El uso del término «celta» para referirse a las gentes de
Irlanda y algunas zonas de Gran Bretaña surgió en el siglo XVIII. Los antiguos romanos se
referían a los celtas como galos. Los celtas o galos eran un grupo
de pueblos indoeuropeos establecidos antiguamente en la mayor parte de la
Galia, en las islas Británicas, y en buena parte de la península Ibérica, así
como en Italia septentrional, Suiza, oeste y sur de Alemania, Austria, Bohemia,
Galicia en Polonia y la región de Galacia en el Asia Menor donde eran conocidos
como gálatas. También se conoce como lenguas celtas el grupo de dialectos indoeuropeos, dividido en continentales e insulares, que comprende, entre otras, el
gaélico, el britano, el galo, el celtíbero y el gálata. En algún momento de la
Edad del Hierro, entre los años 1200 y 600 a.C., los celtas llegaron a la
península Ibérica. No formaban un único pueblo, unificado bajo un mismo rey o
una misma lengua común, eran un conjunto de pueblos que llegaron a la Península
procedentes de Europa Central y hablaban lenguas indoeuropeas, lo que sugiere
un origen común. El término «celta» se utiliza a menudo para describir a la
gente, las culturas y lenguas de muchos grupos étnicos de las islas Británicas;
en Francia la región de Bretaña; Galicia, Cantabria y Asturias en España; Portugal
en la región septentrional. Parece ser que los celtas, después de asentarse en
el Continente, pasaron a Gran Bretaña e Irlanda y contribuyeron al crecimiento
de aquellas regiones insulares. Vivían en pueblos amurallados llamados castros. Los griegos los llamaron
primeramente hiperbóreos; después
fueron llamados keltoi o «gente
oculta», término que proviene del griego Hecateo de Mileto que vivió en el
siglo VI a.C. No se puede hablar de un Estado propiamente celta, ya que cada zona
tenía su líder, y siendo los celtas un pueblo guerrero como eran, siempre había
rivalidades entre los caudillos de las diversas tribus. Los celtas colonizaron
y poblaron buena parte de Europa occidental en la primera Edad del Hierro
(1200-400 a. C.) en torno a los Alpes (periodo Hallstatt) y más tarde en el hierro
tardío (periodo La Tène), y que fueron así llamados por los geógrafos griegos y
latinos.
Los celtíberos
Se discute mucho todavía sobre si se produjo en la península Ibérica
un desplazamiento, una conquista, una alianza, asimilación, pacto o fusión
entre celtas e iberos, ya fuera de buen grado o como siervos. Las primeras
referencias escritas sobre los celtíberos se deben a geógrafos e historiadores
grecolatinos (Estrabón, Tito Livio, Plinio y otros), aunque su estudio, que
arranca del siglo XV, no adquiere rango científico hasta los inicios del siglo
XX, cobrando un renovado impulso en los últimos años. Aún hoy se discuten aspectos
claves para una definición más ajustada de los celtas: los confines de su
procedencia, su cultura o su propia genealogía. Los datos disponibles son contradictorios y las teorías de
los autores difieren sobre el tema. Incluso podría darse una mezcla de todas
las opciones posibles ya que las densidades de población y los recursos
disponibles son muy especulativas. Las relaciones e influencias mutuas
cambiaron con el paso del tiempo. La cultura de los celtíberos hizo suya la
herencia de los iberos, de quienes adoptaron el sistema de escritura, posiblemente heredado, a su vez, de los fenicios. Tras la
caída de Numancia en poder de Roma en el 133 a.C., su territorio pasó a formar parte de la
provincia de Hispania Citerior.
El rey celta Breogán reinó en buena parte del territorio de
la actual Galicia y, según las tradiciones irlandesas recogidas en una
compilación del siglo XI, el Lebor Gabála
Érenn («Libro de las Conquistas Irlandesas»), que narra las diversas invasiones
que habría sufrido la isla Esmeralda, el rey Breogán construyó en la ciudad de Brigantia,
situada en el noroeste de la península Ibérica, una torre de altura tal que sus
hijos podían ver una distante orilla verde desde su cima. La visión de esa
lejana tierra les llevó a cruzar el mar hacia el norte hasta Irlanda, donde Ith
sería asesinado. En venganza, los hijos de Mil (Míl Espáine, el legendario personaje conocido como el «Soldado de
Hispania» mencionado en el Libro de las
Conquistas, nieto de Breogán y sobrino de Ith) navegaron desde Brigantia a
Irlanda y la conquistaron. Los monjes irlandeses del siglo XI que efectuaron la
compilación relacionaron la Brigantia de Breogán con la ciudad galaica de
Brigantium, que según las distintas versiones pudo ser La Coruña o Betanzos. En
el siglo XIX, el mito fue difundido por historiadores románticos gallegos, que
llegaron incluso a identificar la torre de Breogán con la Torre de Hércules de La
Coruña. Del mismo modo, Breogán es representado como el padre mitológico del
pueblo gallego.
Estatua del legendario rey Breogán junto a la Torre de Hércules en La Coruña |
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