El gobierno de Felipe II coincidió con la etapa histórica
conocida como la del Renacimiento español. Aunque el cambio ideológico no fue tan extremo
como en otros países; no se rompió abruptamente con la tradición medieval, no
desapareció la literatura religiosa, y fue en el Renacimiento cuando surgieron
autores ascéticos y místicos; por ello el Renacimiento español fue más original
y variado que en el resto de Europa, y, quizás, algo tardío. La literatura
religiosa estuvo encabezada por escritores como santa Teresa de Jesús, san Juan
de la Cruz, fray Luis de Granada, san Juan de Ávila y fray Juan de los Ángeles.
Don Miguel de Cervantes empezó a escribir sus primeras obras en esa época. La
poesía renacentista española se dividió en dos escuelas: la Salmantina (fray
Luis de León) y la Sevillana (don Fernando de Herrera). En el teatro destaca la
figura de Lope de Vega, que aún acaparará más importancia en el reinado de
Felipe III, al igual que la monumental obra de don Miguel de Cervantes. Entre los pintores más famosos destacaron El Greco, Tiziano,
Antonio Moro o Brueghel el Viejo. Alonso Sánchez Coello fue el pintor de cámara
de Felipe II. También entonces vivieron su apogeo los arquitectos españoles,
entre ellos: Juan de Herrera, Juanelo Turriano, Francisco de Mora o Juan
Bautista de Toledo, que tuvo como resultado la aparición de un nuevo estilo,
que se caracterizó por el predominio de los elementos constructivos, la
ausencia decorativa, las líneas rectas y los volúmenes cúbicos. Este estilo fue
bautizado posteriormente como herreriano. Estos afamados arquitectos
construyeron edificios religiosos y mortuorios como el Monasterio de El
Escorial o la Catedral de Valladolid; civiles o administrativos como la Casa de
la Panadería de Madrid, o la Casa de la Moneda de Segovia, y militares como la
Ciudadela de Pamplona. De hecho, a esta época en la que sobresalieron
escritores y dramaturgos de gran talla, y acababan de nacer los que se
destacaron bajo el gobierno de Felipe III, se la conoce como el Siglo de Oro
español.
El príncipe Carlos (1545–1568) y el problema dinástico
El príncipe Carlos nació en 1545, hijo de su primera esposa,
María de Portugal, con la que se casó dos años antes, y que murió en el parto.
Caracterizado por su desequilibrio mental, de muy posible origen genético pues
tenía cuatro bisabuelos (en lugar de los ocho naturales) y seis tatarabuelos
(en lugar de dieciséis), tuvo una complexión débil y enfermiza. Fue educado en
la Universidad de Alcalá junto al hermanastro del rey, don Juan de Austria.
Conspiró con poco disimulo con los rebeldes flamencos contra su padre. Tras
asombrosos escándalos relacionados con esto, como el intento de acuchillar en
público al duque de Alba, fue detenido por su propio padre, procesado y
encerrado en sus aposentos. Posteriormente fue trasladado al castillo de
Arévalo donde murió de inanición en 1568 porque el príncipe se negaba a comer
en medio de sus delirios. Este terrible hecho marcó profundamente, y de por
vida, la personalidad del monarca. Por descontado, y como no podía ser de otra
manera, también alimentó la Leyenda Negra, pues no tardaron los enemigos del
Reino en culpar al rey español Felipe II de la muerte de su hijo demente. De su segundo matrimonio con María I de Inglaterra no hubo
hijos, pero de su tercer matrimonio con Isabel de Valois tuvo dos hijas, con lo
que al morir en 1568 Isabel de Valois y su primogénito Carlos, Felipe II se
encontró con 41 años, viudo y sin descendencia masculina. Éste fue uno de los
peores años para Felipe II: a la tragedia personal se unían la rebelión en los
Países Bajos y la Alpujarra, el avance imparable de la herejía protestante y
calvinista en Francia y Europa central, la piratería berberisca y el resurgir
de la amenaza otomana tras el fracaso del sitio de Malta y la muerte de Solimán
el Magnífico. En 1570, Felipe II se casó con Ana de Austria, hija de su primo
el emperador Maximiliano II, con quien tuvo cuatro hijos, de los cuales solo
uno, Felipe (†1621), futuro Felipe III, llegó a la edad adulta. Quedando
finalmente resuelto el problema de la descendencia, Ana de Austria murió en
1580 y Felipe II no volvió a casarse.
Reformas administrativas
Carlos I había gobernado como un emperador alemán, y como
tal, España, y principalmente Castilla, habían sido fuente de recursos
militares y económicos para unas guerras lejanas, de naturaleza estratégica,
difíciles de justificar a los castellanos puesto que respondían a su ambición
personal —y aún más, a las ambiciones de los Habsburgo— y que se habían
convertido en carísimas con las innovaciones en tecnología militar. Todo
mantenido con los fondos castellanos y con las riquezas traídas de América que
iban a parar directamente a los banqueros holandeses, alemanes y genoveses sin
pasar por España. Felipe II, como su padre, fue un rey absolutista y continuó
con las instituciones heredadas de él, y con la misma estructura de su Imperio
y autonomía de sus componentes. Pero gobernó como rey de España, y
especialmente como soberano de Castilla, que era el centro del Imperio, con su
administración localizada en Madrid. Felipe II no visitó apenas sus territorios
fuera de la península Ibérica, y los administró a través de oficiales y
virreyes, quizá porque temía caer en el error de su padre, Carlos I, ausente de
España durante los años de las rebeliones comuneras; quizá porque, a diferencia
de su padre, que aprendió el español siendo adulto, Felipe II se sentía
profundamente español y convirtió España en el primer reino moderno; realizó
obras públicas e hidráulicas —como la presa del río Monnegre— y una reforma de la
red de caminos, con posadas, con una administración y una burocracia
desconocida hasta entonces. Los funcionarios de Felipe II solían tener estudios
universitarios, principalmente de las universidades de Alcalá y Salamanca, la
nobleza también ocupaba puestos administrativos, aunque en menor cantidad.
Ejemplos reseñables de su meticulosa administración son el traslado de la corte
a Madrid en 1561. Desde entonces, salvo entre 1601 y 1606, bajo el gobierno de
Felipe III, en el que temporalmente la capitalidad pasó a Valladolid, Madrid ha
sido la capital de España y sede del gobierno de la Nación.
Infante español con armadura, espada y estoque (h. 1500) |
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