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jueves, 1 de junio de 2017

Chrétien de Troyes y la Lanza del Destino

Chrétien de Troyes cargó de simbología su obra, porque iba dirigida a un público muy reducido, que pertenecía al clero y al sector culto de la nobleza. Aquellos eran tiempos de un analfabetismo generalizado en toda Europa, donde condes y duques tenían «a orgullo no saber leer ni escribir, ya que estas funciones las delegaban en sus siervos». El Grial ha de verse como el Sagrado Cáliz de la eucaristía: «un objeto sacrosanto que proporciona el único alimento que puede nutrir al Rey Pescador». El error de Perceval al no formular la pregunta correcta en la sala del castillo, luego de haber quedado estupefacto ante la presencia de las hermosas doncellas que son portadoras de tantas maravillas, significa que el héroe debe ser un ingenuo en estado puro, obediente a las órdenes de sus mayores, a pesar de que éstos se equivoquen al imponerle la discreción de no preguntar, ni querer «saber más de lo conveniente».
La Lanza del Destino que sangraba en la punta, parece corresponderse con la que el centurión Longino clavó en el costado de Jesús, aunque en realidad supone una alegoría de origen celta: el deseo oculto de que el arma utilizada por el homicida sirva para delatarle, porque comenzará a sangrar en su presencia. Perceval la ve así debido a sus remordimientos, porque se siente culpable por la muerte de su madre. No obstante, regresando al episodio de la lanzada, cabe la posibilidad de que Jesús todavía estuviese vivo cuando lo descolgaron de la cruz. Así lo sugieren diversas pruebas forenses que se han realizado al «Sudario de Turín» a lo largo del pasado siglo. Aunque aquí no entraremos en profundidad en este asunto, conviene destacar algunos detalles citados en los evangelios que están completamente en conflicto con las costumbres judías de la época. La víctima no fue sometida al lavado ritual de los cadáveres antes de amortajarla sino que la ungieron con grandes cantidades de unos «bálsamos muy caros» que bien podrían ser ungüentos y pomadas aplicadas con fines curativos. Y ello por una razón evidente: se trataba de favorecer la curación después del terrible suplicio sufrido. En las víctimas de crucifixión, la muerte se produce por un gran aumento del edema pleural: los fluidos invaden la bolsa, la presión aumenta y los pulmones dejan de funcionar. El reo muere por sofocación. En contra de lo que cuentan los evangelistas, si se le dio una lanzada en el costado no fue para comprobar que hubiese muerto, sino para aliviar esa presión sobre los pulmones y permitirle respirar.
Pese a las intensas persecuciones, las leyendas de que Jesús sobrevivió a la crucifixión han llegado hasta nosotros a través de estos 2000 años y resultan ahora muy verosímiles. Según algunos evangelios gnósticos, entre ellos el evangelio perdido de San Pedro, las primeras personas que acudieron al sepulcro excavado en la roca, vieron cómo Jesús salía de la tumba apoyándose en dos sanadores vestidos de blanco. Posiblemente dos sacerdotes. Si Jesús sobrevivió a la crucifixión y sus partidarios lograron su restablecimiento, es algo que jamás sabremos con certeza.
De Perceval a los templarios
En el episodio en el que Perceval roba el anillo, el pastel de carne y un beso a la damisela, nos encontramos con todas las tentaciones que el mundo ofrece al casto e ignorante Perceval. Si éste se rinde a las mismas, quedará atrapado en una espiral de audacias, que le arrastrarán a matar a quien desafía a los caballeros de la Tabla Redonda. Cometiendo una serie de errores, que culminarán en el mayor de todos: no haber sabido formular la pregunta correcta cuando le es mostrado el Santo Grial. «El cuento del Grial» encerraba todos los arcanos para convertirse en el mito que necesitaba la Iglesia. Mientras el papa estaba predicando la Santa Cruzada, lo que suponía que la religión se volvía beligerante, se dio alas a la creencia en el Grial como una quimera. El Grial era el cáliz de la Última Cena, el mismo que tomó en sus manos Jesucristo. Sin embargo, al menos desde mediados del siglo III, éste estaba asociado con la copa que el papa Sixto II había entregado en custodia a San Lorenzo, poco antes de recibir ambos el martirio, y se hallaba en paradero desconocido desde la invasión musulmana de España en 711. Pero el Grial también podía ser otra cosa, algo más… ¿Y si fuese el recipiente que contuvo la sangre de Jesús luego de haber sido bajado de la cruz? Era necesario seguir el desarrollo de la historia, al unir a José de Arimatea con el Sagrado Cáliz. Pero este enigmático personaje de los evangelios, tardaría algunos años en ser utilizado. Antes siguieron apareciendo otras versiones del Grial, más «paganas» si se quiere, y todas ellas tomarían como base «El cuento del Grial» de Chrétien de Troyes. Luego el mito no dejaba de ser reforzado, hasta transformarse en una meta para los más esforzados caballeros de toda la Cristiandad.
En cada uno de los argumentos eran los caballeros andantes los auténticos protagonistas, de una forma exclusiva. Los había buenos y malos, siempre en beneficio de un héroe cada vez más idealizado, casi un apóstol del Bien y de la Justicia, que si mataba era por necesidad… ¿No era éste el mensaje que la Iglesia pretendía transmitir al haber respaldado la creación de la poderosa Orden del Temple, cuyos miembros eran monjes y soldados al mismo tiempo?
La imagen desolada del fracaso
Conviene en este momento mencionar los fracasos de los caballeros que buscaban el Grial, porque son muchos más que los éxitos. Cuando esto sucede, la imagen que queda es lo estéril. Se mantendrá el Páramo y la Muerte seguirá actuando como una arpía que goza con la desolación; mientras las víctimas quedarán a la espera de que llegue el héroe que consiga el milagro de devolver la prosperidad a aquellas tierras. Porque éstas necesitan el Paraíso, a pesar de que comience a declinar el poder del rey Arturo y sobre Camelot el sol ya no brille como antes. El mito precisa la imagen de lo devastado, con el fin de que todo estalle pletórico de vida ante el triunfo del héroe. Pero son demasiados los años de tristeza. ¿Podrá ser recuperado el pasado esplendor con la fuerza suficiente para borrar el recuerdo de los largos años vividos en medio de las tinieblas? En muchas ocasiones, los esforzados paladines que buscan el Grial invocan a los ángeles para que acudan en su ayuda, pero su intercesión tampoco asegura el éxito de la empresa. Así de ardua es la búsqueda del Santo Grial.
La muerte y la doncella

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