Esta
divinidad andrógina, representada a menudo con figura masculina y senos
femeninos colgantes, para significar abundancia, llevaba una corona de plantas
acuáticas y el típico delantal de los barqueros del Nilo. El río constituía
la indispensable fuente de agua para la agricultura, así como la vía de
comunicación del país, desde épocas antiquísimas, sin la cual no habría podido
concebirse la construcción de las vastas obras faraónicas. En la Antigüedad, el
Nilo se desbordaba entre los meses de julio y octubre, inundando las tierras
adyacentes. En la actualidad se trata de un raro fenómeno, quizás a causa de
los recientes trabajos de canalización de las aguas fluviales. Para
nosotros el Nilo es el río más largo del mundo, con un recorrido total de unos
5.600 kilómetros, y de un curso de agua único en su género. En lo que se
refiere al Nilo, para los egipcios era el portador de vida, condición
indispensable para sobrevivir en una región particularmente árida, con vastos
desiertos al este, oeste y sur del territorio.
Api
era el padre de todas las demás divinidades: hasta la tierra tomaba su nombre
de él, puesto que Khemi (Tierra Negra), una de las designaciones del antiguo
Egipto, se le daba con el fin de indicar el aspecto que presentaba la zona
invadida por las aguas después del aluvión, llena de limo húmedo y fértil. Sus
aguas fecundaban los campos, permitían los viajes y el transporte. «Quien ha
bebido el agua del Nilo no apagará su sed con ninguna otra», se decía a lo largo
y a lo ancho del valle del gran río que nacía en las profundidades de África, atravesaba Sudán, en tanto
que grandes cataratas quebraban su curso en varios trechos, y, después de la
última de ellas, se volcaba finalmente en Egipto. Después de otros 900
kilómetros, se dividía en siete brazos, hoy reducidos a dos, formando el Delta,
que era la zona más fértil, rica y poblada del País de Khemi. Son las tierras
que ocuparon los hebreos en la Biblia, y de la que fueron expulsados por los
príncipes tebanos en tiempos del faraón Ahmose, que reinó en el siglo XVI a.C. En toda la historia del antiguo Egipto subsistirá la división entre las tierras
del Delta (Bajo Egipto) y las tierras del Valle (Alto Egipto). Sin embargo, la
civilización que floreció a orillas del Nilo fue unitaria y el río mismo tuvo
mucho que ver con ello. Para poder disfrutar de las inundaciones periódicas,
previendo la altura, cavando los canales necesarios, levantando los
indispensables diques, hacía falta el esfuerzo de toda la población. También
en este sentido Egipto era un «don del Nilo», como dijo el historiador griego
Heródoto, río al que sus antiguos habitantes llamaban Api o Hope.
Api, el dios azul del Nilo |
No hay comentarios:
Publicar un comentario