Servio Sulpicio Galba era el gobernador de la Tarraconense desde el 61. Tras la revuelta de Vindex, decidió unirse a
su causa después de enterarse de la muerte de Nerón. Así, reclutó tropas en
Hispania y marchó a Roma, con el apoyo general, ya que se le consideraba un
fiable candidato al principado. Tras vencer a sus rivales, el prefecto del Pretorio,
Ninfidio Sabino, Fonteyo Capitón y Clodio Macro, se hizo con el poder el 9 de
junio. Sin embargo, su avanzada edad le hizo extremadamente manipulable, e
influenciado por sus consejeros más íntimos. Tomó muchas decisiones políticas
que resultaron un completo desastre; la adopción del senador Lucio Calpurnio
Pisón, para intentar subir su popularidad, provocó que el general Marco Salvio
Otón se sublevara contra él a principios del 69. Galba fue asesinado en una
emboscada el 15 de enero en el Foro, y sus enemigos declararon emperador a
Otón.
El Senado reconoció a Otón como emperador el
mismo día de la muerte de Galba. A
pesar de su ambición y codicia, a Otón no se le conocía que fuera tiránico ni
cruel, por lo que se esperaba que fuera un emperador justo. Pero existía el
problema de Vitelio, que llevaba días marchando hacia Italia desde Germania Inferior.
Vitelio poseía el mando de las mejores legiones del Imperio, compuestas por
veteranos de las guerras germánicas, como la I Germanica y la XXI Rapax. Estos
eran sus mejores argumentos para conseguir el poder. Otón no tenía intenciones
de iniciar otra guerra civil y envió mensajeros para proponer una paz e invitar
a Vitelio a ser su hijo adoptivo. Sin embargo, era ya demasiado tarde, y el
ejército de Vitelio golpeó Italia con una serie de victorias menores. Otón fue
finalmente derrotado y decidió poner fin al caos suicidándose. Había sido
emperador durante poco más de tres meses.
Tras conocerse la noticia del suicidio de Otón, Vitelio fue
reconocido como emperador por el Senado. Con la aceptación garantizada, Vitelio
salió de Roma. Sin embargo, sus comienzos no fueron favorables. La
ciudad acogió con inquietud el acceso de Vitelio al cargo de pontifex maximus en el día del aniversario de la batalla de Alia (394 a.C.), una efemérides funesta para la supersticiosa sociedad romana. Los siguientes
acontecimientos demostrarían la certeza de estos temores. Con el poder fuertemente asegurado, Vitelio inició una serie de fiestas, orgías y banquetes (el
historiador Suetonio cita tres en un mismo día: mañana, mediodía y noche), además de suntuosos desfiles que llevaron a la tesorería imperial a la quiebra. Pronto se
acumularon las deudas y los prestamistas empezaron a exigir los pagos. Vitelio
mostró su naturaleza violenta reprimiendo con crueldad el atrevimiento de los
demandantes mediante torturas, ejecuciones y enajenación de bienes. Con las arcas del Estado en un
estado paupérrimo, Vitelio hizo asesinar a todos los ciudadanos que se llamaran como
él o su heredero. Se desató entonces una persecución de cualquier posible rival, invitando a los sospechosos a palacio con promesas de poder para luego asesinarlos.
Mientras tanto, las legiones de Oriente aclamaron a Flavio Vespasiano como
emperador. Éste había sido un comandante excepcional en Judea bajo el
mandato de Nerón, y el año 67 cuando asumió la tarea de sofocar la revuelta judía y se ganó el apoyo del gobernador de Siria, Cayo Licinio Muciano. Las
experimentadas legiones asiáticas que habían combatido duramente a los rebeldes de Judea marcharon sobre Roma al mando de Muciano. Vespasiano viajó a Alejandría, donde
fue aclamado como emperador el 1 de julio del año 69, obteniendo así el control de los vitales
suministros de grano de Egipto. Tito, hijo de Vespasiano, permaneció en
Judea para acabar con la revuelta de los zelotes. Antes de que las legiones orientales pudieran
llegar a Roma, las legiones danubianas de las provincias de Tracia y Mesia
aclamaron a Vespasiano como emperador en agosto y encabezaron la invasión de
Italia al mando de Marco Antonio Primero. En octubre las fuerzas de Primero
obtuvieron una aplastante victoria sobre el ejército de Vitelio en la segunda
batalla de Cremona. Rodeado de enemigos, Vitelio hizo un último intento de
ganarse el apoyo de la ciudad, sobornó y prometió poder a quien hizo falta.
Pero los ejércitos del Danubio estaban cada vez más cerca. Ante la
inminente amenaza, Vitelio trató de ganar tiempo y envió a unos emisarios
acompañados por vírgenes vestales para negociar una tregua e iniciar
conversaciones de paz. Al día siguiente, los mensajeros volvieron con la
noticia de que el enemigo estaba a las puertas de Roma. como hiciera Nerón antes que él, Vitelio se disponía a huir, pero antes decidió hacer una última visita al
palacio palatino. Allí fue asesinado por uno de los hombres de Vespasiano. El Senado acogió al día siguiente a Vespasiano como
emperador. Esto ocurrió el 21 de diciembre del 69, el mismo año que había
comenzado con Galba como emperador. En menos de un año, Roma había conocido a cuatro césares.
Roma: celebración de un Triunfo |
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