Es poco conocido el hecho de que la guerra
Franco-Prusiana de 1870-1871 tuvo sus raíces en el deseo de franceses y alemanes
de interferir en la sucesión a la Corona española tras la abdicación de Isabel II
el 25 de junio de 1870. Durante el conflicto, preludio de la
Primera Guerra Mundial de 1914-1918, Prusia recibió el apoyo de la
Confederación de Alemania del Norte, de la que formaba parte y de los estados
de Baden, Wurttemberg y Baviera. La victoria indiscutible de los alemanes escribió
el último capítulo de la unificación alemana bajo el reinado de Guillermo I de
Prusia. También supuso la caída de Napoleón III y del sistema monárquico en
Francia y el fin del II Imperio Francés y su sustitución por la III República. Además,
como resultado de la guerra, Francia tuvo que ceder los territorios de Alsacia
y Lorena que se anexionaron a Prusia, aunque sólo permanecieron bajo soberanía
alemana hasta 1919, cuando fueron reincorporados a Francia por el Tratado de
Versalles. España estaba sin Rey desde el año
1868 debido a la abdicación de Isabel II, a causa de la Revolución. Entonces el
Parlamento español ofreció la Corona al príncipe Leopoldo de
Hohenzollern-Sigmaringen, primo del rey de Prusia, Guillermo I Hohenzollern.
Estos acontecimientos disgustaron a Francia que temía que se produjese una pinza
de la casa Hohenzollern entre España por el sur, y Prusia por el norte. El
emperador francés Napoleón III presionó a Prusia para impedir que el pariente
del rey prusiano aceptase la Corona española.
El canciller prusiano Otto von
Bismarck y sus generales estaban interesados en una guerra con Francia, pues este
país ponía obstáculos para la integración de los Estados del sur de Alemania en
la formación de un nuevo estado liderado por el poderoso Reino de Prusia. Otto von Bismarck, el unificador de Alemania, preparaba un poderoso ejército y
conocía la situación precaria del ejército francés. Sabía también que, si fuese
atacado por los franceses, tendría el apoyo de los estados alemanes del Sur y,
derrotando a Francia, ya no habría ningún obstáculo en su proyecto de la
Unificación Alemana. Por otro lado, los consejeros de Napoleón III le
aseguraron que el ejército francés sería capaz de derrotar a los prusianos, lo
que restauraría la escasa popularidad del emperador. Antes que comenzara el conflicto armado,
Napoleón III temiendo la expansión prusiana, protestó y exigió al rey de Prusia
la renuncia del príncipe Leopoldo a sentarse en el trono español. Napoleón III
exigió además, para agradar a la opinión pública francesa, nuevas garantías de
que jamás un miembro de su familia Hohenzollern ocuparía el trono español. A
pesar de que Guillermo I Hohenzollern acepto todas las condiciones impuestas
por el emperador francés, éste insistió en que el rey de Prusia debería dar
estas garantías y negociar personalmente con el embajador de Francia. El rey de
Prusia, que anteriormente había atendido a todas las reivindicaciones de
Napoleón III, se negó a tener que renegociar y dar nuevas garantías al
embajador francés. En París, la actitud del rey de Prusia fue vista como una
afrenta al orgullo nacional de Francia y al pueblo francés.
Finalmente, Francia y Prusia
entrarían en guerra en 1870. El casus belli fue facilitado por el canciller Otto
Von Bismarck, que hábilmente insultó a Francia y alteró un mensaje de su Rey
(el célebre telegrama de Ems), que, paradójicamente, pretendía dar fin a la
crisis entre Francia y Prusia. La derrota del Ejército francés,
comandado por el general Patrice de MacMahon, no fue debida al mayor número de
efectivos del Ejército prusiano ni por su buena organización militar, como se
dice, sino por la utilización de una tecnología más avanzada. Los cañones
franceses eran cargados por la boca, en cambio, los prusianos contaban con los
famosos cañones Krupp, de acero, que eran cargados por detrás y que poseía una
mayor cadencia de tiro y una mayor precisión. Prusia se mostró suficientemente
preparada para acorralar a Francia en su propio territorio. Los franceses
perderían en todos los frentes, lo que ocasionó la aplastante victoria prusiana
en la en Sedán el 1 de setiembre de 1870, en la cual el propio emperador
francés fue hecho prisionero. El día 20 de setiembre, los prusianos cercaron la
ciudad de París. Ante esta delicada situación, el gobierno de Defensa Nacional
(republicano, en funciones desde 4 de setiembre, cuando se depuso al emperador
francés Napoleón III) aceptó la rendición. En la Paz de Fráncfort firmada el 10
de marzo de 1871, Francia se comprometió a indemnizar a Prusia con 5 billones
de francos y a ceder las provincias de Lorena y Alsacia. Esta región, de
población mayoritariamente germánica, era muy rica en la producción de carbón.
El 18 de enero de 1871 el rey
Guillermo I de Prusia fue proclamado emperador de Alemania en el Palacio de
Versalles, antiguo palacio real de los reyes de Francia. La proclamación del
Segundo Imperio Alemán [II Reich] supuso la culminación de las ambiciones del
canciller prusiano Otto Von Bismarck de unificar Alemania. La onerosa
indemnización de guerra impuesta a Francia fue pagada en setiembre del año
1873. Ese mismo mes, las tropas alemanas abandonaron Francia, después de tres
años de ocupación. La derrota francesa facilitó también
la consumación de la unificación italiana, ya que los franceses no pudieron defender
los Estados Pontificios que serían anexionados a Italia.
Soldado prusiano en la campaña francesa de 1870-1871 |
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