El imperator era el comandante en jefe del Ejército romano y de la Armada. En las provincias el mando recaía en el gobernador de la misma (pero
éste a su vez estaba supeditado al emperador que podía apartarlo del mando cuando
quisiera), pudiendo también asumirlo temporalmente el emperador. El número de
legiones osciló en toda la época imperial, con un número cercano a la
treintena. Cada legión estaba compuesta por unos 4.000 hombres, entre tropas regulares de infantería, fuerzas de caballería y cuerpos auxiliares.
A partir del siglo I a.C., en las postrimerías de la República, los patricios, los caballeros de la Orden Ecuestre y las clases altas de la sociedad romana habían
desaparecido prácticamente del ejército, así que las legiones debían reclutar sus efectivos entre
los ciudadanos libres, primero en Italia, pero se reclutaron progresivamente en las
provincias donde estaban acantonadas, sobre todo en Hispania y la Galia, y si era necesario se recurría a
mercenarios extranjeros (celtas y germanos). Con la llegada de Julio César y Augusto, el ejército tendió a la profesionalización, si bien estos
soldados tenían más facilidad para el saqueo. Los ascensos se ganaban por
méritos, por favores o por dinero. El tiempo de servicio fue aumentado
progresivamente y no eran excepcionales servicios de treinta o más años. Para
ejercer algunos cargos municipales había un cierto tiempo de servicio obligatorio en el
ejército. Las legiones disponían de arsenales propios (depósitos de armamento) y de
talleres de fabricación y reparación. Los soldados recibían un sueldo o soldada, además de donativos en ocasiones especiales como el acceso al principado de un emperador, o la celebración de un triunfo otorgado por el Senado. Pero también durante la celebración de los juegos, fiestas populares como las Saturnales, o los regalos y estipendios (stillaturae) como botín de guerra en campaña. La ración de alimentos diaria fue
creciendo y se le proporcionaba trigo, sal, vino, vinagre, carne fresca y carne
salada. En los primeros tiempos el pago era en sal, de ahí el término salario para referirse también a la soldada o paga.
Los campamentos [castros] se convirtieron en plazas fuertes, y con el paso del tiempo dieron lugar a poblaciones que crecían a su alrededor movidos por la intensa actividad económica y comercial que generaban los campamentos castrenses. En la época del Bajo Imperio, estas fortificaciones incluyeron edificios públicos de piedra y lujosas mansiones rodeadas de murallas, casamatas y torreones, y se dividían interiormente en cuatro partes
marcadas por dos vías perpendiculares. Eran auténticas ciudadelas que contenían salas de baños públicos, salas de
reuniones, capillas, oficinas, cárceles, hospitales y almacenes de grano. Los mercaderes,
artistas, prostitutas y otros acudían a sus alrededores y se establecían
constituyéndose aglomeraciones urbanas; así crecían las poblaciones civiles
(canabae) y los foros, termas y anfiteatros. Los terrenos próximos se
utilizaban como pastos para el ganado, y en general se arrendaban a los
agricultores de la zona. Muchas ciudades europeas crecieron y se formaron alrededor de antiguos campamentos militares romanos, del mismo modo que en la Edad Media fueron los monasterios los que polarizaron la vida urbana, sobre todo en zonas rurales.
Estructura de una legión
Una legión romana (cuyo emblema era un águila
plateada) consistía en diez cohortes (con su respectivo estandarte) cada una de
ellas con cinco o seis centurias de ochenta hombres subdivididas en diez
contubernios (unidad básica de ocho legionarios que compartían tienda),
contando cada legión cinco o seis mil hombres de infantería, divididos en
cincuenta o sesenta centurias. Contaba también con los cuerpos auxiliares de infantería: honderos, arqueros, ballesteros, artilleros, zapadores o ingenieros... Además de unos ciento veinte hombres de caballería protegiendo los flancos. El
nombramiento de los legatus legionis, lugartenientes de la legión con funciones
de pretor, asistidos por tribunos militares designados todos ellos por el
gobernador provincial o por el emperador, que también podían nombrar a los decuriones, centuriones y a los primus pilus. Junto a los legados de la legión estaban los
benefiaciarii (encargados de misiones de confianza), los strato (escuderos),
los comentarienses (archiveros), los cornicularii (contadores) y los actuario
(amanuenses). Los tribunos militares se dividían en laticlavii (afectos a la
administración) y angusticlavii (misiones propiamente militares). A los
centuriones los auxiliaba un oficial secundario llamado optio, algunos de los
cuales también ejercían funciones administrativas. En la caballería el suboficial
que mandaba una turma (nueve jinetes) era llamado decurión. Otros suboficiales
eran los eltesserarius (equivalente a un sargento), el vexillarius
(portaestandartes), el aquilifer (el portador del águila de la Legión), el
campiductor (instructor) y el pecunarius (furriel).
Las cohortes
Éstas se estructuraban en diez filas de 40 ó 60 hileras que en tiempos de Trajano se redujeron a cinco filas. Con Adriano
surgió la cohorte familiar (compuesta de 1.200 soldados de élite) mientras las
restantes cohortes fueron llamadas quingentaries y contaban 500 soldados. Desde
el principado de Adriano el reclutamiento se hizo exclusivamente en las provincias
donde estaba acuartelada cada Legión. Se estructuraron varias cohortes especializadas:
las de infantería (peditata), la de caballería o mixta (equitativa), la
policial (togata), la de vigilancia (excubitoria), la de guarnición en una
ciudad (urbana), la encargada de apagar incendios (Vigilio) y la encargada de
la guardia de corps de un emperador (Praetoriana). La Guardia
Pretoriana fue creada por el Senado en tiempos de Augusto y fue habitual durante los tres primeros siglos del Imperio. Existía un cuartel
general en el Campo de Marte y había uno, o dos, prefectos del Pretorio. Esto fue cambiando con el paso del tiempo y las sucesivas reformas durante el Bajo Imperio. Inicialmente, los pretorianos eran veteranos del Ejército con servicios destacados, cobraban salarios superiores a los de los legionarios y estaban dispensados de los trabajos de mantenimiento y limpieza en el campamento. En la primera mitad del siglo I, los pretorianos llegaron
a ser los árbitros del Imperio.
Las centurias
Las centurias estaban al mando de centuriones (el
centurión de más prestigio era el primus pilus, solía ser el más veterano),
por encima del cual había seis tribunos de la Legión de rango ecuestre, y el
legatus de la Legión, de rango senatorial, que había sido anteriormente pretor
(en las provincias donde sólo había una legión, el legatus de la provincia y el
de la Legión era la misma persona).
Equipamiento
El equipo de los legionarios cambiaba
sustancialmente dependiendo del rango. Durante las campañas, los legionarios
iban equipados con armadura (lorica segmentata), escudo (scutum), yelmo (galae), una lanza pesada y una ligera (pilum), una espada corta (gladius), una
daga (pugio), un par de sandalias (caligae), una sarcina (mochila de marcha), galletas y agua para dos semanas, equipo de cocina, dos estacas (sude murale)
para la construcción de empalizadas, y una pala o cesta. El equipamiento, las armas y armaduras fueron cambiando con el paso del tiempo, pero evolucionaron sobre la misma base. Las legiones también incorporaron armas y armaduras propias de los pueblos con los que combatieron a lo largo de varios siglos.
Centurión romano del siglo I a.C. |
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