El anciano Marco Coceyo Nerva llegó al poder tras la muerte
de Domiciano en 96, víctima de una conspiración de la Guardia Pretoriana. Cuando
asumió el poder a sus 65 años, Nerva estaba considerado uno de los políticos
más experimentados de Roma y había sido testigo de diversas etapas históricas
del Imperio, incluyendo la crisis anárquica del Año de los Cuatro Emperadores (68-69
d.C.), por lo que su elección pudo verse motivada por la confianza de sus pares
del Senado en que su gobierno, que se preveía corto, sería moderado y
restauraría el poder de la Cámara, mermado seriamente durante la administración
de Domiciano, quien vio en la secular institución un enemigo más para sus
intereses. El longevo emperador comenzó a enmendar los excesos de la gestión
anterior, concediendo amnistías a presos políticos y exonerando a senadores,
además de devolver propiedades confiscadas a los patricios acusados de sedición.
Para ganarse el imprescindible apoyo del pueblo romano, alivió la onerosa carga
tributaria de los más desfavorecidos y repartió un subsidio de 75 denarios a
cada ciudadano, además del donativo para la Guardia Pretoriana. Cercana su muerte, se originó una crisis de sucesión,
especial preocupación de Nerva, puesto que podría desencadenar otra guerra
civil. Para conjurar el peligro, el sabio y prudente Nerva designó como sucesor
al prestigioso general de origen español, Marco Ulpio Trajano. Una decisión muy
acertada considerando su popularidad en el Ejército, que jamás simpatizó con el
anciano Nerva. Finalmente, el emperador muere en 98, pero su inteligente
decisión de adoptar a Trajano aseguró la continuidad de un gobierno moderado que se prolongaría a lo largo de casi todo el siglo II, época considerada
como la Edad de Oro del Imperio Romano.
Legionario romano del siglo II |
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