Mientras se iniciaba en
Babilonia la decadencia de la monarquía instaurada por el gran rey Hammurabi, en la parte septentrional
de Mesopotamia se afirmaba el poderío militar de los temibles asirios durante
el gobierno del rey Samsiadad I. Sin embargo, habrían de transcurrir aún muchos
siglos antes de que los asirios pudiesen establecer su hegemonía en la
región debido a sus continuas guerras con los casitas y después con los
mitannios. Pero hacia el siglo XIII a.C., coincidiendo con el reinado
del faraón Ramsés II, los asirios ya eran una potencia militar a tener en
cuenta que iba a tomar el relevo de los hititas e iban a derrotar a los
mitannios en tiempos del gran rey Asurubalit, la conquista de Babilonia por
Adadnarani y la fundación de Nemrod por Salmanasar I. A finales del II milenio
a.C. el poderío de los asirios resurgió después de un largo periodo de enfrentamientos
con Babilonia, del que no siempre salieron victoriosos. Primero establecieron
su hegemonía dentro de sus confines geográficos librándose de cualquier
dependencia respecto de otros pueblos e iniciando después exitosas expediciones
militares más allá de Mesopotamia. Aún hoy asombra el relato de las hazañas
llevadas a cabo por los reyes asirios que aparecen registrados en sus anales. Éstos nos cuentan cómo destruyeron el reino de Israel en 722 a.C., o que ni
siquiera los egipcios pudieron resistir en 671 a.C. la embestida de los
ejércitos de Asarhadón, o cómo Sargón logró edificar en sólo seis años una
espléndida capital, donde antes había un desierto; nos hablan de la orden que
impartió Asurbanipal de llevar a Nínive, con destino a su biblioteca, todos
los textos que pudieran recogerse dentro y fuera de las extensas fronteras de
su imperio.
La «Cautividad de
Nínive» es la denominación de los hechos narrados en la Biblia, según los
cuales, los israelitas fueron deportados a Nínive tras la conquista de su
país por los asirios bajo Tiglatpileser III y Salmanasar V. Los
posteriores reyes asirios Sargón II y su sucesor, Senaquerib, dieron fin al
exilio, que duró unos veintidós años a partir del 722 a.C. Supuestamente, durante este cautiverio, las diez
tribus de Israel desaparecieron al mezclarse con los asirios y otros pueblos
semitas y, además, muchos se entregaron a la idolatría y mantuvieron su nueva
religión cuando regresaron a su tierra. Este
episodio no afectó al reino de Judá, aunque Jerusalén fue asediada. Más tarde,
sin embargo, la capital sería conquistada por el rey Nabucodonosor y comenzaría
el «Cautiverio de Babilonia» que recoge la Biblia.
No obstante, apenas unos
años después de la muerte del gran rey Sargón II, sucedió lo que nadie
esperaba: los medos, un pueblo seminómada que procedía de más allá de los montes Zagros,
atacó y destruyó Nínive en el 612 a.C. a partir de entonces de los asirios sólo
quedaría el recuerdo, aunque buena parte de su legado cultural fue asimilado por Babilonia.
La fabulosa ciudad de Nínive
estaba en la orilla oriental del Tigris, y el primer asentamiento se remonta
alrededor del año 6000 a.C., y hacia el inicio del II milenio la ciudad ya era
un importante centro de culto de Isthar, diosa de la fertilidad. El gran rey
Senaquerib —que reinó entre los años 704 y 681 a.C. — transformó Nínive en una
ciudad magnífica, con nuevas calles, plazas y un sistema de canales dentro del recinto amurallado, y construyó un palacio enorme y espléndido. Después de
que Nínive cayera ante los medos y los babilonios en el año 612 a. C., la
ciudad fue destruida y nunca recuperó su esplendor de antaño.
León alado asirio |
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