No
hay nadie que no haya escuchado hablar de la Atlántida, pero ¿existió en
realidad? Son muchas las teorías al respecto, y se la ha situado en numerosos
lugares. Sin embargo, la búsqueda de la Atlántida jamás habría tenido lugar de
no ser por el filósofo griego Platón (417-347 a.C.), que en dos de sus célebres
diálogos, Timeo y Critias, relata una historia que, a grandes rasgos, cuenta lo que sigue: «La Atlántida era una tierra muy vasta, mayor que las extensiones de Asia
Menor y Libia reunidas, situada más allá de las Columnas de Hércules (estrecho
de Gibraltar), que continúa en un archipiélago de islas menores (¿las islas Canarias?). Unos 900 años
antes de Solón (640-559 a.C.), la Atlántida era un reino poderoso, con una
civilización avanzada y una organización política muy desarrollada que
dominaba el mar Egeo. Pero cuando su gente se volvió agresiva e imperialista, la ira
de los dioses se abatió sobre la isla y la hundió en el mar». Según
Platón, la fuente original del relato es Critias, quien a los diez años lo escuchó de labios de su abuelo (que por entonces tenía 90), y a quien le
había sido transmitido por su padre. Y el bisabuelo de Critias se lo había
contado a Solón, que a su vez lo escuchó en Egipto de labios de unos sacerdotes de
Sais. Platón, que era filósofo y no narrador de relatos, reescribió la
historia con un final moralizante y no sólo por el gusto de contarla a quien quisiera escucharla. Tras
eliminar los añadidos de Platón —sus instituciones atlantes, por ejemplo, se
inspiran casi todas ellas en a las de los persas—, resta al núcleo de la historia lo que sigue: Atlántida o Atlantis era una gran isla con una civilización avanzada, que se hundió sin dejar rastro, a
excepción de unos bajíos que hacían impracticable la navegación, en algún lugar
bajo las aguas del Atlántico. ¿Fue esto lo que sucedió en realidad? Ningún
escritor anterior a Platón menciona este suceso, ni siquiera el célebre
historiador griego Heródoto (484-420 a.C.), que consultó a los sacerdotes de
Sais, que sin duda se lo habrían confirmado de haber tenido conocimiento del
hecho histórico. Además, ¿por qué el océano Atlántico y no el mar Mediterráneo?
El
náufrago egipcio
En
el supuesto de que el relato de la Atlántida no fuera verídico, tampoco se
trata de una fábula; o al menos Platón no fue su autor, pues en Egipto se
conocía una leyenda similar que databa de la época del Imperio Medio (2000-1750
a.C.). En un papiro que se conserva en San Petersburgo se narra la historia del
Viajero Náufrago, un egipcio que se dirigía por mar a la minas del faraón (no sabemos dónde) cuando una
gran ola volcó su embarcación reduciéndola a astillas. Todos los viajeros se
ahogaron excepto él, que se aferró a un madero y se vio arrastrado a
una isla desconocida. Allí vivía un dragón que le llevó a su guarida sin
hacerle ningún daño, asegurándole que la isla era una tierra fértil que contenía abundantes riquezas, y que había sido el hogar de 75 felices dragones, de los que él era el único superviviente. A los demás los había aniquilado una estrella caída del
cielo mientras él estaba ausente. ¿Tal vez un meteorito como el que acabó con
los dinosaurios? El dragón profetizó que pronto llegaría un barco egipcio a
rescatar al viajero, pero añadió: «Nunca volverás a ver esta isla, pues será
engullida por las olas». La
leyenda de la isla próspera y feliz que se hundió en el mar era conocida por los egipcios y por otros pueblos del Mediterráneo oriental.
El manuscrito copto
En el
siglo XIV un mercenario catalán llamado Joanot Casanova, que formaba parte de
la Compañía Catalana como sargento de los almogávares en el ducado de Neopatria, en Grecia, se hizo con un valioso manuscrito copto de unos mil años de
antigüedad, que contaba la historia de Senmut, un navegante egipcio que vivió
en la época de la reina Hatshepsut (siglo XV a.C.) y que también visitó una
isla fantástica habitada por una gigantesca serpiente que devoró a varios de
sus compañeros. Senmut, a su vez, hace referencia al mítico rey Argantonio de Tartessos; un fabuloso reino ubicado en el valle del Guadalquivir, al sur de la península Ibérica. El manuscrito copto que narra
las aventuras de este cortesano y sus peripecias, recuerda mucho la Epopeya
de Sinuhé, otro funcionario egipcio que tiene que abandonar la corte del faraón Sesostris I tras escuchar un secreto comprometedor (siglo XX a.C.). Lo más importante de la historia contenida en el manuscrito copto es que sitúa la existencia
de esta isla en el siglo XVI ó XV a.C., cuando pudo producirse la terrible erupción
del volcán de la isla griega de Santorini que la destruyó parcialmente y de la que la actual sólo es un fragmento, así como las islas de Thirasía y Aspronisi.
Según Heródoto, la isla estaba habitada por fenicios cuando el héroe Teras fundó la colonia doria del mismo nombre. En la época arcaica la isla de Santorini estuvo
sucesivamente sujeta a los diversos pueblos que dominaron las islas del Egeo. Para la mayoría
de los historiadores modernos, la legendaria Atlántida pudo haber sido la misma isla de Santorini en el periodo de mayor esplendor de la civilización minoica, hacia el año 1650
a.C., época en la que se produjo un terrible maremoto o tsunami que fue registrado por las fuentes egipcias.
Un maremoto pudo acabar con la Atlántida |
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