parecía estar ocupado por la corona hispánica
cuando la derrota en la isla de Gelves (1511) hizo despertar del sueño. El
control de unas cuantas plazas fuertes será el resultado de dicha derrota, poniéndose de manifiesto la fortaleza del Imperio Otomano en el Mediterráneo
Oriental. En Italia la Corona de Aragón controlaba Cerdeña y Sicilia, mientras
que Nápoles estaba gobernado por Ferrante, hijo natural de Alfonso V el
Magnánimo. Carlos VIII de Francia también tenía intereses en la península
Itálica y alcanzó un trato con Fernando: la devolución a Aragón del Rosellón y
la Cerdaña —perdidos en la reciente guerra catalana— a cambio de libertad de
actuación francesa en Italia (Tratado de Barcelona, 1493). Pero la intervención
del monarca francés en Nápoles motivará que Fernando organice una Santa Liga
junto al emperador Maximiliano, el papa Alejandro VI, Milán y Venecia. Don
Gonzalo Fernández de Córdoba dirigirá las tropas aliadas que serán derrotadas
en Seminara (1495) pero que reaccionarán contundentemente en los próximos años
y obligaran a Francia a retirarse de Italia. Luis XII de Francia vuelve a la
carga, ahora de manera diplomática, y firma con Fernando el Tratado de Granada
(1500) por el que ambos monarcas se reparten el reino de Nápoles. Las
aplicaciones del tratado traerán complicaciones y estallará de nuevo la guerra,
obteniendo don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, dos importantes
victorias en Ceriñola y Garellano en 1503, siendo incorporado el reino de
Nápoles a la Corona aragonesa dos años después. La política desarrollada por los Reyes Católicos
—título obtenido en 1494 de manos del papa Alejandro VI— tendrá como objetivo
aislar a Francia, buscando como aliados de los reinos hispánicos a Portugal, el
Imperio e Inglaterra. Los enlaces serán los siguientes: Isabel casaría con el
príncipe portugués don Alfonso y al enviudar, con su heredero, don Manuel el
Afortunado; Juan casará con Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano
I y María de Borgoña; Juana contraerá matrimonio con Felipe de Habsburgo, también
hijo del emperador; María se casará con su cuñado, el viudo don Manuel de
Portugal; Catalina será la primera esposa de Enrique VIII de Inglaterra.
El 26 de noviembre de 1504 fallece Isabel la Católica en Medina del
Campo, dejando como heredera de Castilla a su hija Juana. El testamento tiene
un curioso párrafo: «…cuando la Princesa, mi hija, no estuviere presente en
estos reinos o estando en ellos no quisiere o no pudiere entender en la
gobernación de ellos [...] el rey Fernando, mi señor esposo, rija, administre y
gobierne los dichos mis reinos y señoríos por la dicha Princesa». Quizá por
este párrafo podemos deducir que Isabel apreciaba ya ciertos trastornos
mentales en su hija y no deseaba que el Reino cayese en manos de su esposo Felipe, un extranjero ajeno a los usos y costumbres de Castilla.
Fernando se hace cargo de Castilla como regente hasta la llegada de los nuevos
reyes, que están en Flandes. Pero la levantisca nobleza castellana empieza a dar muestras
de rechazo al regente aragonés, y muestra deseos de responder a los muchos agravios
perpetrados anteriormente por los monarcas. Esta nobleza levantisca apoya deslealmente al príncipe Felipe el Hermoso como legítimo rey de Castilla, aunque sólo es el consorte de Juana, reina y propietaria del Reino. El flamenco también recibe
el apoyo de Luis XII de Francia, de quien es vasallo, y del Sacro Imperio de los Habsburgo. Una vez
más, Fernando da muestras de su preclara inteligencia política y firma con el rey
francés la Paz de Blois (1505) por la que Luis XII renuncia a sus derechos sobre
Nápoles, y don Fernando contrae matrimonio con la joven sobrina del monarca
francés, Germana de Foix. El matrimonio se celebró en Valladolid el 18 de marzo
de 1506, y a los pocos meses Fernando abandonaba Castilla rumbo a sus estados
de Aragón, evitando cualquier problema con su hija Juana la Loca y con su ambicioso esposo Felipe de Habsburgo.
La prematura y trágica muerte de Felipe I el 25 de
septiembre de 1506, vuelve a poner de nuevo a Fernando en la órbita castellana.
Juana da muestras de incapacidad mental y en el país impera la anarquía por lo
que el cardenal Cisneros decide llamar a Fernando en calidad de regente,
iniciándose la segunda regencia que abarcará de 1507 a 1516. En el otoño de
1509 se encierra a doña Juana en el castillo de Tordesillas al ser declarada «loca», más por razones de Estado, que por cuestiones psíquicas, posiblemente, y ese
mismo año (3 de mayo) fallece el pequeño Juan, hijo de Fernando y de Germana de
Foix. La energía caracteriza este segundo período de regencia del aragonés
imponiendo fuertes castigos a la levantisca nobleza castellana, siendo el episodio más
destacado la invasión de Navarra en 1512, lo que se encuadra en el marco de las guerras
con Francia, ya que el pequeño reino era un fiel aliado del monarca francés. La
excomunión de Julio II al rey francés se hizo extensiva a Navarra, y
Fernando ordenó al duque de Alba la invasión del reino pirenaico, que se consumó con la
rendición de Pamplona el 25 de julio de 1512. Antes de morir, Fernando redactó
dos testamentos; en el primero, de mayo de 1512, dejaba al infante don Fernando
como regente a la espera de la llegada de Carlos de Austria. Sin embargo, este testamento
será modificado en enero de 1516, al designar al cardenal Cisneros como regente
de Castilla. En un delicado estado de salud, Fernando emprendió un viaje a
Andalucía para organizar una gran escuadra contra los turcos, pero antes de
llegar la comitiva regia a Madrigalejo (Cáceres) el rey fallecía. Era el 23 de
enero de 1516 y las coronas de Castilla y de Aragón iban a ser para el joven
Carlos, hijo de Juana I de Trastámara y Felipe I de Habsburgo, que se hacía proclamar rey de Castilla y Aragón
en Bruselas el 14 de marzo de 1516.
Batalla campal alrededor del año 1450 |
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